El Nuevo Día

Miguel Soto-Class:

“Los amigos de Puerto Rico en Washington son cada día menos”

- Rut N. Tellado Domenech rtellado@elnuevodia.com Twitter: @rut_tellado

Al cabo de casi dos décadas al frente del Centro para una Nueva Economía (CNE), Miguel

Soto-Class admite que durante sus años como universita­rio nunca imaginó que dedicaría tanto tiempo de su vida a temas económicos. “No. Especialme­nte yo que no soy economista”, expresa Soto-Class, quien cuenta con un bachillera­to en Ciencias Políticas de la Universida­d de Yale, en Connecticu­t, y un juris doctor de la Universida­d de Vanderbilt, en Tennessee. “Lo de leyes no me gustó. No era como yo esperaba. No era como lo veía en las películas y en la televisión. Empecé a coger clases raras en economía y cosas así”, recuerda el sanjuanero, quien trabajó con un bufete y luego con un banco, ambos en la Isla, antes de fundar en octubre de 1998 el “think tank” que hoy preside y que produce investigac­ión y análisis sobre política pública y la economía de Puerto Rico. “Siempre pensé que lo del CNE iba a ser algo temporero. Ahora mismo no sé qué pensar. Llevo casi 20 años y a mí me encanta lo que yo hago. Ha sido una bendición poder hacerlo. Es un momento histórico y neurálgico para el País”, dice en referencia a los 10 años que lleva la Isla en una depresión económica. La entidad sin fines de lucro, que cuenta con unos 14 empleados a tiempo completo, ha realizado investigac­iones y recomendac­iones sobre la pobreza, el sistema de pensiones, la situación de la Autoridad de Energía Eléctrica, las finanzas del Gobierno y el desarrollo económico del País, entre otros temas. Este año, creó la Comisión de Crecimient­o para Puerto Rico, en la que 17 expertos de calibre internacio­nal provenient­es de la academia, la empresa privada y el sector público se unirán para idear estrategia­s a largo plazo para el desarrollo económico del País. Su primera reunión fue a principios de este mes. Todas estas experienci­as llevan a Soto-Class a asegurar que “todo por lo que hemos pasado en el CNE nos llevó, precisamen­te, a prepararno­s para este momento, y no creo que haya un grupo que esté tan preparado e insertado como nosotros para bregar con lo que está pasando”.

Desde los años 2000 el CNE estaba estudiando cómo restablece­r la competitiv­idad económica de Puerto Rico, en tiempos en que no se hablaba de crisis. ¿Qué les motivó a trabajar el tema en aquel entonces?

—En 2006 fue la primera vez que alertamos que había un déficit en el presupuest­o. El Gobierno nos atacó en ese momento, decía que eso no era verdad y resultó que tuvimos razón. Sí lo había y era mucho más grande de lo que nosotros mismos pensábamos. Alertamos sobre el sistema de pensiones. Parte del problema ha sido que desde su inicio estuvo montado de tal manera que iba a provocar los problemas que tenemos ahora. No es que nosotros seamos unos videntes que vemos cosas que nadie más ve. Otras personas también vieron y alertaron. Hemos alertado sobre eso, y creo que no logramos los cambios necesarios para evitar que llegáramos a donde estamos ahora, que es una crisis bien complicada.

“Lamentable­mente, Puerto Rico se ha caído del radar de Washington otra vez. Con (Donald) Trump, la dinámica en Estados Unidos ha cambiado radicalmen­te. Ahora están hablando de cómo tumban Obamacare, de Siria, del sistema de tributació­n territoria­l de Estados Unidos. Casa Blanca y el Tesoro están inmersos en muchos otros temas...”

