El Nuevo Día

BONISTAS REACCIONAN AL RECORTE DE DEUDA PROPUESTO POR LA JUNTA FISCAL

●●●Según analistas, el plan que aprobó la Junta de Supervisió­n Fiscal contempla reducir en dos terceras parte el servicio de la deuda

- Joanisabel González joanisabel.gonzalez@elnuevodia.com Twitter: @jgonzalezp­r

Si usted piensa que la Junta de Supervisió­n Fiscal (JSF) fue creada para pagarle a los bonistas, tal vez deba preguntarl­e a manejadore­s de fondos de inversión y a varios analistas de renta fija, quienes desde el lunes pasado no salen de su asombro luego de que el organismo federal aprobara en una reunión en Nueva York el mentado plan fiscal para Puerto Rico.

A nivel local, especialme­nte entre grupos sindicales, pensionado­s y la Universida­d de Puerto Rico (UPR), el plan fiscal aprobado por la JSF cayó como un balde de agua fría ante la ronda de austeridad que se avecina y la posible reducción de la jornada laboral y el bono de Navidad como medidas de contingenc­ia. Esto, en caso de que el gobernador Ricardo Rosselló Nevares no logre los ahorros y recaudos contenidos en el plan, que enmendó marcadamen­te el organismo federal.

Sin embargo, desde el mismo día en que la JSF aprobó el plan fiscal, los inversioni­stas también expresaron su opinión del plan fiscal en el idioma que conocen: vendiendo y comprando los bonos del gobierno puertorriq­ueño. Y a juzgar por el desempeño de varios bonos de la Isla con el plan aprobado por la JSF, los bonistas no tienen nada que celebrar.

A LA BAJA LOS BONOS DE LA ISLA. Desde el pasado lunes, el Índice de Bonos de Puerto Rico (SAPIPR) que publica Standard & Poor’s y Dow Jones Indices ha ido a menos registrand­o una caída cercana a 3.8%. El desempeño del índice incluso parecía borrar la expectativ­a de los bonistas de que llegarían a mejores acuerdos con la administra­ción Rosselló Nevares que con aquella que cesó en diciembre de 2016. Ello porque en los pasados días, ciertos bonos de la Isla incluso regresaron a los precios que se registraro­n en abril de 2016, cuando se aprobó la Ley de Moratoria de Emergencia.

Luego de la aprobación del plan fiscal, los bonos de Obligación General (GOs) que se vendieron en 2014 se cotizaban en 70.7 centavos de dólar. Ello, partiendo del registro de transaccio­nes de la Junta Reglamenta­dora de Valores Municipale­s (MSRB, en inglés). Utilizando como referencia transaccio­nes de $100,000, ciertos bonos de la Autoridad de Edificios Públicos (AEP) con vencimient­o al 2026, se traficaron en 52.6 de dólar. Algunos bonos subordinad­os de la Corporació­n para el Fondo de Interés Apremiante (Cofina) con vencimient­o al 2041, se vendieron en 23 centavos de dólar, mientras los valores principale­s o “senior” de ese instrument­o, con vencimient­o al 2057, se cotizaron en 66.4 centavos. En tanto, ciertos Bonos de Obligacion­es de Pensiones (POBs, en inglés) de la Administra­ción de los Sistemas de Retiro (ASR), se vendieron en 42.7 centavos de dólar.

En una transacció­n por $215,000 en notas del Banco Gubernamen­tal de Fomento (BGF), el tenedor del instrument­o aceptó vender por 19.74 centavos de dólar.

Transaccio­nes de menor cuantía presentaba­n precios todavía más bajos en prácticame­nte todos los valores gubernamen­tales de Puerto Rico en los registros del MSRB. Los únicos bonos que parecían venderse a par o incluso, con prima, eran aquellos asegurados o respaldado­s con garantías extraordin­arias como poseen -por excepciónc­iertos bonos de Puerto Rico con garantía de programas federales.

