Nuestra Sinfónica, un baluarte
La violinista madrileña Leticia Moreno fue la solista invitada al concierto del sábado
Algunos melómanos despistados se sorprenden de que el maestro Maximiano Valdés, director titular de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, tuviera que cortar la séptima de Bruchner del programa “Luz y tinieblas” del sábado en la Sala Sinfónica Pablo Casals, porque llevaba músicos adicionales.
El concierto abrió con una versión reducida para orquesta de cámara (roguemos no sea otro presagio) de la “Suite del ballet Appalachian Spring” de Copland. A partir de una clara dirección de Maximiano Valdés, se destacaron en su fraseo preciso -además de un mínimo de atriles de las secciones de la cuerda frotada-, tres solistas de la sección de viento-maderas: los maestros Jonathan Figueroa en la flauta, Kathleen Jones en el clarinete y Adam Havrilla en el fagot. Cabe destacar la sutil complejidad de la parte de piano a cargo del profesor Félix Rivera Guzmán, que juega constantemente en contraste y también integrada al resto del conjunto instrumental minimalista.
Y hablando de recortes, es una lástima que este concierto no se grabara para la programación y archivo de WIPR-TV.
Nuestra Orquesta Sinfónica -la de todos los puertorriqueños incluyendo la diáspora-, con sus virtudes y problemas, es un baluarte de nuestra oferta cultural-turística de actualidad, a base de disciplina y trabajo en equipo. Son estos 80 excelentes músicos, a nadie le quepa la menor duda, nuestra mejor cara.
La violinista madrileña Leticia Moreno fue la solista invitada para una memorable interpretación del quinto concierto para violín y orquesta mozartiano.
Toda concentración, la delicada musicalidad y belleza de esta exitosa artista internacional contagiaron al conjunto acompañante-colaborador y al atento auditorio.
La orquesta cerró con una deslumbrante lectura de los cuatro movimientos la tercera sinfonía de Mendelssohn, otra delicia. El público correspondió con una merecida ovación.