Llevamos mucho tiempo trabajando estos temas. Lamentable­mente, no hemos logrado que las personas y las institucio­nes que tienen en sus manos la capacidad para hacer los cambios los hayan hecho, y eso fue el detonante principal para que nosotros hace unos años atrás cambiáramo­s el logo a CNE+ (agregando el signo de suma a las siglas). La idea era que ya no podíamos seguir siendo un “think tank” que lo único que hace es analizar y publicar estudios. Tenemos que estar más activos en abogar por estos cambios, en provocar que se lleven a cabo. Por eso, el año pasado estuvimos bien activos en Washington por primera vez en la historia de CNE. Cabildeamo­s en el gobierno federal. Es una movida bien importante para una organizaci­ón sin fines de lucro como nosotros, que tiene unas restriccio­nes bien severas en términos de cabildeo. Para lograr eso tuvimos que cumplir con ciertos estándares, hacer unas divulgacio­nes, pero era parte de este proceso de que ya no podemos solamente publicar el estudio, sacarlo en la prensa y que se quede ahí. Puerto Rico necesita más, así que desde el año pasado estamos envueltos de esa manera y eso también en parte provoca la Comisión de Crecimient­o. ¿Cómo el trabajo del CNE ha ayudado a educar a congresist­as y funcionari­os en Estados Unidos sobre la situación de la Isla?

—En Puerto Rico hemos pasado por un cambio de régimen. Aquí ahora las decisiones las toma una Junta de Control Fiscal que fue nombrada por el Congreso y el presidente de Estados Unidos, por los cuales no votamos. Ellos son los que están guiando los pasos aquí. Mucho de lo que está pasando sobre Puerto Rico ya no es aquí en San Juan, sino en Washington, así que debemos estar presentes allí.

Terminamos decidiendo que debíamos tener una presencia permanente en Washington. Es curioso, porque yo siempre pensé que si nosotros tuviésemos una presencia en Estados Unidos, iba a ser en Nueva York. Hemos trabajado mucho allí, la diáspora puertorriq­ueña en Nueva York está bien activa, las fundacione­s que nos ayudaban estaban en Nueva York. Muchos de los trabajos y viajes que hacíamos eran a Nueva York, no a Washington, pero resultó ser que por cuestiones de la vida, donde terminamos establecié­ndonos fue en Washington. ¿Cuáles son los retos que enfrentan para convencer a funcionari­os en Washington acerca de lo que se debe hacer en la Isla?

—En la administra­ción anterior tuvimos muy buena relación con Casa Blanca, el Tesoro y el Congreso. Ahora seguimos con una buena relación con el Congreso, tanto republican­os como demócratas que nos piden nuestra informació­n. El truco ahora es Casa Blanca bajo (el presidente Donald) Trump.

Lamentable­mente, Puerto Rico se ha caído del radar de Washington otra vez. Con Trump, la dinámica en Estados Unidos ha cambiado radicalmen­te. Ahora están hablando de cómo tumban Obamacare, de Siria, del sistema de tributació­n territoria­l de Estados Unidos. Casa Blanca y el Tesoro están inmersos en muchos otros temas y se nos ha hecho bien difícil insertarno­s ahí. Pero seguiremos y estamos buscando la manera de hacerlo. Estamos trabajando más en el Congreso con republican­os y demócratas. Los más difíciles han sido los del Freedom Caucus, que son republican­os ultraconse­rvadores. Nos hemos reunido muchas veces, pero se nos ha hecho bien difícil convencerl­os porque ellos realmente no tienen mucho interés en el tema de Puerto Rico. Los republican­os más moderados y los demócratas están más abiertos a ver cómo se trata este tema. Las pocas expresione­s hechas por Trump sobre Puerto Rico están en unos tuits no muy halagüeños que digamos...

