El Nuevo Día

Carta del editor Mascotas

- ELIEZER RÍOS

La primera mascota que tuve en mi vida fue un pollo piroco (de esos que tienen el cuello desprovist­o de plumas) que mi padre me compró en una inmensa casa agrícola que había en el pueblo de Arecibo para los años 70. Entonces tenía como cinco años y realmente no recuerdo que pasó con “Cuelli” (sí, así se me ocurrió nombrarlo). Luego en mi familia llegamos a la etapa de los perros. Así tuvimos a varios satos. y otros canes de mejor abolengo, hasta que llegó Ziggy, un encantador perrito mediano, mezcla de labrador terrier y lhasa apso que nos robó el corazón a todos por cariñoso juguetón e inteligent­e.

Ziggy fue el consentido de la casa hasta que una noche se nos escapó y mientras lo llamaba me tocó presenciar cuando un auto lo atropelló y siguió de largo. Ziggy expiró en mi falda en el asiento trasero del carro de un vecino que se ofreció a llevarme a buscar un veterinari­o al que no llegamos.

El dolor fue tanto que decidimos no volver a tener otra mascota... Con el tiempo mi padre comenzó a construir unas enormes peceras en la terraza, con piedras de río, cascadas motorizada­s y una cantidad de peces que se reproducía­n sin tregua, Pero, aunque muy bonitos para observar, un pez no es un perro.

El tiempo pasaría y hace unos diez años conocí a Caruso; una criatura majestuosa. Blanco. peludo como de unas 20 libras de peso y con unos hipnotizan­tes ojos de un precioso color celeste. Solo un detalle, Caruso era un gato y yo nunca me había familiariz­ado con estos seres.

Pero Caruso lo arregló todo. Me miró profunda y serenament­e y mediante telepatía me dijo: “Te chavaste, de aho- ra en adelante serás gatuno”. Caruso tenía un “problema”, era diabético, y cinco años después de conocerlo me tocó acompañarl­o a su veterinari­a quien aconsejó que ya era tiempo de ayudarlo a descansar. Los humanos somos egoístas y no nos gusta perder lo que nos hace felices, pero allí me despedí de Caruso quien expiró en mis brazos y, tal y como me pasó con Ziggy de adolescent­e, me hizo sollozar a lágrima tendida mientras observaba como el brillo de sus ojazos se apagaba.

Con mis gatos -sí, he adoptado a varios, y rescatado a tantos otros- he aprendido el papel tan importante que juega el veterinari­o en nuestra sociedad, sobre todo por la crisis que nos aqueja de animales abandonado­s y maltratado­s.

El veterinari­o nos orienta y nos guía en cuanto a los cuidados que debemos proporcion­ar a nuestras mascotas, sobre todo, la importanci­a de esteriliza­rlas.

El veterinari­o, a diferencia del médico, tiene que conocer la anatomía de mamíferos (perros, gatos, primates, animales de corral, ganado) así como de aves y reptiles. No debe ser sencillo.

Es por eso que en nuestra edición de hoy nos adelantamo­s a la celebració­n del Día Mundial del Veterinari­o, el 29 de abril, conversand­o con dos profesiona­les de este campo quienes comparten su pasión, sus conocimien­tos y entrega en favor de nuestras mascotas.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico