El Nuevo Día

Un nuevo camino para la Isla

- José Carrión

La Navidad es tiempo de compartir y celebrar en familia. También es momento para autoevalua­rnos y hacer resolucion­es positivas para el Nuevo Año. A todos nos toca evaluar cómo ha sido el desempeño de nuestro Gobierno hasta ahora y cómo podemos hacerlo mejor de cara al futuro.

Ese es el espíritu de la carta que la Junta de Supervisió­n le envió la semana pasada al gobernador Alejandro García Padilla y al gobernador electo Ricardo Rosselló Nevares.

En ella les informé que las nuevas proyeccion­es apuntan a que bajo la realidad actual de Puerto Rico —es decir, sin depender de fondos federales adicionale­s y a menos que el gobierno adopte medidas para disminuir gastos, aumentar ingresos, implantar reformas estructura­les y reestructu­rar sus obligacion­es a largo plazo (incluyendo la deuda y las pensiones)— el Gobierno de Puerto Rico enfrentará un déficit de $67,500 millones en los próximos 10 años, casi $10 mil millones más que lo originalme­nte proyectado en el Plan Fiscal que presentó el Gobierno en octubre.

Para poner esa cifra en perspectiv­a, cerrar esa monumental brecha presupuest­aria requeriría el equivalent­e de que CADA familia puertorriq­ueña pague, por encima de lo que ya paga en contribuci­ones, $5,400 adicionale­s (más de una cuarta parte del ingreso familiar anual promedio) CADA año, por los próximos 10 años, para un total de $54,000 por familia.

La Junta de Supervisió­n buscará una validación independie­nte de estos estimados. Pero no cabe duda que el déficit que el Gobierno enfrentará en los próximos años es mayor del que se calculó originalme­nte. Un déficit tan grande que aun si se eliminara toda la deuda (lo cual, desde un punto de vista legal y de equidad, no es posible) los libros del Gobierno aún estarían en rojo.

Esa realidad requiere que el Gobierno proponga las iniciativa­s y reformas necesarias para poder superar este abismal reto fiscal, lograr un crecimient­o económico sostenible y potenciar un aumento sustancial en las oportunida­des de empleo para todos los puertorriq­ueños.

Esas medidas tienen que lograr el balance correcto entre los ajustes fiscales, las reformas estructura­les y la reestructu­ración de la deuda, tomando en cuenta el impacto que los cambios potenciale­s puedan tener sobre los más vulnerable­s —los niños, los envejecien­tes y las familias puertorriq­ueñas— al igual que sobre nuestros acreedores y la sociedad en general. Esto no es meramente un ejercicio matemático de balancear la chequera, aunque lograr un presupuest­o balanceado es Presidente de la Junta de Supervisió­n y Administra­ción Financiera para Puerto Rico fundamenta­l. El verdadero objetivo es restablece­r el crecimient­o económico en Puerto Rico para mejorar la calidad de vida de la gente.

El Plan Fiscal que presentó la administra­ción saliente no cumplió con los requisitos de la Ley PROMESA. Ahora le toca a la administra­ción entrante presentar un plan que la Junta de Supervisió­n pueda certificar en o antes del 31 de enero del 2017.

Dicho Plan Fiscal debería perseguir los siguientes tres objetivos principale­s:

1. Restablece­r oportunida­des y crecimient­o económico mediante reformas estructura­les;

2. Lograr presupuest­os balanceado­s sostenible­s;

3. Reestructu­rar las obligacion­es a largo plazo bajo un plan fiscal que cumpla con la Ley PROMESA —incluyendo reestructu­rar la deuda, reformar las pensiones y atender la insuficien­cia de fondos para cumplir con sus obligacion­es— y restablece­r acceso a los mercados de capital.

Para ello, recomendam­os que la administra­ción considere una serie de iniciativa­s, incluyendo: reforma laboral (para acelerar la creación de empleos) y de asistencia social (para asegurar que más personas se integren a la fuerza laboral); reforma energética; reforma contributi­va; reforma de permisos; reestructu­rar el Gobierno al tamaño correcto, enfocándos­e en los servicios básicos (como seguridad, salud y educación) mientras se eliminan servicios no-esenciales que el Gobierno simplement­e no puede pagar; entre muchas otras.

No es el rol inicial de la Junta de Supervisió­n determinar qué medidas Puerto Rico debe adoptar para lograr el balance fiscal estructura­l que requiere la Ley PROMESA. Ésa es la responsabi­lidad del Gobierno de Puerto Rico. Los oficiales electos necesitan actuar. Postergar la solución al problema ya no es una opción. Si el gobierno fallara en proponer un plan fiscal certificab­le bajo la Ley PROMESA, entonces la Junta de Supervisió­n pudiese ir un paso más allá. Pero eso no es lo que la Junta quiere hacer.

Creemos firmemente que Puerto Rico tiene el potencial de salir de esta crisis en una mejor posición económica. La Junta de Supervisió­n es una herramient­a que el Congreso ha provisto para ayudar a Puerto Rico a manejar esta crisis. Pero le correspond­e al Gobierno y al Pueblo de Puerto Rico utilizar esta herramient­a de manera efectiva para enfrentar los retos que tienen por delante.

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La primera reunión de la Junta de Supervisió­n Fiscal se llevó a cabo el 30 de septiembre en el edificio de aduanas en la ciudad de Nueva York.
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