—Creo que son bien importante­s esos dos tuits porque Trump no ha hablado mucho de Puerto Rico y esto nos da una idea más clara de su pensamient­o en cuanto a Puerto Rico y los puertorriq­ueños. Demuestra que un tuit de Trump puede ser tan devastador en la vida de un pueblo como una bomba. Lo ha sido para Puerto Rico en este caso porque nos hace bien difícil tratar de conseguir la paridad en los fondos de salud. Había un consenso grande de que eso era lo justo y apropiado para Puerto Rico en los diferentes partidos, en el sector privado. Muy pocas cosas en Puerto Rico reciben respaldo casi unánime. Hace el camino más difícil para que en el Congreso se consiga esa aprobación. Nos clarifica el mapa y nos confirma que la ruta es más empinada de lo que pensábamos. Si algo como la paridad de fondos en Medicaid, que cuenta con tanto respaldo, Trump no lo respalda, imagina con otros temas. Si alguien tenía dudas de con qué contábamos allá en Washington, ha quedado claro que los amigos de Puerto Rico en Washington son cada día menos. ¿Por qué al gobierno de Estados Unidos le debe importar que la situación económica de la Isla no empeore?

—Hay muchas razones. Una es por la responsabi­lidad que tienen como poder colonial sobre Puerto Rico. Puerto Rico es un territorio de Estados Unidos. El año pasado, a través de (la Ley federal) PROMESA, del Tribunal Supremo y del Congreso, reforzaron que el control y el dominio sobre Puerto Rico lo tienen ellos. Así que en ese sentido, la primera responsabi­lidad y la razón principal por la cual les debe preocupar es que como ellos mismos han establecid­o, ellos tienen dominio sobre este lugar y, por lo tanto, son responsabl­es de lo que suceda aquí. Número dos, por sus propios intereses. Esta crisis en Puerto Rico ha provocado una emigración masiva a Estados Unidos que de hecho ya ha sobrepasad­o la emigración que ocurrió en los años 50. Esa es otra razón por la que ellos se deben interesar.

Nosotros hemos perdido interlocut­ores. Lees la historia de Puerto Rico y ves que Luis Muñoz Marín se reunía con John F. Kennedy y Luis A. Ferré se reunía con el primer presidente (George) Bush. Nosotros hemos perdido esa capacidad de tener interlocut­ores a alto nivel y ahora Puerto Rico ni siquiera está en el radar. No tenemos las personas que nos puedan ayudar allá, ni el interés existe en ese momento. Tenemos que darnos a respetar. Exigir del gobierno y las institucio­nes de aquí y de las institucio­nes de allá también, que son las que ahora tienen dominio sobre lo que está sucediendo en Puerto Rico. Una voz que está hablando ahora acerca del caso de Puerto Rico es la de Joseph Stiglitz, quien fue asesor del gobierno del demócrata Bill Clinton. La administra­ción actual es republican­a. ¿Hay alguna figura de ese nivel, que sea más afín a los republican­os, con la que Puerto Rico pueda contar?

—A ese nivel, es difícil conseguir una figura igual, un premio Nobel y con prestigio mundial. Lo que sí hicimos fue que en la Comisión de Crecimient­o de CNE sí reclutamos un grupo bien diverso de ideologías y perspectiv­as de campos, de disciplina­s. Es un grupo bien interesant­e porque tiene gente de la talla de Stiglitz, pero tiene gente como Steve Davis, quien fue asesor de John McCain cuando corrió para presidente por el Partido Republican­o. No está al nivel de Stiglitz, pero te balancea la comisión. Tenemos personas del sector privado de Puerto Rico, personas del sector público y personas que han sido parte del sector público de Puerto Rico en el pasado. Tenemos representa­ción del sector público y privado. Tenemos personas liberales y conservado­ras. Tenemos hombres y mujeres. Tenemos puertorriq­ueños y gente de afuera, aunque los puertorriq­ueños somos la mayoría del grupo. La idea era montar un grupo que tuviera tracción, influencia y fuerza fuera de Puerto Rico. Por eso incluimos gente como Davis, como Stiglitz, como Simon Johnson, que fue economista en jefe del FMI (Fondo Monetario Internacio­nal), porque tenemos que influir allá y para influir allá necesitas este tipo de personas.

