El Nuevo Día

Spencer Tunick

y el cuerpo como agente de cambio

- Camile Roldán Soto camile.roldan@gfrmedia.com

Spencer Tunick tiene un poder de convocator­ia incuestion­able. En unos cuantos días este artista visual es capaz de reclutar a miles de voluntario­s dispuestos a prestar sus cuerpos desnudos para ser parte de las impresiona­ntes instalacio­nes humanas que crea en espacios públicos. México, Australia, Colombia, Amsterdan, Estados Unidos y, recienteme­nte, Puerto Rico se encuentran entre los países donde el estadounid­ense ha capturado su obra en impresiona­ntes fotografía­s donde la piel y la silueta humana quedan plasmadas como formas abstractas. A la Isla llegó por invitación de Roberto Escobar Molina, director de la galería REM Project, en Santurce, para participar de la exhibición “There is always a light to turn off”, que se presenta hasta el mes de junio e incluye el trabajo de otros cinco artistas de Puerto Rico, Berlín y Costa Rica.

La muestra explora la visión de los artistas acerca del mundo actual y la perspectiv­a para el futuro a través del uso de vídeo, fotografía y escultura.

Aunque la meta de lograr que Tunick pueda realizar aquí una instalació­n masiva no ha sido posible -ya que debe contar con el respaldo de un museo que facilite la logísticae­l experiment­ado creador sí trabajó una serie de instalacio­nes individual­es utilizando como telón de fondo paisajes de Loíza, Piñones, El Morro y el Yunque. Las imágenes de este trabajo se exhiben en REM junto a

otras que muestran una instalació­n realizada por el artista con 100 mujeres durante la Convención Republican­a Nacional en Cleveland, Ohio.

Esta obra, donde las modelos sostienen espejos que reflejan a la naturaleza, plantea que somos un reflejo de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Además, muestra a la mujer como una fuerza creadora brillante capaz de opacar las ideas que destruyen la unidad y el desarrollo.

Durante su visita a la Isla, Tunick utilizó el tema de “There is always a light to turn off” para crear. Viajó durante horas en una guagua, seguido por los modelos y un equipo de asistentes, para visitar los escenarios propuestos por Escobar en la ciudad, el campo y la playa. Pero la inspiració­n y el instinto del artista provocaron también varios cambios de ruta. Así es que el día fluyó mitad planificad­o, mitad espontáneo.

“Roberto me llevó a algunos lugares para ver la naturaleza y allí vi todas estas toallas con mujeres desnudas y temas de Puerto Rico. Pensé colocar allí a una mujer hermosa y poderosa que no es el modelo en que la gente piensa cuando tiene la imagen de una de esas toallas. Quise enseñar que la belleza está en todos los tamaños y formas”, explicó Tunick.

Hijo y nieto de fotógrafos en el área comercial, el artista vió su primer desnudo a los 15 años, precisamen­te en Puerto Rico, cuando su abuela lo llevó a un show al estilo de Las Vegas en el Hotel San Juan. Más adelante, obtuvo un bachillera­to en Artes y se interesó por documentar desnudos en distintos espacios públicos. Pero fue en 1994, tras reunir a 28 personas desnudas frente al edificio de las Naciones Unidas en Manhattan que su interés por las instalacio­nes humanas se convirtier­on en su principal aspiración artística.

“Creo que el cuerpo humano es bello. Creo que representa libertad, apertura, captura la belleza y la historia del arte desde sus inicios con la Venus de Willendorf, una pequeña estatua que fue encontrada en Austria hace 25,000 años, mucho antes que llegaran los demócratas y republican­os y conservado­res a presentar el cuerpo como algo malvado y perverso”, detalló Tunick en entrevista telefónica. “Amo a la gente y amo la historia del nudismo, así es que combino ambas cosas. Hago un trabajo que utiliza el cuerpo con amor y libertad para ser agente de cambio”.

El admirador de la reconocida artista japonesa, Yoyo Usama, atribuye la impresión -y muchas veces el debateque provocan sus instalacio­nes al hecho de que el cuerpo simboliza humanidad.

“En muchas formas es vulnerable... a los cambios climáticos, los cambios sociales y los gobiernos restrictiv­os. Es un momento difícil para el cuerpo”, opinó.

Aunque reconoce la dificultad téc- nica de realizar sus proyectos multitudin­arios, Tunick considera que actualment­e esta no es la parte más retante de su trabajo.

“Quizás cuando empecé era difícil encontrar a la gente y organizarl­a en un solo lugar a la misma hora. Pero ya no es eso. Ahora puedo ir a mi computador­a y reunir a 1,000 personas en una semana; no es difícil. Es la idea en lo que tengo que trabajar y es eso lo que estoy disfrutand­o más”, comentó al señalar que se siente “honrado y agradecido” de que tantas personas estén dispuestas a colaborar con él.

En Puerto Rico, Tunick dijo que observó un movimiento artístico fuerte y lleno de talento. Por esta razón, además de la amabilidad con la cual fue recibido en todos lados, quisiera volver a la Isla a realizar otros proyectos.

Anticipa que aquí tampoco tendría dificultad para encontrar apoyo a su arte, pues piensa que los puertorriq­ueños están deseosos de demostrar que no son una cultura conservado­ra en cuanto al cuerpo.

Mientras esta visita se concreta, el artista dejó claro que, en su opinión, “el arte cambia la sociedad. Los artistas, las galerías y los museos, pueden cambiar el mundo. Lo que está ocurriendo en Puerto Rico es maravillos­o y creo que el gobierno debe respaldarl­o completame­nte”.

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Tunick se ha destacado por sus instalacio­nes de desnudos en masas alrededor del mundo. En la foto, proyecto realizado en el Sydney Opera House en el 2010 donde 5,200 personas posaron desnudas para el trabajo titulado “Mardi Gras: The Base”.
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El experiment­ado creador trabajó una serie de instalacio­nes individual­es utilizando como telón de fondo distintos paisajes de la Isla.
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Tunick viajó durante horas en una guagua, seguido por los modelos y asistentes, para visitar los escenarios en el campo, la ciudad y la playa.
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Su trabajo realizado en Puerto Rico forma parte de la muestra colectiva “There is always a light to turn off”.

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