Volvamos a Gandhi, concertemos la paz
Hace 69 años asesinaron a Mahatma Gandhi, político y pensador indio, practicante de la no violencia que, tras estudiar Derecho en Londres, regresó a su país y lo condujo a la independencia. Lo asesinaron porque, como él mismo dijo: “La violencia es el miedo a los ideales de los demás”.
Su ideal fue hacer un país de paz, equidad y dignidad. Hoy, más que nunca, necesitamos volver a sus palabras. Algunas de ellas apelaron al mundo. Veamos si nos dan luz sobre lo que necesitamos dejar de hacer, dejar ir; para dejar venir y hacerlo diferente.
Decía Gandhi que, si quieres cambiar el mundo, debemos iniciar por cambiarnos nosotros primero.
Abandonar, dejar ir la práctica de la violencia en todas sus formas y niveles, es una de las primeras reflexiones a las que necesitamos acudir. Por ejemplo, la violencia que resulta de permitir, gestar o silenciarnos ante el empobrecimiento material e intelectual de más de la mitad de nuestros ciudadanos.
Esa pobreza que se elige y decide en políticas públicas que pretenden mantener a nuestra ni- ñez y juventud en la ignorancia sobre sus derechos y responsabilidades; o en la imposición de los modelos económicos que han colapsado y siguen destruyendo nuestra economía y las de países completos. Es una violencia pensada por gente egoísta, que ve a bien la desigualdad como modelo de desarrollo. Y lo peor es que la permitimos, la silenciamos la “gente buena y consciente”. Gandhi decía que lo más atroz de las cosas malas de la gente mala era el silencio de la gente buena.
La pobreza, la ignorancia, la desigualdad y la pérdida consistente de derechos humanos y civiles engendra la violencia que vemos en la comunidad, en los centros de trabajo y en los espacios públicos; de carro a carro en pleno día; en espacios de recreación, en las redes sociales, inundadas de odio; y en el deterioro de la salud mental y física. No hay espacio que no esté impregnado de violencia. Decía Gandhi que “lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”.
Necesitamos detener juntos este lastre para crear condiciones de paz social, de desarrollo humano sostenible y solidario, de prosperidad y felicidad. No nos acostumbremos a la violencia de cada día.
Este revolucionario del amor nos dio guías para empezar a derrotar la apatía, el cinismo y las marañas demagógicas que nos atosigan. Velemos que el fin no justifique los medios. Esto no quita vivir con intensidad y compromiso: “Vive como si fueras a morir mañana; aprende como si el mundo fuera a durar para siempre.” Aprendamos a convivir con el que piensa y vive diferente. Imaginemos el futuro en el presente. Volvamos a Gandhi.