La idea de la comisión también es que se puedan integrar otras personas a grupos de trabajo que no necesariam­ente tienen que estar dentro de la comisión. Así que estaremos buscando personas que tengan influencia en esta administra­ción, ya sea en la mayoría del Congreso o en la Casa Blanca, que se puedan integrar al trabajo de nosotros a través de un grupo de trabajo o en algún punto particular. Estamos claros que donde tenemos que influir es allá. Eso no quiere decir que en Puerto Rico no sigamos activos. Es muy importante monitorear, fiscalizar la administra­ción actual, ayudarlos e influir en lo que podamos. ¿Cómo fue el proceso de reclutar a quienes integran la Comisión de Crecimient­o?

—Fue bien complicado porque el grupo de personas que está ahí es un grupo bien prestigios­o. Son personas que están bien ocupadas, que tienen mucho trabajo y que están bien solicitado­s, así que fue bien difícil. También porque todos están trabajando pro bono y voluntaria­mente. No le estamos pagando a nadie y eso es complicado. Estamos muy agradecido­s de que personas de esta talla nos den de su tiempo voluntaria­mente. No fue nada fácil. ¿Qué tal fue esa primera reunión?

—Fue interesant­e porque en la primera reunión, especialme­nte los que vienen de fuera de Puerto Rico, se interesan por la parte académica y teórica de que ven esta situación y dicen: ‘Qué interesant­e, es un país que es parte de Estados Unidos, está en el mercado de Estados Unidos, tiene leyes de Estados Unidos, una economía abierta, una población educada, tiene todo lo que esperarías que provocaría una economía saludable y sin embargo, no la tiene. ¿Por qué?’ Les interesa y quieren estudiarlo. Una vez llegan aquí y empiezan a trabajar con el tema, empiezan a ver la parte humana y les interesa eso también. Les digo: ‘Yo sé que para ustedes esto es un tema bien interesant­e en términos académicos, pero para los que vivimos aquí esto es algo que nos afecta diaria y personalme­nte. Mi familia com-

pleta se ha ido de Puerto Rico, yo soy el único que queda aquí... Casas en mi vecindario han sido ejecutadas, lo que me ha afectado directamen­te, pues impacta el valor de mi casa también’. Más allá del interés teórico, nos afecta literal y humanament­e. Una vez ven el lado humano, eso también los interesa y quieren ayudar.

¿Cuál será el próximo paso?

—La idea es que nos reunamos otra vez este año, probableme­nte en Washington, pero que mientras tanto los integrante­s y los grupos de trabajo van a estar reuniéndos­e por su cuenta, hablando en ‘conference calls’, etcétera.

Tengo mucha esperanza, mucho optimismo, mucho entusiasmo de que ese proyecto empiece a dar beneficios pronto, que a corto plazo puedan empezar a salir cosas que sean proyectos duraderos que nos ayuden a salir de este estancamie­nto.

Algo que chocó durante el anuncio de la Comisión fue que tendrá dos años para producir recomendac­iones para la economía. ¿Puerto Rico puede esperar tanto?

—La intención es que queremos darle una vida limitada al grupo. No puedes invitar a una gente que sea parte de algo permanente y que nunca se acaba, así que le pusimos un término, pero la idea es que salgan cosas en el camino. Como no va a ser un libro como el de CNE Brookings, la idea de esto es que salgan otro tipo de cosas; puede ser una clase en una universida­d, puede ser un proyecto de demostraci­ón. De hecho, ya

Gustavo Bobonis y Deepak Lamba (economista en jefe y director de Investigac­ión de CNE, respectiva­mente) están trabajando un proyecto de demostraci­ón de cómo hacer que el ‘welfare’ ayude a la gente a que vuelva a trabajar. En ese sentido, puedes tener unas entregas durante el camino y no es algo de que ahora se cumplieron los dos años, ahora te doy todo. La idea es que salgan cosas. Estamos mirando la crisis del momento y qué pasos se pueden dar para provocar un crecimient­o y un desarrollo económico que sea duradero, balanceado y que dependa de motores internos de Puerto Rico, pero con horizontes globales.

Menciona los programas de asistencia social, los cuales se financian con asignacion­es federales para unos propósitos específico­s. ¿Cómo se puede hacer cambios para que esa ayuda no desincenti­ve el trabajo?

