PELEAR ANTES DE ACOSTARSE
Dormir enojados afecta la relación
Escuchamos el consejo hasta el hartazgo y ahora la ciencia dio su veredicto: no hay que irse a dormir enojados. Un estudio publicado en la revista Nature Communications explica que si no resolvemos el pleito antes de acostarnos, es más difícil revertir la memoria emocional negativa.
“En nuestra opinión, sí hay cierto mérito en ese antiguo consejo de no irse a la cama enojados”, dice Yunzhe Liu, quien lideró la investigación en la Universidad Normal de Beijing, China, y que ahora trabaja con la Universidad College de Londres. “Sugeriríamos primero resolver una pelea o conflicto antes de irse a dormir; no dormir con rabia”, dice
Según el estudio, mientras dormimos el cerebro reorganiza la manera en la que almacenamos las memorias negativas y hace que las asociaciones sean más difíciles de suprimir en el futuro.
En el estudio, los científicos pidieron a las personas que miraran fotos neutrales de rostros de personas, es decir que no estaban asociadas a emociones positivas o negativas. A la par, cada una de estas fotos fueron relacionadas con imágenes perturbadoras como fotos de niños llorando o personas heridas.
De esta forma, los voluntarios asociaron cada rostro con una de esas ilustraciones. Poco después, los investigadores mostraron de nuevo a los participantes algunas de las fotos de las caras y les pidieron tratar de suprimir, u olvidar, los recuerdos de las inquietantes imágenes asociadas.
A la media hora, el 9% del grupo fue capaz de olvidarlas. En cambio, 24 horas después y con una noche de sueño encima, solo el 3% pudo quitarse esas imágenes de la cabeza.
Es decir que si algo nos molesta y nos dormimos, al día siguiente esa molestia va a estar mucho más aferrada a la memoria. Si lo resolvemos antes de acostarnos, nada asegura que la molestia vaya a desaparecer, pero si confiamos en este estudio, es muy probable que no tengamos la idea tan fija.
Los autores advierten que los hallazgos del estudio son producto de un trabajo con participantes sanos y que no tienen una aplicabilidad inmediata en personas con trastorno de estrés post traumático. “Probablemente no es realista aplicar el experimento de supresión de recuerdos en estas personas y esperar que de los mismos resultados, pero es posible tener una base diseñar nuevos tratamientos en el futuro”, explicó la autora del trabajo.