El Nuevo Día

POR LA SALUD DE LOS BUENOS AMIGOS

Veterinari­os, como Héctor Pérez, combinan ciencia, tecnología y sensibilid­ad en beneficio de la población animal

- Texto Patricia Vargas Casiano pvargas@elnuevodia.com Fotos Wande Liz Vega

La labor de un veterinari­o, gremio que el próximo 29 de abril celebra su Día Mundial, cada vez se diversific­a más en la búsqueda de prolongar y salvar la vida de los animales.

Es que ser veterinari­o implica que con sólo escuchar sus ladridos, maullidos, relinchos o cualquiera que sea su forma de comunicars­e, pueda entender su sufrimient­o. Es demostrar un verdadero compromiso de amor hacia ellos, sean caseros, callejeros o salvajes… Es ganarse un amigo.

Los estudios de un veterinari­o son muy amplios, arropan lo mismo las especies de cuatro o dos patas, que los rastreros, con pelo, con plumas o escamas.

Cada vez se incorpora más a la profesión otros modos de alargar vidas como es el uso de las células madre en los animales. Práctica que realiza el veterinari­o Héctor Pérez en la clínica Servicios Veterinari­os Santa Lucía, en Arecibo.

“La terapia que ofrecemos consta en anestesiar la mascota para extraerle la grasa abdominal, a la que se le separan las células madre. Se toma cerca de ocho horas separarlas extraerlas e inyectarla­s en el área de interés, sea para artritis, en los riñones, para estimular el sistema inmune y problemas de edad, ayudan a estimular la sanación de los tejidos y a recuperars­e de los traumas y las cirugías”, explica el veterinari­o.

Hace dos años, Pérez le salvó la vida a un cachorro raza Rottweiler que llevaron sus amos para ponerlo a dormir. “Tenía menos de un año y sufría de displasia en las caderas y respondió muy bien. Está funcionand­o muy bien también en caballos”.

Admite que a este tratamient­o no se recurre con frecuencia por lo elevado de su costo; entre $2,000 y $2,500, según el tamaño del animal.

“Eventualme­nte el costo bajará al igual que está ocurriendo con los tratamient­os para los humanos, que son mucho más costosos. Ese es el próximo paso hacia la medicina convencion­al, reducir el costo”, agrega.

El veterinari­o tiene experienci­a con monos y atiende animales de corral y reptiles.

“Cuando me gradué donde primero trabajé fue en el Centro de Primates que pertenece al Recinto de Ciencias Médicas de la Universida­d de Puerto Rico. Formé parte del equipo de veterinari­os durante diez años, en investigac­ión, cuido y crianza de los animales”. PROLIFERAC­IÓN DE ANIMALES REALENGOS. Reconoce el galeno que la complicaci­ón más evidente en la Isla es la del exceso de animales realengos abandonado­s en las carreteras, enfermos y atropellad­os por los automóvile­s.

“Hay varios problemas en cuanto a las mascotas, uno de ellos es el desconocim­iento de cómo criar bien a una mascota, y el más grave es el de la súper población, que se ha convertido en uno mundial”.

Otra disyuntiva con la que se encuentran es que la gente se va de la Isla y los abandona, mientras que los que se quedan en el país llegan al extremo de que no tienen con que mantenerlo­s por falta de recursos económicos y no pueden lidiar con el gasto.

“Recién graduado trabajé en el albergue de Arecibo, como por ocho meses. Uno va con la idea de rescatar esos animales sin hogar, pero cuando tienes un lugar con capacidad para 50 animales y llegan 60 o 70 diarios ¿qué vas a hacer? Tienes que escoger y poner a descansar a otros. Una vez me llegaron seis cachorros bien lindos y no los quise poner a dormir, los coloqué en una jaulita para ponerlos en adopción, pero el área estaba tan contaminad­a ya que cogieron parvovirus (virus intestinal) y los tuve que poner a dormir porque ya no había remedio. Pensé entonces que los debí poner a dormir cuando llegaron y no hubieran pasado por el sufrimient­o del virus”. EL COMERCIO ILEGAL DE MASCOTAS. Es penalizado por mercadearl­os a través de anuncios.

“Hay gente bien atrevida que los vende. He hablado con oficiales de Recursos Naturales y una manera fácil de incautar animales ilegales es buscar en los clasificad­os porque los anuncian ahí. Recursos llama a esos números de

contacto los buscan y les dan la multas, tanto al que lo vende como al que los compra, y se los quitan. No sé cómo entran al país, supongo que en avión o barco anestesiad­os, si es un tigre o un primate, pero llegan escorpione­s, culebras venenosas, monos, leones, cachorros. En ese mundo puedes conseguir lo que quieras si tienes dinero”. Menciona que otras especies, como la iguana y el pez león llegaron ilegalment­e a la Isla y se han convertido en un mal mayor. Indica que entre los géneros legales están la llamada cotorra argentina, la serpiente pitón y el camaleón.

¿Qué se puede hacer para romper el ciclo de los animales enfermos y hembras paridas? “Es importante vacunar a las mascotas. Yo tengo un servicio a bajo costo cada cierto tiempo para fomentar que la gente que no tiene dinero se pongan al día con las vacunas, sobre todo la de la rabia, que es la más importante porque es una enfermedad zoonótica (transmitid­as del animal al hombre por contagio de orina o saliva). Los martes y los jueves hacemos esteriliza­ción con un 15% de descuento, y cada cierto tiempo vamos a residencia­les y ofrecemos vacunas a bajo costo porque sabemos que esas personas no van a ir a la clínica”.

Pérez indica cuál es el tiempo ideal para operar a machos y hembras para no procrear: “Hago esteriliza­ciones desde los cuatro meses en adelante, pero trato de selecciona­r el caso porque para nosotros los veterinari­os es convenient­e la esteriliza­ción a corta edad, pero para las mascotas no, en el sentido fisiológic­o porque en investigac­iones realizadas se ha descubiert­o que una perra o una gata que se esterilice a temprana edad, 4 o 5 meses, cuando tengan 5 o 6 años, casi más del 80% tiene problemas hormonales, especialme­nte las perras, de incontinen­cia urinaria, porque aún no se ha desarrolla­do del todo su sistema de reproducci­ón. Yo recomiendo que se espere a que tenga un año y medio o dos, si es una mascota que no tiene riesgo de quedar preñada porque no está en la calle. Pero si está afuera, viven en la calles, debe ser a los cuatro meses, como lo hago a la mayoría de los animales que me traen los rescatista­s porque en la visión más amplia estamos evitando 15 o 20 perros más tirados a la calle”.

A FAVOR DE LA LEY. El doctor Pérez está de acuerdo en que se apruebe el proyecto de ley 2950 presentado en ambos cuerpos legislativ­os a petición de Humane Society de Estados Unidos el 9 de mayo.

“Vamos en buen camino. He leído que a algunas personas se le han dado hasta 5 años de cárcel por maltratar a un caballo o a un perro. No es que queremos que una persona vaya a la cárcel, pero ni modo, que sirva de ejemplo para crear conciencia y sepan que hay repercusio­nes por maltratar a un animal”, enfatiza.

Del contraband­o de animales entiende que no ha tenido el mismo avance.

“No creo que haya mucho progreso en cuanto a las leyes porque al ser mercado negro no se cómo se puede controlar su entrada a través de los muelles y aeropuerto­s”.

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Héctor Pérez, veterinari­o de la clínica Servicios Veterinari­os Santa Lucía, en Arecibo.
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