Vale la pena defender la UPR
Es mi intención presentar algunas inquietudes como claustral, por casi cuarenta años, en el Recinto Universitario de Mayagüez para que se conviertan en un llamado a la acción participativa, pero pacífica.
Tal como lo expresaba el gran Eugenio María De Hostos: “El que más educa, ese es el gobierno que mejor gobierna”. Esa debe ser la aspiración, izar la bandera de la educación en un alto estandarte, con una visión amplia que pueda superar cualquier adversidad y con la objetividad de autoevaluarnos para proseguir la ruta del mejoramiento.
La Universidad pública no es un costo, es una inversión en la juventud a la que ahora, con innovación, ingenio y sagacidad, le corresponde sacar la cara por esta nueva generación para aliviar y arreglar los problemas creados por mi generación y las que me precedieron. ¡Si hay algo que vale la pena defender es la Universidad de Puerto Rico (UPR) porque es el corazón de la transformación y crecimiento de un pueblo! ¡Es un patrimonio! Miles de historias de superación y de aportaciones así lo atestiguan.
Sí, es tiempo de nuevos usos, en eso todos coincidimos. Sí, es tiempo de reinvención, renovación y reforma, los tiempos lo ameritan, pero no a costa del sacrificio de uno de los estandartes de excelencia de nuestro país: la UPR.
¡Nuestra misión es servir con excelencia! Tenemos que ser una opción para todo aquel que aspire a estudiar en nuestras aulas. Creo no equivocarme al afirmar que la UPR, comparada con todas las agencias públicas del país, es la que mayor y mejor servicio le ha brindado, y la que más ha cumplido con su misión. Sin embargo, está siendo abatida por recortes desmedidos, aún cuando ha sufrido ajustes presupuestarios por la congelación de su fórmula.
No es mi intención con este reclamo presentar una Universidad perfecta. El legado es real y palpable, esto no significa que, como universitarios, nos quedemos en una zona de autocomplacencia, en la que se maximizan los logros pero se difuminan las áreas de oportunidad de crecimiento y el uso más eficiente de los recursos.
¡El momento histórico que vivimos llama a la acción! Acción desde la gobernanza interior de la Universidad y desde el prisma de la crisis fiscal. Son tiempos que requieren valor para aceptar que tenemos que mejorar y para luchar por que nadie destruya el legado que tomó más de un centenario construir. Razonaba Hostos que “si vivir es realizarse en sentimiento, inteligencia y voluntad, ¡qué poco viven los que solo en palabras se realizan!”.
Si las universidades no educan bien a sus estudiantes, el país eventualmente va a sufrir las consecuencias. Ese es el reto: formar profesionales de excelencia con pensamiento holístico que, además de su brillantez cognitiva, puedan poseer inteligencia emocional y, de esta manera, puedan poseer los valores necesarios para sobrepasar los desafíos y superar la crisis.
Decía el líder africano Nelson Mandela: “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. Nos corresponde ser parte del cambio y procurar la acción. Sin embargo, tenemos que asumir una posición activa, sin violencia o confrontación, y enfrentar los retos latentes que abaten a la Universidad hoy. Si no lo hacemos, seremos cómplices de aquellos que la quieren destruir.