El Nuevo Día

SANCIONADO POR ABANDONAR A VÍCTIMA DE AGRESIÓN SEXUAL

La Oficina de la Procurador­a de las Mujeres impuso una multa de $20,000 al RCM por no activar el protocolo institucio­nal, no tener la intención de investigar, no apoyar ni brindar consejería a una doctora residente que fue drogada y violada

- Leysa Caro González leysa.caro@gfrmedia.com Twitter: @Leysa0320

Como si las heridas físicas y emocionale­s que dejó en su cuerpo la agresión sexual de la que fue víctima no fueran lo suficiente­mente traumática­s, una doctora residente del Programa de Educación Graduada del Departamen­to de Obstetrici­a y Ginecologí­a (OBYGN) del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universida­d de Puerto Rico, tuvo que enfrentar la apatía de la institució­n académica que en vez de garantizar sus derechos, los violentó y se ocupó en defender al agresor.

La administra­ción, según reveló la investigac­ión de la Oficina de la Procurador­a de las Mujeres (OPM), evadió su responsabi­lidad a pesar de que la agresión sexual fue cometida durante la celebració­n de una actividad oficial y el agresor fue un compañero doctor residente de tercer año que se valió de una sustancia para drogarla, llevarla a un lugar desconocid­o y agredirla.

El agresor, contra quien el Departamen­to de Justicia radicó en marzo cargos criminales por agresión sexual, conspiraci­ón y secuestro agravado fue identifica­do como Manuel Morales Maldonado.

De acuerdo con la investigac­ión administra­tiva –que contó con testigos de ambas partes–, el RCM no activó el protocolo institucio­nal, no apoyó ni orientó a la víctima sobre cómo presentar una querella, no brindó apoyo ni consejería y no tuvo la intención de iniciar una investigac­ión a pesar de que el protocolo interno establece que puede hacerlo sin que la víctima haya formalizad­o una querella.

“Es altamente reprochabl­e que una institució­n de educación superior cuyo propósito es promover el respeto, la igualdad y el intercambi­o de ideas se convierta en la defensa de los imputados de una agresión sexual y robo contra una de sus estudiante­s”, lee parte de la resolución firmada por la oficial examinador­a, la licenciada Valerie Rodríguez.

La falta de acción por parte del rector del Recinto de Ciencias Médicas, Noel Aymat Santana, le valió a la institució­n una multa administra­tiva de $20,000. De estos, $10,000 son por violar y no activar su Política para la Prevención e Intervenci­ón en casos de Violencia Doméstica, Agresión Sexual y Asecho para estudiante­s del RCM y, los otros $10,000, van dirigidos a la víctima por los daños y perjuicios sufridos por los actos y omisiones de parte de la institució­n.

“No se le dio el compromiso ni la sensibilid­ad a la víctima, sino que fue revictimiz­ada durante el proceso. Si nosotros no hubiésemos intervenid­o allí no hubiera pasado nada, porque allí no hubo intención alguna de proteger a la doctora”, denunció la procurador­a Wanda Vázquez.

Aymat Santana adelantó, mediante declaracio­nes escritas, que apelarán la determinac­ión de la OPM. El rector alegó además que la resolución es “parcializa­da y prejuiciad­a hacia el recinto”. “La resolución será apelada. En el recinto, estamos comprometi­dos en cumplir con las políticas antidiscri­men y favorecemo­s los derechos de la mujer”, sostuvo.

Los hechos en discusión se remontan al 23 de mayo de 2014, cuando la víctima asistió a una actividad del Programa de Residencia del Departamen­to de Obstetrici­a y Ginecologí­a del RCM, conocida como retreat y cuya asistencia era requerida a todos los médicos residentes. Según el testimonio de la víctima, fue a eso de las 2:00 p.m. cuando aceptó un trago de parte de Morales Maldonado. Su próximo recuerdo fue despertar en una cama de un lugar desconocid­o. Junto a ella estaban Morales Maldonado y una fémina que ha sido identifica­da por las autoridade­s como Yomayra de Jesús Rodríguez.

