La salud ante el “Trumpcare”
El presidente Donald Trump ha puesto fin a un debate de seis años entre congresistas republicanos sobre el alcance y contenido del reemplazo del Obamacare cuando el mismo sea finalmente revocado. Trump presentará su plan en detalle tan pronto sea confirmado su secretario de salud Tom Price, probablemente este mes.
El nuevo gobierno enfrenta el gran reto de dar continuidad a los importantes logros de Obamacare y corregir las fallas que le atribuyen. Obamacare ha sido la reforma más completa jamás realizada en el sistema de salud estadounidense. Profundizó en prácticamente todos los segmentos que componen su fragmentado sistema de salud y ha logrado proveer un seguro de salud a la mayor población jamás cubierta.
“Trumpcare” no solo tendrá que llenar las grandes expectativas que ha creado, sino que deberá mejorar un sistema eminentemente curativo controlado por las aseguradoras que ya cuesta $3.2 trillones anuales, que todavía no cubre a 30 millones de habitantes y que no ha podido colocar al país entre los más saludables.
Obamacare fue una reforma demócrata dirigida a los estadounidenses continentales. Puerto Rico no fue incluido en sus disposiciones principales, pero nuestros centros comunitarios 330 fueron favorecidos con fondos adicionales para extender sus servicios primarios-preventivos —de 40 a 54 municipios. Nuestros pacientes de Medicare también se beneficiaron. Mi Salud recibió una cantidad adicional de $6,400 millones para utilizarse entre 2011 y 2019. Dichos fondos durarán hasta finales de 2017.
Sabíamos desde 2011 que los fondos adicionales asignados a Puerto Rico tendrían un final. Sin embargo, no logramos que los mismos se hicieran permanentes durante dos distintas administraciones consecutivas. Tampoco preparamos un plan de contingencia para evitar que cuando llegara la hora cero en diciembre de este año no quedaran miles sin servicios de salud.
No nos queda otra alternativa a corto plazo que apoyar los esfuerzos que políticos, funcionarios públicos y ciudadanos privados realizan en Washington para conseguir que al menos se cubra el presupuesto de Mi Salud por un año adicional y se evite una magna crisis humanitaria de salud.
Sin embargo, es importante expresar nuestra indignación por la relación disfuncional e impredecible que el Congreso mantiene con nosotros. Ellos, unilateralmente, deciden nuestra participación y asignaciones económicas, realizan modificaciones, ponen y quitan cuando quieren. Nos obligan a ir a Washington a implorar su ayuda. Hacemos nuestros reclamos en nombre de la justicia e igualdad que creemos merecer, aunque sabemos que realmente tal cosa no existe dentro de una subordinación colonial.
Tenemos que entender que la salvación permanente de nuestro sistema de salud no puede seguir dependiendo de lo que decidan allá, de viajar una y otra vez a la capital federal a mendigar y humillarnos ante el Congreso. Esa no puede ser nuestra única o principal estrategia.
En Puerto Rico tenemos el experimentado talento salubrista necesario para establecer un plan de acción totalmente nuestro, fundamentado en recursos propios, que evalúe los distintos escenarios y cambios posibles para que Mi Salud sea autosuficiente. Que podamos seguir proveyendo un sistema de salud a nuestros más necesitados que no dependa de fondos federales para sostenerse. Que tampoco requiera repetidas y degradantes peregrinaciones a Washington para resolver situaciones que son responsabilidad primaria nuestra. Que no contenga promesas que no podamos cumplir. Que nos concentremos en hacer lo que nosotros podemos controlar y financiar, y hacerlo con excelencia.
“...la salvación permanente de nuestro sistema de salud no puede seguir dependiendo de lo que decidan allá...”