Bariloche y la magia del Nahuel Huapi
Este gran lago une con sus aguas una serie de hábitats únicos repletos de vegetación virgen y un sinnúmero de leyendas que le dan un aura diferente a este cuerpo de agua localizado en Argentina.
En un extremo del pequeño muelle de la bahía López, el Kaikén está listo para otra salida. Espera la llegada de los pasajeros que esa tarde van a vivir la experiencia de navegar un brazo del lago Nahuel Huapi poco conocido y rodeado de vegetación virgen, por donde no hay rastros del hombre.
La exuberancia del brazo Tristeza deslumbra y el repaso por su historia y sus leyendas que hace Nicolás de la Cruz, un andinista experimentado que bajó de la montaña para incursionar en la aventura náutica, hacen la travesía aún más atractiva. Nicolás hace de anfitrión de los 14 navegantes, un día soleado como pocos. Luego de las explicaciones de rigor por cuestiones de seguridad, el barco se aparta del muelle y se aleja de la bahía donde quedan los bañistas de ocasión y un abanico de camionetas con remolques de las embarcaciones que navegan por el lago.
En la cabina hay sillones y mesas amplias que convierten el interior del barco en la sala de una casa de campo. De inmediato viene la primera referencia histórica, mapa mediante, del brazo Tristeza, cuyo nombre remite a la frustración de los colonos chilenos que quisieron desarrollar un paso más accesible para transportar mercancías a través de la cordillera de los Andes, pero no pudieron por allí abrir un camino de conexión terrestre.
El brazo que forma el lago a escasos metros de la bahía López llega a tener 820 pies de profundidad y sólo 3,900 pies de ancho. Al estar rodeado de montañas de rocas pulidas por los glaciares que cubrieron esta superficie 5,000 años atrás, está resguardado del viento y durante todo el trayecto se pueden contemplar los cerros López y Capilla. Además, sólo por unos minutos se puede apreciar la cumbre con nieves eternas del Monte Tronador (11,660 pies de altura), la montaña más alta de Bariloche, que en realidad es un volcán inactivo desde hace miles de años.
FUERZA NATURAL
Mientras las historias se multiplican entre los pasajeros, el Kaikén sigue su paso surcando las aguas del Nahuel Huapi. Ya estamos internados en el medio del brazo y Nicolás indica las cascadas que brotan con abundante agua producto de las lluvias de las últimas semanas, entre la montaña boscosa colmada de cohiues y cipreses. Enfrente se evidencia una ladera con menos vegetación por efectos del viento y también sobresalen los árboles quemados que quedaron en pie luego de devastadores incendios que datan de 1985, según el guía.
Una vez en la costa, se abre otro capítulo de la travesía: el sendero para llegar a la imponente cascada del arroyo Frey. La caminata es de baja dificultad, apta para cualquiera. El trayecto de unos 40 minutos a paso lento y con paradas para recibir explicaciones de la flora y el entorno, desemboca en una enorme cascada de unos 82 pies cuya agua se desliza rápidamente por una superficie de piedra lisa.
De regreso al barco, se inicia la última etapa de la navegación para regresar con el entusiasmo renovado. El barco asoma al atardecer en la bahía López, con aguas tranquilas y pocos bañistas ya en el agua porque la pared montañosa del cerro López anticipa la sombra aunque falte mucho para que caiga la tarde.
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