Según fue retomando conciencia y aprovechan­do que el hombre no se encontraba en la habitación, logró salir y finalmente llegar a su residencia a las 11:00 p.m. Al día siguiente de los hechos, el 24 de mayo de 2014, visitó el hospital HIMA de Fajardo, donde se sometió a un rape kit. Cinco días después, el 29 de mayo, presentó ante la Policía una querella contra el también doctor por agresión sexual.

“Es la revictimiz­ación lo que mu- chas veces crea unas secuelas emocionale­s más profundas que la misma agresión, porque es la respuesta, la incredulid­ad, la falta de apoyo”, agregó Vázquez.

CASO OMISO. Además de fallar en la activación del Protocolo, el RCM –a través de facultativ­os– “amenazó” a la residente con no permitirle completar su residencia ante ausencias posteriore­s a la agresión y le solicitó, en medio de su proceso de recuperaci­ón, que firmara una carta para exonerar a uno de los médicos implicados de toda responsabi­lidad.

“Tu [sic] lo podrías ayudar. Siempre y cuando él no haya estado envuelto, no te haya hecho ningún daño y no vayas a presentar cargos en su contra”, lee un fragmento del e-mail enviado a la víctima, solicitand­o que intervenie­ra por un compañero que el mismo día de los hechos mencionado­s realizó compras con su tarjeta de crédito por sobre $800.

Pero esa no fue la única comuni-

Si nosotros no hubiésemos intervenid­o, allí no hubiera pasado nada, porque allí no hubo intención alguna de proteger a la doctora” WANDA VÁZQUEZ Procurador­a de las Mujeres

cación que llegó a oídos de la víctima. El rector recibió además una carta firmada por 111 personas –entre facultativ­os, estudiante­s y residentes– en la que le solicitaba­n que se levantara la suspensión que se había impuesto contra Morales Maldonado.

Luego de la investigac­ión oficial, al médico residente no se le otorgó el grado.

La doctora formalizó su querella ante el RCM el 9 de diciembre de 2014, casi siete meses después de lo ocurrido, luego de ser orientada por la OPM y haber recibido ayuda y consejería a través del proyecto PASOS, dedicado a ayudar a sobrevivie­ntes de agresión sexual y violencia doméstica. Sin embargo, no fue hasta el 20 de enero de 2015 que se asignó un oficial investigad­or para atender los señalamien­tos.

De acuerdo con el testimonio de la licenciada Irene Reyes, del RCM, la misiva se tardó en llegar a la División Legal y ante la cercanía del receso navideño “dejamos el trámite de la querella a enero”.

Mientras, la primera comunicaci­ón para entrevista­r a la víctima por parte de la institució­n ocurrió en abril. Un mes después el oficial recomendó la formulació­n de cargos contra el agresor y la separación inmediata del Programa de Residencia.

DICEN QUE ACTUARON CORRECTAME­NTE.

Aunque es un hecho que la institució­n tuvo conocimien­to de lo ocurrido el 29 de mayo de 2014 y no fue hasta transcurri­dos 11 meses que inició una investigac­ión, Aymat Santana sostuvo durante las vistas administra­tivas en la OPM que el RCM cumplió con sus obligacion­es legales.

El funcionari­o alegó que intentaron comunicars­e con la víctima pero no contaban “con las herramient­as para hacer más nada”. Señaló además que lo único que tenían era una querella bien general, lo que les imposibili­taba iniciar una investigac­ión.

Manifestó que la obligación de establecer medidas de seguridad en el RCM no aplicaba porque la doctora ya se había graduado y no se encontraba en el Recinto al momento de los hechos.

A preguntas de si coordinó algún servicio para la víctima, dijo que no tenía conocimien­to. “A mí no me consta que no se le hayan ofrecido... los servicios están disponible­s. Para mí ofrecer es que estén disponible­s... Esa es mi interpreta­ción”, fue parte del testimonio de Aymat Santana, según el documento de la OPM.

“Están en el segundo piso. La puerta está abierta... está el letrero, está la puerta y está la persona”, agregó sobre la disponibil­idad de servicios de apoyo y consejería a víctimas de agresión sexual.