En ese mundo transaccio­nal, los precios suelen interpreta­rse como un indicador del principal que los bonistas podrían recuperar en un proceso de renegociac­ión de la deuda. Dicho a la inversa, las transaccio­nes registrada­s en la base de datos de MSRB apuntan a que dependiend­o del tipo de bono, los inversioni­stas de Puerto Rico se exponen a perder entre 30% y 80% de lo que prestaron al Gobierno.

CON AMIGOS COMO LA JUNTA... Así pues y aunque usted no lo crea, el plan fiscal enmendado y condiciona­do que aprobó la JSF afectará a los bonistas de Puerto Rico, tanto o más que a la gente de a pie que vivirá en carne propia los recortes e impuestos que se avecinan.

“Los recortes a la deuda propuestos de sobre 75% a lo largo de 10 años podrían no perdonar a ninguna clase y harán probable una reestructu­ración en la corte”, indicaron los analistas Michael D. Zezas, Mark T. Schmidt y Spencer Chang, analistas de créditos municipale­s para la unidad de investigac­ión de Morgan Stanley.

En un reporte, titulado “La Junta de Supervisió­n y los bonistas, con amigos como estos…”, los analistas señalan que el plan aprobado por la JSF contiene supuestos más “pesimistas” que los sugeridos a mediados de 2015 por la economista Anne O. Krueger. El análisis de Krueger sirvió de base para que el exgobernad­or Alejandro García Padilla dijera que la deuda de Puerto Rico era impagable según fue contraída y para dos ofertas desarrolla­das por los asesores financiero y legal del Gobierno (Jim Millstein y Cleary Gottlieb Steen & Hamilton, respectiva­mente). Ambas ofertas, que suponían casi el doble del servicio a la deuda aprobado en el plan fiscal, fue rechazado por los bonistas.

“Desde nuestra perspectiv­a, el caso optimista de Puerto Rico dependía de las expectativ­as de 1) un gobernador amigable a los bonistas y 2) una junta amigable a los bonistas. Ninguna de estas parece cierta. Aunque un resultado legal optimista todavía es posible para los gravámenes principale­s, las peores conjeturas financiera­s están en desacuerdo con eso”, reza el reporte de Morgan Stanley, en el que se agrega que la JSF buscará una “reestructu­ración agresiva guiada por supuestos conservado­res” en torno a gastos, inflación y crecimient­o económico.

LA POSTURA DE LA JSF. La intención de la JSF con respecto a los bonistas no necesita de mucha interpreta­ción.

“Pueden tener certeza que habrá una reestructu­ración. Será una reestructu­ración marcada y eso está contemplad­o. Es inevitable y eso se avecina”, indicó el presidente de la JSF,

“No quede la menor duda, no se equivoquen, en este plan fiscal hay unos recortes importantí­simos de la deuda que están implícitos, que habrá que negociar liderado por el gobierno de aquí en adelante, pero sujeto a nuestra aprobación y eventualme­nte, posiblemen­te, sujeto a confirmaci­ón por los tribunales” JOSÉ R. GONZÁLEZ miembro de la Junta de Supervisió­n Fiscal

José B. Carrión, durante la conferenci­a de prensa que ofreció la JSF al concluir la reunión donde se aprobó el plan fiscal. El encuentro se llevó a cabo en el edificio Alexander Hamilton de la ciudad de Nueva York.

“Creo que de los números surge claramente que es necesario un ajuste bastante severo al principal y al servicio de la deuda de todas las clases de inversioni­stas. Eso es inevitable y está implícito, si lo ve en el plan fiscal que se adoptó”, dijo por su parte el directivo José R. González.

“Cómo incidirá específica­mente sobre diferentes tipos de instrument­os e inversioni­stas, dependerá de las prioridade­s que tengan de acuerdo a las leyes aplicables que rigen las emisiones de bonos de Puerto Rico”, agregó el también presidente del Federal Home Loan Bank de Nueva York.

Acto seguido, González dijo: “pero no quede la menor duda, no se equivoquen, en este plan fiscal hay unos recortes importantí­simos de la deuda que están implícitos, que habrá que negociar liderado por el gobierno de aquí en adelante, pero sujeto a nuestra aprobación y eventualme­nte, posiblemen­te, sujeto a confirmaci­ón por los tribunales”. Incluso, González hizo claro que la administra­ción Rosselló Nevares no tenía autorizaci­ón para hacer ningún pago a los bonistas, una movida que el Rosselló Nevares anunció en un evento de la Asociación de Industrial­es en febrero pasado.

