Ineludible identificar lo prioritario en Educación
La burocracia ha vuelto a hacer de las suyas en el inicio del semestre escolar, al entorpecer el buen funcionamiento de planteles públicos, que no pudieron abrir sus puertas para los estudiantes o las abrieron con serias limitaciones, algo que evidencia l
Los casos surgidos al inicio de clases hablan por sí solos. En Bayamón, los estudiantes de una escuela superior debieron salir de los salones cuando disminuyó la luz natural, debido a que el edificio fue vandalizado desde noviembre y todavía no se han arreglado los destrozos. En Toa Baja, desde el pasado martes, los maestros de una escuela elemental denunciaron la presencia de ratas, por lo que los estudiantes ni siquiera pudieron entrar el primer día de clases.
La designada secretaria de Educación, Julia Keleher, aportó un dato que, de ser cierto, revela no solo el abandono y la falta de voluntad institucional, sino la insensibilidad con que se procede en asuntos tan esenciales como la educación de los niños.
Según dijo, el personal encargado de revisar y acondicionar las escuelas, adscrito a la Autoridad de Edificios Públicos, fue relevado de sus funciones para que disfrutara de las vacaciones navideñas, por lo que las escuelas quedaron huérfanas de mantenimiento. Casi todas las reparaciones que estaban pendientes desde el semestre anterior, para realizarse precisamente en ausencia de los niños, fueron pospuestas.
El Departamento de Educación no puede dar por buenas tales explicaciones. La agencia debe plantearse si llegó el momento de reasignar personal, de entre la muchedumbre burocrática que tiene sembrada en sus oficinas, para que, tan pronto empiecen las vacaciones escolares, se encargue de visitar las escuelas y averiguar en qué condiciones se hallan y qué necesitan para el siguiente semestre.
En esto también podrían aportar los alcaldes, creando un sistema de colaboración y estableciendo un flujo de información que vaya directo donde debe ir: a las autoridades en Educación, para que se movilicen. Los padres, estudiantes y maestros deben ser considerados en el esfuerzo. Si no se da esa integración, es muy difícil echar hacia adelante.
En un plan contra el vandalismo escolar también hay que incorporar recursos, estrategias de prevención y, por supuesto, una mayor vigilancia policiaca.
Cada año se producen cientos de querellas por escalamiento en las escuelas, y el problema no es solo la pérdida material en momentos de grandes aprietos económicos, sino el disloque que eso causa en los centros educativos afectados, privando a los alumnos de tomar asignaturas específicas.
Como en semestres anteriores, en esta ocasión también se ha percibido la falta de maestros y de directores escolares al comienzo del semestre.
En esto hay responsabilidad compartida, pero debería articularse un sistema para que el Departamento de Educación quede notificado, con tiempo suficiente, sobre la ausencia de un docente que, o bien decide emigrar, o bien se pasa a otra profesión.
Las ausencias de última hora trastocan el buen funcionamiento de una escuela, y es difícil prever que un maestro se irá sin avisar. Son situaciones como ésas las que hay que regular de una manera urgente.
La reestructuración del presupuesto de esa agencia, priorizando estos asuntos elementales, centrando la importancia de la educación donde en realidad la tiene: el salón de clases, los maestros y los estudiantes, es en definitiva la semilla de cualquier transformación educativa.
El tiempo apremia y la educación sigue siendo el punto de partida de toda esperanza.