El Nuevo Día

Incumplimo­s con los bañistas

- Carl-Axel Soderberg Exdirector de la EPA en el Caribe

Desde el 2000 la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) ha provisto fondos para un programa voluntario de muestreo de la calidad de las aguas de las playas, con el propósito de alertar al pueblo cuando alguna playa no esté apta para el contacto humano. Cuando era Director de la División del Caribe de la EPA me di a la tarea de convencer al Gobierno de Puerto Rico que establecie­ra este programa en la Isla. Al principio, el Gobierno estuvo renuente a establecer el programa de vigilancia de playas. Quizás pensaron que afectaría el turismo. Quizás les preocupaba el impacto económico a los municipios donde las playas no cumplirían con los requisitos.

Luego, comprendie­ron que se trataba de un esfuerzo para proteger la Salud Pública y le dieron luz verde a la Junta de Calidad Ambiental (JCA) para establecer un programa de muestreo que hoy abarca 35 playas. La EPA exige, si entras al programa, que se comunique al pueblo cuáles playas son aptas y cuáles no son aptas para los bañistas. La JCA publica los resultados en su página web, emite un comunicado de prensa y notifica a la Compañía de Parques Nacionales y a los municipios que administra­n balnearios.

En los balnearios afectados se debe notificar a los visitantes e izar una bandera que simbolice que la playa no está apta para el baño. Contrario a lo que muchos piensan, no existe un requisito federal para cerrar las playas que no cumplan con los requerimie­ntos. Esa decisión la puede tomar el gobierno local. Sí existe el requisito de notificar al público para que tome una decisión informada. Aprovecho la oportunida­d para felicitar a la JCA y a la prensa por, diligentem­ente, informar al público sobre las playas que no están aptas para el baño. Como mencioné anteriorme­nte este es un asunto de salud pública.

En la cuestión de la bandera, abogué por que se utilizara la bandera roja. El Gobierno insistió en una bandera amarilla. Como sabemos, la bandera roja se iza para indicar que las condicione­s marinas, como por ejemplo, oleadas fuertes, resacas o corrientes submarinas, representa­n una amenaza a la vida de los bañistas.

Me preocupa la bandera amarilla porque se

“En los balnearios afectados se debe notificar a los visitantes e izar una bandera que simbolice que la playa no está apta para el baño”.

puede asociar con la luz amarilla en los semáforos. En un semáforo, la luz amarilla significa que debemos reducir la velocidad porque ya mismo se encenderá la luz roja, lo que significa que debemos deteneros. Sin embargo, para muchos en Puerto Rico la luz amarilla significa que deben acelerar su marcha para pasar el semáforo antes que se encienda la luz roja o, incluso, varios segundos después de encenderse la luz roja. Cada día aumenta la cantidad de personas con este hábito.

Ante esta realidad, en el contexto de la playa, la bandera amarilla se podría interpreta­r como que la situación no está tan mala y que se pueden meter al agua sin problemas. Peor aún, los que aceleran al ver la luz amarilla podrían entender la bandera amarilla como “me voy a meter al agua enseguida, antes que la situación se ponga peor y me icen la bandera roja”. Nada más lejos de la verdad.

Pensándolo bien, en vez de insistir en la bandera roja, debemos abogar por una bandera marrón. Me parece que sería más gráfica y efectiva que la bandera roja. Pero la ironía es que la bandera amarilla se utilizaba internacio­nalmente para indicar que un lugar estaba en cuarentena por enfermedad­es infecciosa­s. A principios del siglo 20 llegó a indicar que un lugar estaba infectado con cólera. Si no me creen, les invito a leer la novela de Gabriel García Márquez, “Amor en los Tiempos de Cólera”.

¿Será que el Gobierno de Puerto Rico se anticipó al futuro?

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