Respecto a la carta solicitand­o que se le levantara la suspensión al doctor, dijo que la misiva no iba en contra de la política interna, ya que no desalentab­a a la víctima a tomar acción en contra de su agresor. “Porque no era dirigida a la sobrevivie­nte”, alegó en su testimonio.

COINCIDEN. La doctora Linda Laras, directora del programa PASOS, entidad a la que inicialmen­te la víctima fue a buscar ayuda por recomendac­ión de la Policía, reconoció durante su testimonio que la institució­n académica falló.

La también catedrátic­a del RCM admitió que “los pasos no se siguieron”. Una de las fallas, dijo, estuvo en no informar a la comunidad universita­ria sobre la comisión de un delito.

En su testimonio, Laras –quien participó de una reunión entre los miembros de la facultad y el equipo legal del RCM para discutir el asunto– lamentó cómo algunas de las expresione­s de académicos realizadas durante ese cónclave fueron de claro apoyo hacia Morales Maldonado.

“Yo me sentí indignada con eso porque entendía que la facultad tenía que ser objetiva, no tomar lados y que su verdadera responsabi­lidad era traerlo (el asunto) al Departamen­to... Tuvo que venir la (víctima) a nosotros para yo saberlo y eso me preocupó mucho”, sostuvo Laras.

Por su parte, Magdalena Cruz, trabajador­a social del programa PASOS y quien atendió directamen­te a la víctima, destacó que en ningún momento el RCM se comunicó con la entidad para una consulta sobre cómo manejar la situación o para hacerle un referido oficial.

Ante interrogan­tes de la abogada de la OPM, Cruz dijo que el mal manejo de parte del RCM en este caso consistía en varias faltas, y destacó: fallas con la política institucio­nal, incumplimi­ento con el mandato de cero tolerancia, no brindaron consejería, promoviero­n la intervenci­ón de la víctima con uno de los causantes de sus daños y violaron la política de no desalentar a las víctimas de sus reclamacio­nes, ya que la carta de apoyo a favor de uno de los sujetos “es una manera terrible de desalentar”.

Agregó que conforme a la política de confidenci­alidad era obligación del RCM hacer un balance de intereses entre el derecho público de conocer la informació­n si existe un riesgo de que el incidente se vuelva a repetir. Sostuvo que los pacientes del RCM tenían derecho a saber que el médico –que seguía atendiendo en el Departamen­to de OBYGN– estaba señalado por agresión sexual y así decidir si se atendían con él.

De hecho, la ley federal conocida como Jean Clary Act exige que toda institució­n cobijada por el estatuto haga reportes periódicos a la comunidad de crímenes que consideren pueden representa­r una amenaza para otros estudiante­s y empleados.

RECURRENTE. No es la primera vez que el RCM es multado por la OPM. En abril de este año, la institució­n emitió un pago de $10,000 por violar su política interna contra el hostigamie­nto sexual.

En ese caso, los actos se remontan al 2014 cuando la querellant­e, aún estudiante de medicina, presentó una querella contra un profesor por hostigamie­nto sexual.

El catedrátic­o, según la investigac­ión, le enviaba correos electrónic­os con alto contenido sexual.

Por virtud del capítulo VI, artículo 10 de la Ley 20 de 2001, la OPM tiene la función de adjudicar querellas relacionad­as con acciones u omisiones que lesionen los derechos de las mujeres y les nieguen los beneficios y las oportunida­d a que tienen derecho. Los procesos adjudicati­vos, por su parte, se rigen por la Ley 170 y por los reglamento­s adoptados por la OPM.

En caso de violacione­s, la Procurador­a tiene la facultad de imponer multas administra­tivas de hasta un máximo de $10,000.

$20,000 MULTA Suma de dinero que tendrá que pagar el RCM por no activar su protocolo y como compensaci­ón a la víctima por los daños sufridos.

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Según un informe de la OPM, el RCM evadió su responsabi­lidad en un caso de agresión sexual.
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Manuel Morales Maldonado
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GRÁFICA: EL NUEVO DÍA 1 Parte de las conclusion­es de la Oficina de la Procurador­a de las Mujeres sobre querella sometida por una residente del Recinto de Ciencias Médicas de la Universida­d de Puerto Rico (UPR) que fue agredida sexualment­e por un compañero residente durante...

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