JAMES CARTER PASÓ DEL BALONCESTO AL ‘EJÉRCITO’
Guayama le dedica la temporada 2017 a su excanastero, quien en la actualidad labora en las instalaciones del Ejército de la Salvación
GUAYAMA. - James Raymond Carter Gaudino nació el 27 de marzo de 1964 en la ciudad de Nueva York, pero en realidad se podría decir que es oriundo de Guayama. Este pueblo lo adoptó desde que debutó con los Brujos del Baloncesto Superior Nacional (BSN) en 1987, convirtiendo al equipo sotanero en un contendor al campeonato por varios años. Poseedor de un estilo vistoso, fluido y con explosividad, Carter promedió 23.9 puntos por juego en su primera temporada en la Isla en 1987, lo que resultó ser su bautizo como guayamés. Jugó con los Brujos desde 1987 hasta 2001. Tras militar con los Indios de Mayagüez, Criollos de Caguas, Capitanes de Arecibo y con los Maratonistas de Coamo, en el 2006 regresó a Guayama para jugar su última temporada con los Brujos, el equipo que lleva en su corazón. Mientras militó con Guayama, Carter usó el 11 en su uniforme con los Brujos. Y de ahora en adelante, ningún otro jugador de ese equipo vestirá el número. Esta noche, en la cancha Dr. Roque Nido de este municipio, la franquicia retirará oficialmente el número de Carter, a quien también le dedica esta temporada. Sin lugar a dudas, es un honor merecido. Guayama siente y demuestra un amor especial por Carter, el cual es correspondido por el ya retirado jugador, quien labora en las modernas instalaciones de recreación del Ejército de Salvación del pueblo. “Ya era hora que hicieran lo que van a hacer el sábado. Yo nací en el 1988 y desde chiquito me acuerdo de ti”, le dijo Wilfredo Díaz a Carter cuando se toparon en el lugar de trabajo del exbaloncelista. “Hay jugadores que ganaron campeonatos para su equipo, pero no tuvieron el impacto que tú has tenido en este pueblo, jugadores con campeonatos que no fueron un buen ejemplo para la juventud”, agregó Díaz sobre Carter, quien llevó a los Brujos a dos series finales (1991 y 1994), cayendo en ambas ocasiones ante los Atléticos de San Germán. Hoy día, a más de una década de la última vez que se puso las franelas de los Brujos, Carter sigue siendo una celebridad en Guayama, donde vive y labora.
El Nuevo Día visitó recientemente al excanastero, quien habló de su vida tras abandonar la cancha, de sus actuales labores como Gerente de Comunicaciones y Recaudación de Fondos en el Ejército de la Salvación, y de sus recuerdos como una de las estrellas de las épocas de oro del básquet boricua y como miembro de la Selección Nacional. ¿Como nació ese lazo con Guayama? Hablando honestamente, cuando empecé a jugar baloncesto con los Brujos la gente desde el principio era superbrutal (buena) conmigo. En mi primer año aquí yo promedié sobre veinte y pico de puntos por juego. ¡Pero ganamos seis juegos! ¡Y perdimos 24! Con todo y eso, la gente se portaba muy bien conmigo en la calle. Me decían, ‘Tremendo trabajo, James. Cógelo con calma. Estamos mejorando’. Y yo pensaba que ‘esta gente está loca’. Pero después me enteré que el año antes de que yo llegara, ganaron dos juegos y perdieron 28. Mis primeros dos años jugando aquí, cuando se acababa la temporada me iba para Nueva York y trabajaba entregando paquetes como en (una empresa similar a) FedEx. Entonces, en el 1989, fue mi primer año jugando con la Selección y así empecé a vivir todo el tiempo en Puerto Rico, porque estaba entrenando con la Selección. Y cuando empecé a jugar con la Selección, el cariño de la gente lo sentía no solo en Guayama sino en toda la Isla. Pero aquí en Guayama siempre me han tratado superbién, hasta hoy día. Me tratan siempre como si hubiera nacido aquí. ¿Cómo fue tu