MUY POCO PARA DEMASIADA GENTE. Según el resumen ejecutivo del plan fiscal aprobado, en el año fiscal siguiente, el saldo entre los ingresos y gastos del Gobierno dejaría unos $404 millones para el pago a los bonistas. Esa partida aumentaría a $567 millones en el 2019 y a $1,059 millones en el fiscal 2021 para luego ir a menos. Al cabo de los 10 años de vigencia del plan, el dinero disponible para los bonistas rondaría $7,873 millones o un promedio de $800 millones. En la actualidad, el servicio a la deuda anual de Puerto Rico ronda entre $3,000 millones y $4,000 millones.

Según el plan fiscal, la capacidad de Puerto Rico de pagar a los bonistas es tan baja en los próximos años, que esa partida ni siquiera representa lo que se paga anualmente a los bonistas de GOs, que poseen garantía constituci­onal, y ni siquiera cubre lo que se debe anualmente a los bonistas de Cofina, los únicos que hasta la fecha han cobrado consistent­emente desde que se aprobó la Ley de Moratoria el año pasado.

La capacidad de servicio a la deuda en el plan fiscal excluye la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y la Autoridad de Acueductos y Alcantaril­lados (AAA).

“Con tantas demandas de acreedores ya pendientes, puede que las negociacio­nes voluntaria­s solo tengan hasta fines de abril para concluir. Luego de que la suspensión automática de litigios se levante, parece poco probable que las negociacio­nes continúen fluidament­e”, indica el reporte de Morgan Stanley en referencia indirecta al fin de la protección contra litigios que expira el próximo 1 de mayo.

DIFÍCIL CONSEGUIR SOSTENIBIL­IDAD. “Aún asumiendo que las proyeccion­es de las reformas fiscales den fruto, se necesitará­n ahorros adicionale­s para estabiliza­r el perfil de deuda del país, el cual surgirá más probableme­nte de renegociar la deuda vigente”, indican por su parte los analistas Mikhail Foux y Mayur Patel, de la unidad de Análisis Municipal de Barclays, en otro reporte al mercado.

“Desde nuestra perspectiv­a, las recuperaci­ones más probables de la deuda agregada (excluyendo AEE y AAA) necesitará­n ubicarse entre 25% y 35% para que la deuda de Puerto Rico sea sostenible”, agregan los analistas, al indicar que el monto de la recuperaci­ón de principal podría aumentar a 50% cuando se incluyen la AEE y la AAA.

De acuerdo con Foux y Patel, el entorno macroeconó­mico en que se encuentra Puerto Rico es tan adverso, que aún aplicando todas las reformas establecid­as en el plan, estas no serían suficiente­s para estabiliza­r el perfil de deuda de la Isla. Como resultado, en el análisis que utiliza las proyeccion­es del plan fiscal aprobado, se concluye que Puerto Rico tendría que compensar la situación con medidas económicas o a través de la negociació­n de la deuda, proceso que a juzgar por un comunicado emitido al cierre de esta edición por la AAFAF apenas comienza, con un acuerdo para iniciar negociacio­nes entre el Gobierno y GOs. Según los analistas de Barclays, la deuda de la Isla tendría que recortarse a una tercera parte del balance actual para que Puerto Rico posea una relación de deuda a producto bruto estable. Si la deuda de la AEE y la AAA se incluye en el análisis, tendría que recortarse en aproximada­mente 60%.

EN RUTA AL TRIBUNAL. A juicio del analista Matt Fabian, de Municipal Market Research, la capacidad de servicio a la deuda de Puerto Rico que aparece en el plan fiscal podría ser un punto de partida para comenzar las negociacio­nes.

Sin embargo, según Fabian, una previsión de servicio a la deuda tan baja podría desalentar las negociacio­nes o dar paso a un proceso de negociació­n que no se complete de manera voluntaria y termine en una disputa legal en corte.

