El Nuevo Día

Fallece “El Gallito de Manatí”

José Miguel Class “El Gallito de Manatí” murió ayer por complicaci­ones de salud tras varios meses hospitaliz­ado Su esposa, Donis Nazario, y sus hijos José Carlos y Mariadonis recibieron la noticia llenos de paz

- Patricia Vargas Casiano pvargas@elnuevodia.com Twitter@patrialibe­rtad

A pesar de que José Miguel Class, “El Gallito de Manatí”, llevaba meses hospitaliz­do sin mejoría, su familia y un pueblo que no dejaba de orar por su salud, no perdían las esperanzas de volverlo a ver cantar.

El artista partió ayer a las 6:19 de la mañana en el hospital Auxilio Mutuo de Río Piedras por complicaci­ones de salud que iniciaron en febrero con una cirugía de corazón abierto que salió airoso. Sin embargo, hubo que realizarle una traqueotom­ía tras caer en un coma del que también salió. No obstante, con cada recaída mermaba más su organismo.

“Le doy las gracias al pueblo que siempre que siempre se mantuvo orando por José Miguel”, dijo en paz Donis, su esposa por 46 años que lo amo y lo cuidó, y con la que procreó sus dos hijos menores, Mariadoni y José Carlos.

Además, Class tuvo otros cuatro hijos de anteriores relaciones, José Miguel, Mayra Ivelisse, y los gemelos Leoncio Miguel y José.

Antes de partir, el cantautor expresó a este diario que siempre estuvo satisfecho con lo que recibió.

“Dios me ha dado todo y la vida es Dios, sin Él no hay nada. Conozco La Biblia porque la estudié con los Testigos de Jehová. Aprendí mucho de todas las religiones y me quedé con Jehová”.

“Cuando recibí la llamada de mami para decirme que papi murió me sentí tranquilo y satisfecho porque su condición no mejoraba, vivíamos en espera de que pasara algo. Pero estoy contento porque mi padre dejó en este mundo un legado al pueblo en sus canciones y su recuerdo. Yo conocí a un papá que hasta el último momento guiaba, era independie­nte y verlo en la cama era un amargura. Todos los días le pedía a Dios que si me lo dejaba vivo yo lo iba a cuidar pero si iba a estar sufriendo que se lo llevara.

Parece que Dios necesitaba a un cantante junto a él, y se llevó a uno de los mejores, y en un Jueves santo”, compartió José Carlos quien reside en la Florida y llegaría anoche a la Isla con su hermana Maríadoni.

José Miguel, el mayor de los hijos llega hoy de Tampa. Mientras que su hermana Mayra, reside en la Isla. VIDA Y CARRERA DE “EL GALLO”. Hombre de principios, respetuoso, elegante, buen padre, que le gustaba hacer reír a todos valiéndose de su gaguera, nació campo dentro, entre Manatí y Ciales. Fue el menor de 10 hijos y tras morir su madre, María Ponce, cuando José Miguel tenía solo seis años se fueron a vivir a El Fanguito en Santurce.

“Era un ambiente bonito aunque de una pobreza muy grande. No había trabajo, mi papá era mayor y estábamos al amparo de lo que nos diera mi hermano y de la comida que nos daban los vecinos”, recordó el artista en una entrevista con El Nuevo Día.

A los nueve años, José Miguel se hizo cantante por vocación, y por necesidad, gracias a que su padre, Leoncio Class, le había enseñado a cantar música jíbara desde los cuatro años. Logró fama internacio­nal y una carrera de más de medio siglo con más de 240 discos grabados, su propio programa de televisión por nueve años “El show del gallo” (canal 11) y una película que lo catapultó al estrellato, “Yo soy el gallo” que filmó en México.

José Miguel comenzó como trovador pero se distinguió también por cantar rancheras y que añadió un atractivo más a su carrera, y a su gran fanaticada femenina que hacía cola para verlo actuar. En ese entonces y durante un show en Nueva York, salió su célebre frase “mamacita aquí está tu gallo soltero y sin compromiso”.

Esa virtud para cantar la música mexicana lo llevó a trabajar en México durante cuatro años con ídolos de la época como Luis y Antonio Aguilar, Flor Silvestre, Joaquín Soler, Miguel Aceves Mejía y Vicente Fernández. Pese a las tentadoras ofertas que recibió de ese país, él nunca quiso dejar su patria y terminaba rechazándo­las. Su fanaticada se extendió a muchos países de Latinoamér­ica como Colombia y Perú.

Trabajó con los productore­s Paquito Cordero y Luis Vigoreaux y grabó merengue con el Conjunto Quisqueya y con Wilfrido Vargas.

Su físico y el romanticis­mo de sus canciones encantaba a las mujeres, y nunca negó que fuera mujeriego, pero el verdadero amor lo encontró en su esposa Donis Nazario con quien se casó en el 1971.

“Le dije ‘soy un hombre mujeriego, quizá algún día cambie’. Le llevaba 13 años, ella tenía 19, y me respondió que no le importaba que se quería casar conmigo. Me enamoré de ella y no solo por lo bonita que era sino por lo buena. Nos casamos y fui cambiando. Dios me bendijo con esa mujer”.

La vida le otorgó la razón a la pareja; él cambió y ella nunca se separó de su lado, cumpliendo cabalmente con el mandato del matrimonio, “hasta que la muerte los separé”.

Aunque nunca fue millonario, como tantos artistas de la época, José Miguel siempre supo que su verdadera fortuna estaba en el espíritu y en el cariño de todo ese público que hasta el final de sus días le demostró su cariño y respeto.

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El cantante siempre decía que Dios lo bendijo con una esposa bonita y buena como la suya, Donis Nazario.
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José Miguel y Tavín Pumarejo eran amigos y grabaron juntos la producción navideña “Los gagos parrandero­s”.

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