Isaiah Thomas juega con dos corazones
Las últimas horas vividas por Isiah Thomas huelen a dolor espiritual, por la muerte de su hermana Chyna, en un accidente de tráfico en Tacoma, el sábado pasado, tragedia que no había puesto freno a su quehacer con Boston, que perdió con pizarra de 102-106 ante Chicago en el primer choque del playoff, teniendo que enfocar su mente en el partido mientras sus ojos cocinaban lágrimas sin cesar.
Este derroche de profesionalismo y de amor por su segunda familia, los Celtics, no es común en ningún mundillo deportivo; y menos aún para alguien que juega con tanta alegría y pasión, con apenas 5'9” de estatura en tierra de gigantes, y embriagándose de valentía para recibir golpes continuamente, sin recular jamás en sus penetraciones y anotando también copiosamente con sus disparos de zurda.
Sin embargo, ahora hay que admirarlo más porque el luto no ha cambiado el color de verde del legendario team con 17 cetros en la NBA, el máximo ganador, demostrando así un control emocional sin igual, con el aval de sus familiares y el respeto y admiración de todos sus rivales; mandando un mensaje claro de lucha a sus compañeros, que le reconocen su liderazgo desde que ingresó a la plantilla en la temporada de 2014, la que no acabó en Phoenix, tras tres en Sacramento. En las dos últimas temporadas, de hecho, Thomas se ha erigido como una dínamo del cuarto periodo, con ataques despiadados por aire y tierra para beneplácito de su entrenador Brad Stevens, que siempre le da luz verde.
El aguerrido y talentudo armador planeaba competir anoche, asistir luego a los actos fúnebres, y regresar para el primer encuentro en Chicago, que sorprendió con el triunfo a domicilio frente al primer clasificado en la Conferencia Este, superando finalmente a Cleveland, el monarca defensor.
La ida de Chyna, pues, no le robó un ser amado a Isaiah: ella le trasplantó antes su corazón para que con dos lata más su deseo de victoria y superación.