Lucha por cambiar la vida de su sobrina
La película “Gifted”, que estrena hoy en la Isla, presenta una historia con un mensaje sencillo de amor
Decir que “Gifted”, el nuevo filme de Fox Searchlight que estrena hoy en Puerto Rico, es una secuela espiritual de “500 Days of Summer” probablemente no sea la mejor forma de describir la película nueva de Chris Evans y Octavia Spencer.
“500 Days of Summer” es una comedia romántica subversiva y “Gifted”, es un drama bastante tradicional, pero lo que ambos tienen en común es el excelente trabajo del guionista y director Marc Webb, quien por unos años dejó que su verdadero talento se fuera a la deriva tratando de crear una versión nueva de “Spider Man” para Sony. Lo otro que tienen en común esos dos filmes es como todas las emociones de la historia registran de una forma genuina.
Aunque Chris Evans sea la estrella más grande del elenco, y su desemno peño indica un futuro interesante cuando su contrato con Marvel expire, la historia de “Gifted” se enfoca en Mary (McKenna Grace), una niña que a penas esta superando el suicidio de su madre mientras se adapta a vivir con su tío Frank (Evans). La primera escena de la película insinúa que Mary es una típica niña de siete años que quiere ir a la escuela. La próxima escena revela que el problema no es que la protagonista le de mucho trabajo el material que recibe en clase, si no que se siente aburrida porque su nivel intelectual esta muy por encima del grado que esta cursando.
Esto es un conflicto que aparenta ser fácil de resolver. Cambiar a Mary de grado o de escuela. El problema es que su tío, quien presencio el deterioro de su hermana ante las expectativas de ser una genio, quiere que Mary tenga una vida lo más normal e inconsecuente posible, mientras que su abuela (Lindsey Duncan) quiere que su nieta complete el legado de su madre. La diferencia de opiniones resulta en un choque que llega a corte y amenaza la estabilidad emocional de toda la familia.
“Gifted” cuenta con un mensaje bastante simple. No todos aprendemos de la misma forma y la felicidad de un ser humano no es posible si no hay un balance entre el intelecto y el corazón. La simpleza de esto y el que el filme aparente ser un drama de una escala mesurada, crea la impresión de que es de estas películas inconsecuentes que no recibe ningún tipo de créditos excepto por robarle par de lágrimas al espectador. Esto no es del todo cierto. Los triunfos de esta producción son pequeños pero son dignos de ser admirados y celebrados.
En el caso de la dirección, el logro más grande de Marc Webb es evitar que todo sea socavado por un tono melancólico que llevaría el filme a registrar como un melodrama manipulador. Hay ciertas maquinaciones del guión en la última sección que retan los esfuerzos del director, pero Webb se mantiene firme en de- jar que la honestidad de las interpretaciones de su elenco principal sean las que dominen y sostenga el tono emocional.
De ninguna forma se puede decir que el trabajo de Evans en este filme es una revelación, pero su sutileza indica un potencial dramático que extenderá en su carrera por mucho tiempo. Mientras que Octavia Spencer, que interpreta a una vecina que ayuda al personaje de Evans a cuidar de Mary, se reafirma en su habilidad de ganarse la simpatía del público sin mucho esfuerzo. Los retos más grandes del filme son reservados para Lindsey Duncan, quien logra que su antagonista no parezca una villana de telenovela, y McKenna Grace, quien como Mary logra darle credibilidad al conflicto constante de la protagonista entre su intelecto y sus emociones.