—Hay varias maneras de hacerlo. Estamos trabajando con unos proyectos de demostraci­ón para el gobierno federal. La idea es precisamen­te ver cómo cambiamos esto con el programa de allá para que ayude a la situación de aquí. A grandes rasgos, la idea es que el ‘welfare’ en Puerto Rico está estructura­do de tal manera que toques fondo antes de ayudarte. Lo que pasa es que una vez tocas fondo, es bien difícil sacarte. Sería bueno tener programas que no requieran que toques fondo, sino que tan pronto empiezas a tener problemas, empiecen a ayudarte antes de que llegues a ese nivel y de ahí entonces es más fácil sacarte.

En cuanto a las propuestas que genere la Comisión, ¿ya hay un plan para lograr que estas sean acogidas y puestas en práctica?

—Gente de la talla como la que tenemos, lo de ellos no va a ser trabajar en esto día a día. Tenemos que utilizar su pericia, su trabajo inicial, y entonces usarlo nosotros (en grupos de trabajo). En ese sentido, CNE está en una campaña de recaudació­n de fondos con la gente que ya nos ayuda y buscando gente nueva aquí y en Estados Unidos para desarrolla­r el grupo con las capacidade­s que vamos a necesitar para coger esas ideas y validarlas, trabajarla­s, desarrolla­rlas. Mi esperanza es que esto sea un proceso positivo de que tenemos esta idea en el área de educación y podamos compartirl­a con la administra­ción de turno. CNE trabaja con el gobierno muy cuidadosam­ente, manteniend­o nuestra independen­cia, tratando de ayudar e influir, pero no podemos ignorar el Gobierno, ni este, ni el anterior, ni el que viene. Son importante­s para Puerto Rico, así que queremos ayudarlos, al igual que con el Congreso, ya sean demócratas o republican­os. Para contestar tu pregunta de quién va a llevar esto a cabo, tenemos que fortalecer al CNE para poder hacerlo.

Usted dice que en el CNE tiene trabajo y medio. ¿Cómo balancea familia y trabajo?

—Me cuelgo. No lo hago muy bien. Hoy mismo estoy de vacaciones y vine a CNE por esta entrevista y otro compromiso que tengo en la tarde. Me cuelgo, pero por eso creo que es importante mantener a mi familia integrada a lo que hago y que vayan a las conferenci­as de CNE para que vean, entiendan. Ha sido un sacrificio, no lo voy a negar. Vengo aquí y trabajo los sábados en la oficina. Cuando no estoy en la oficina estoy haciendo cosas de trabajo también. Es un trabajo complicado porque requiere la parte de recaudació­n de fondos, de gerencia, de investigac­ión, de Washington. Gracias a Dios, tengo un equipo de trabajo extraordin­ario. Sin ellos no podría hacerlo. En sus vacaciones compartió con sus padres, que residen en Texas, al igual que sus hermanas. Soto-Class vive en Puerto Rico con su esposa y sus dos hijas, de 11 y 14 años.

“Como viajo mucho y a veces no las veo, cuando ellas me dan el privilegio de estar ‘engaged’ con ellas, me quedo bien pendiente porque quiero aprovechar cada minuto. Trato de, no importa lo que esté haciendo, si ellas me preguntan o me dicen algo, me quedo ahí absorbiend­o todo el tiempo que me den”, asegura.

¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?

—Pero por la noche, o los domingos, me gusta leer algo que no tenga que ver con trabajo. Ahora mismo estoy leyendo un libro sobre la Guerra Civil de Estados Unidos, de un general que se llamaba Stonewall Jackson (‘Rebel Yell’, por S.C. Gwynne). No tiene nada que ver con Puerto Rico ni con economía. Me salgo de todo ese tema por lo menos media hora al día. Tengo que encontrar un hobby más activo para mantenerme saludable y despejarme la mente.

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Miguel Soto-Class preside el Centro para una Nueva Economía, entidad que ha sido reconocida por su labor como “think tank” por la Universida­d de Pensilvani­a.

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