El Nuevo Día

La última parada

- JORGE FIGUEROA JORGE.FIGUEROA@GFRMEDIA.COM

SAN DIEGO, California. Cuando el estelar Carlos Correa dice que el Clásico Mundial de Béisbol supera todo lo que ha hecho hasta la fecha en su prometedor­a carrera en las Grandes Ligas con los Astros de Houston, eso evidencia el momento especial que vive Puerto Rico en el torneo.

La novena patria cumplió en sus primeras dos paradas de la competenci­a con una demostraci­ón impecable en el terreno, tanto ofensiva como defensivam­ente. Aunque el viaje de salida de Guadalajar­a fue agotador, la energía de los “rubios’’ en el Petco Park estuvo a todo vapor.

El reto en esta segunda etapa, como pintaba en el papel, no era fácil. Muchos pensaron que Puerto Rico iba a ceder un triunfo ante los poderosos de República Dominicana y Estados Unidos.

No obstante, fueron ellos los que tuvieron que lidiar con la amenaza de los ‘pollitos’, agresivos antes de cada primer lanzamient­o. Y mientras se fajaban, San Diego fue agradable para los 28 jugadores boricuas.

Al igual que en Guadalajar­a, un núcleo de fanáticos de la Isla se dejó sentir en las tribunas del estadio para darle ese toque de sazón al ambiente frío de la contemporá­nea ciudad.

Ciertament­e, los panderos y timbales sonaron más fuerte que el güiro dominicano. Tampoco se dejaron intimidar por el poderoso coro de ‘¡USA, USA!’ de los locales cuando Puerto Rico sacó cría para frenar la amenaza de los estadounid­enses.

Ahora, van por lo que esperan con ansias hace cuatro años. La última parada.

En el Dodgers Stadium le espera a Puerto Rico una selección de Holanda que ya ha dejado de ser la cenicienta del Clásico, además de una escuadra japonesa con sed de venganza por su eliminació­n ante los boricuas en 2013.

Además, la selección nacional no puede olvidar quién la acompañará en el viaje de dos horas en autobús de San Diego a Los Ángeles. Le dieron un golpe contundent­e a Estados Unidos y a República Dominicana, pero uno de ellos saldrá vivo del último choque de segunda ronda para llegar con mayor causa al baile final.

Así las cosas, ahora queda el tramo más importante, donde no se puede perder. Ya Puerto Rico pisó en el 2013 la tierra más deseada del Clásico, y supo moverse hasta la final con fluidez.

En el 2017, cuando todo le ha salido bien a Puerto Rico, la misión no debe tener contratiem­pos cuando restan 54 outs para alzar el trofeo, más deseado por los nuestros que un campeonato de Serie Mundial.

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