Apostemos a lo de aquí
Esta semana culminó mi presidencia en la Asociación Productos de Puerto Rico (APPR) y es inevitable repasar los dos años de trabajo bajo mi liderato.
Como presidente de la APPR tuve la oportunidad de trabajar junto a un innumerable grupo de profesionales que tienen como norte el desarrollo pleno de nuestra economía. Durante estos años el País ha vivido tiempos sumamente difíciles y la APPR ha sido parte de la discusión pública.
En primer plano, logramos cuantificar con data empírica y objetiva, no sólo cuál es el reconocimiento y el valor del logo “Hecho en Puerto Rico,” sino también cuál es el impacto macroeconómico de apoyar los productos y servicios locales. Esperemos que no le quede duda a nadie de que una de las formas más directas y sencillas de ayudar a nuestra maltrecha eco- nomía es buscando el sello en la góndola, buscando servicios provistos por empresas locales o sustituyendo materiales y productos importados.
Además, los empresarios tenemos que hacer un esfuerzo consecuente de sustituir insumos con productos locales y buscar dónde podemos hacer la diferencia. La data es irrefutable. Estamos hablando de miles de millones de dólares que se quedarían en nuestra economía y así aumentarían los empleos, los recaudos de Hacienda y nuestro producto interno bruto. Mas aún, le daríamos escala a nuestros productores locales impulsando así nuestra capacidad de exportar.
En segundo lugar, tuve la oportunidad de trabajar de la mano con el liderato de la Coalición del Sector Privado (CSP). No podemos descontar la importancia de que la CSP ha unificado grupos empresariales que tradicionalmente se enfocan en intereses individuales de su matrícula. La CSP logró mantener un fin común, que siempre fue simple: abogar conjuntamente por aquellos temas que más ayudan al País reconociendo que hay que mantener las diferencias al margen y enfocarse en los puntos de consenso.
Desde que comenzó el debate sobre acceso al Capítulo IX en la capital federal, la CSP mantuvo un cabildeo intenso por aquello que entendemos beneficiaría a nuestro País. Siempre orientados en buscar medidas de desarrollo económico ya que de lo contrario seguiremos eternamente discutiendo el tema fiscal. De igual forma, enfocados en atender el agotamiento de fondos de salud y el impacto severo que esto tendría en nuestro sistema de salud.
Finalmente, aprovecho estas líneas para pedirle a mis colegas del sector privado que nos insertemos en el debate sobre la descolonización de Puerto Rico. Históricamente los gremios empresariales han rehusado discutir este tema por entender que es un tema político-partidista. Luego de las experiencias que todos hemos vivido recientemente desde Washington D.C., es obligatorio concluir que el tema de status político de la Isla trasciende el ruido político partidista.
Que no quepa duda de que la economía de Puerto Rico siempre ha estado ligada a acciones federales las cuales, nos guste o no, no controlamos. Ya es hora de que el sector privado atienda este tema educando al País fuera de líneas partidistas y enfocados en el impacto económico de las distintas alternativas.