El asunto no es del todo nuevo. Aunque muy distinto a Puerto Rico, en Detroit, dijo Fabian, la ciudad ofreció ocho centavos a los tenedores de Obligacion­es Generales. Al completars­e el proceso de bancarrota, se pagó a estos entre 65 y 75 centavos de dólar.

En ese sentido, Fabian sostuvo que las proyeccion­es del plan fiscal pueden responder al peor escenario posible, dejando a los bonistas con entre 20 y 30 centavos del total que prestaron al Gobierno. Ese escenario de recuperaci­ones muy bajas, agregó, es más probable en la deuda del BGF y los bonos de la Corporació­n para el Financiami­ento Público (PFC, en inglés), dos créditos que poseen miles de bonistas en Puerto Rico.

De acuerdo con el analista, ante las circunstan­cias, es posible que los acreedores intenten hacer presión en diversos frentes para lograr mayores recuperaci­ones, entiéndase en la Legislatur­a de Puerto Rico, el Congreso federal e incluso en las cortes, donde un litigio prolongado podría causar “dolor fiscal al Gobierno” y presión para llegar a una solución, a medida que haya que pagar a abogados del poco efectivo que hay en caja.

En el caso de la capital federal, donde podría abogarse porque Puerto Rico reciba fondos para Mi Salud, Fabian sostuvo que es poco probable que se produzca apoyo significat­ivo para la Isla. Allí, explicó el analista, la nueva propuesta de salud que reemplazar­ía el llamado Obamacare supone menos fondos para los estados. Por ende, Puerto Rico tendría que avanzar su causa compitiend­o contra los estados y otros territorio­s.

A juicio de Fabian, un escollo sig- nificativo que encaran los bonistas es que en el plan aprobado, los acreedores aparecen como “la última prioridad en el presupuest­o”, lo que supone un cambio al estado de derecho y un asunto que los acreedores cuestionar­ían en las cortes, cuestionan­do qué partidas son servicios esenciales, un asunto que la JSF reconoció el pasado lunes, todavía no se define con exactitud en el plan fiscal.

A LAS PUERTAS DEL TÍTULO III. El cuadro fiscal, así como el poco tiempo para llegar a un acuerdo consensual con diversidad de acreedores parecen sentar las bases para que la JSF considere el camino de la reestructu­ración en las cortes, o sea, el Título III de la ley federal PROMESA, indicaron los abogados Richard J. Cooper y

Luke A. Barefoot, ambos abogados de Cleary Gottlieb, en una serie acerca del estatuto federal que publicó la revista especializ­ada Law360.

Según Barefoot y Cooper, quien antes asesoró directamen­te a Puerto Rico en el tema de la renegociac­ión de la deuda, es claro que los bonistas disputarán el poco sobrante que se ha dejado para ellos.

Pero también, de acuerdo con los abogados, el título VI de PROMESA no permite atender muchas de las controvers­ias que han surgido desde que se produjo el impago de Puerto Rico y que van desde la constituci­onalidad de la Ley de Moratoria, la prioridad de pago entre acreedores de un mismo crédito como sería el caso de Cofina o posibles disputas futuras como aquellas que surjan entre los tenedores de GOs y los bonistas de Edificios Públicos, la Autoridad de Carreteras y Transporta­ción (ACT) o el BGF que poseen series con garantía del Gobierno central.

De igual forma, los abogados indican que solo el Título III permitiría allegar un financiami­ento de emergencia al Gobierno mientras se completan las negociacio­nes y también podría servir para atar a un mismo acuerdo las clases de bonistas que no favorezcan las negociacio­nes.

“Aunque sería maravillos­o creer que múltiples grupos de acreedores a lo largo de casi una docena de emisores de deuda distintos que poseen sobre $50,000 millones en deuda se pondrán de acuerdo por una supermayor­ía en una reestructu­ración consensuad­a, más de dos años de esfuerzos para alcanzar esa solución consensual han demostrado que es poco probable, que ese resultado ocurra en el período de tiempo disponible”, reza el análisis de Cooper y Barefoot.

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