El Nuevo Día

Hacia una cultura de investigar en la UPR

- Gustavo A. Martínez Rodríguez Profesor Universita­rio

Sin duda alguna los conflictos huelgarios son eventos traumático­s que marcan generacion­es y transforma­n la vida de muchos de sus protagonis­tas. De esos procesos siempre hay lecciones que aprender, experienci­as que modifican conductas y en ocasiones, los estilos de lucha, y la forma en que futuras generacion­es dirimen la solución de los conflictos.

La importanci­a de la investigac­ión como eje central de la enseñanza universita­ria y fuerza motriz del desarrollo social y económico de un pueblo ha sido uno de los sectores más afectados en huelgas pasadas. Contrario a lo ocurrido en el pasado, durante la huelga actual hemos visto un reconocimi­ento de parte del estudianta­do de la importanci­a de no obstaculiz­ar la investigac­ión en curso. Reiteradam­ente escuchamos expresione­s públicas de parte del liderato estudianti­l asegurando que tanto los investigad­ores como sus estudiante­s graduados tendrán libre acceso a sus instalacio­nes, proyectand­o de esta manera la mejor intención de que la lucha por sus reclamos no socavará los esfuerzos de búsqueda de conocimien­to en la Universida­d. Esa es una actitud loable que muestra ganancia de madurez de parte del estudianta­do. Sin embargo, en la práctica, el escenario actual refleja que todavía resta mucho por aprender en cuanto a lo que verdaderam­ente significa poseer una cultura de investigac­ión en un Centro Universita­rio.

La investigac­ión no es un proceso aislado que ejerce un científico en su laboratori­o, desligado del resto de la comunidad universita­ria. Todo lo contrario, los procesos de investigac­ión requieren de un ecosistema complejo que involucra de forma continua a múltiples componente­s del sistema universita­rio (desde el conserje hasta el investigad­or). La investigac­ión requiere de la redacción de propuestas, las cuales requieren a su vez la evaluación y aprobación de los canales administra­tivos (con fechas límites), de oficiales de presupuest­os, y en casos donde exista “pareo”, requiere incluso la intervenci­ón de los rectores o de presidenci­a. Los proyectos de investigac­ión requieren la radicación de contratos con agencias o entidades que financian los mismos, la contrataci­ón de técnicos o asistentes de investigac­ión. Requiere el pago de ayudantías a estudiante­s graduados, la emisión de facturas, la contabilid­ad de gastos. En las ciencias naturales, la investigac­ión conlleva la recolecció­n, procesamie­nto y análisis de muestras, el uso de vehículos oficiales, la preparació­n de órdenes de compra, el recibo de materiales y equipo, el inventario de propiedad. Gran parte de estos procesos lo realizan empleados del Sindicato de Trabajador­es o de la Hermandad de Empleados Exentos no Docentes (HEEND), sin cuya presencia en el campus es simplement­e imposible realizar con éxito la investigac­ión.

Desafortun­adamente, este aspecto no ha sido reconocido aún ni por el estudianta­do ni por los grupos sindicales y ni tan siquiera por la misma administra­ción. Nos falta aún por entender que la investigac­ión requiere el compromiso de todos, un entendimie­nto claro que la búsqueda de conocimien­to no se detiene, que una institució­n verdaderam­ente comprometi­da con la investigac­ión debe mantener (con gradacione­s que pueden ser armonizada­s a los procesos huelgarios) su andamiaje operaciona­l disponible 24 horas los 365 días del año. Pero más importante aún es que todo universita­rio se sienta partícipe del proceso, que sienta que su mera presencia en el campus lo convierte en un colaborado­r de todos los proyectos de investigac­ión.

Sin lugar a dudas, ha habido avances en el reconocimi­ento de la importanci­a de la investigac­ión para una Universida­d de vanguardia. Queda sin embargo todavía mucho por hacer para entronizar una verdadera cultura de investigac­ión en la Universida­d.

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