transición de atleta a profesional de la comunicación y encargado de la recaudación de fondos para becas en el complejo del Ejercito de Salvación? Bueno antes de esto, yo estaba trabajando de ‘coach’ en las categorías menores en Canóvanas. Mientras trabajaba allá, me recomendaron para trabajar en el nuevo edificio de ‘The Salvation Army’ acá en Guayama. Pasé el proceso de entrevistas y hace como un año me mudé de regreso acá. Ahora que te retiraste, ¿sigues el Baloncesto Superior Nacional? No tanto como creo que debería. Pero como no estoy con ningún equipo como asistente del ‘coach’ ni nada así, pues no lo sigo tan de cerca. ¿Y el baloncesto estadounidense? Yo sigo más el baloncesto colegial. Me gusta mas el baloncesto de universidad que el profesional. El baloncesto de la NBA es más ‘show’ que otra cosa. Pero lo sigo, como el tremendo trabajo que está haciendo Russell Westbrook. Está matando la liga. ¿Cuál aspecto de tu actual trabajo es el más difícil? Pues conseguir el dinero, los fondos para las becas que le otorgamos a los niños. Mi forma de pensar es que es mejor hacer las cosas en grupo. Pedir poco, pero a mucha gente, y unir los esfuerzos. Cuando hago eso mucha gente me ayuda; es como echar todos los chavos en un pote. Pero estoy tratando de que vean que es una manera de ayudar a la comunidad. ¿Qué aspecto de tu nueva posición te brinda más satisfacción? Ver cuando uno de los muchachitos de mis clínicas son becados por una escuela. ¿Extrañas estar envuelto en el BSN, ya sea como dirigente o formando parte de algún cuerpo técnico? A veces sí, pero a veces no. La liga es mucho más diferente a cuando yo jugaba. Hay menos equipos, y pocos jugadores se quedan año tras año en el mismo equipo como hacían en mi tiempo. Y la liga ha decaído, pero eso en parte se debe a la tecnología. En mi época no había Internet pero ahora hay por toda la Isla, y se ve mucho la NBA por la televisión. Pero para la época en que yo jugaba, el NBA de Puerto Rico era el BSN. Por eso nos reconoce tanta gente por la calle. ¿Qué te parece ver a un contemporáneo tuyo (Eddie Casiano) fungir ahora como dirigente de la Selección Nacional? Yo pienso que lo debieron poner un poco más temprano, a alguien como Eddie, que jugó y que tiene la trayectoria y el conocimiento para ocupar ese puesto. De tus años en la Selección Nacional, ¿cuál logro es el más significativo? Pues llegar cuartos en el mundo (en el Mundial Argentina 1990), que es una cosa grandísima. También en 1991, cuando ganamos los Panamericanos. En 1994 cuando ganamos oro en los Juegos de la Buena Voluntad en Rusia. Y ser parte de un equipo que estaba consistentemente clasificado entre los mejores 10 del mundo. Tuviste una etapa de empresario, cuando junto a Jerome Mincy abrieron un negocio llamado ‘Two J’s Café’, en la avenida Isla Verde. ¿Cómo surgió esa idea?
Lo que pasa es que después de los juegos, todos nos íbamos a Lupis. Y una vez allí Jerome me dijo: ‘James, tantos jugadores que vienen para acá a gastar chavos. ¡Vamos a abrir un sitio para nosotros, para los jugadores y esas cosas! Y en el (año) 2000 nosotros juntamos un dinero, alquilamos un lugar y pusimos el negocio. El negocio fue un palo desde el 2000 hasta el 2007. Pero antes había un parking detrás del Walgreens, entrando por Pizza City y allí la gente se estacionaba. Pero entonces los bomberos empezaron a construir allí y los clientes comenzaron a estacionarse por la calle y la Policía empezó a darles tickets. Y literalmente los clientes venían y nos traían el ticket y nos decían: ‘Mira el ticket que me dieron. ¡Cien pesos! Eso era lo que yo iba a gastar aquí’. Nos dimos cuenta que la clientela comenzó a bajar y vendimos el negocio.