El Nuevo Día

Enajenarse no es la opción

- Rafael Lama Bonilla Editor de Negocios

Puerto Rico vive un momento histórico, con una guerra campal entre colosos.

Los ejércitos están compuestos por acreedores que compraron deuda de Puerto Rico confiando en la garantía de ese papel; ciudadanos en suelo boricua molestos por leyes y medidas que le quitarán derechos adquiridos; y un quebrado Gobierno intentando salir a flote.

La situación para Puerto Rico es en extremo difícil, consideran­do que pese a los intentos del Gobierno por restructur­ar su deuda y no despedir empleados, el Estado se ha ganado la ira de bonistas y ciudadanos por igual. Los bonistas quieren que Puerto Rico le pague su dinero, incluso aquellos que compraron a descuento y ahora buscan hacer una ganancia; los empleados públicos no quieren que les toquen sus días de vacaciones; la Universida­d de Puerto Rico rechaza el recorte de fondos; y, como si fuera poco, ahora el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no quiere que Puerto Rico tenga acceso a las migajas que le envía un selectivo Tío Sam a la Isla en fondos de salud para aquellos que viven bajo niveles de pobreza.

En fin, nadie quiere ceder. Mientras tanto, se acrecenta la polarizaci­ón en la Isla, con un Puerto Rico que cada vez se aleja más de esa idílica búsqueda del bien común.

Por años, se ha venido alertando sobre este desenlace y sus nefastas consecuenc­ias. Muchos optaron por ignorar las advertenci­as. A algunos porque les convenía y a muchos otros porque preferían enajenarse. Y ese es el gran problema. La enajenació­n no desvanece los problemas. De hecho, los abulta, cual bola de nieve que ahora baja ferozmente amenazando con aplastar lo poco que nos queda. Hoy en portada, nuestra periodista Joanisabel González explora el panorama que le espera a Puerto Rico ante una inminente quiebra, mientras que Ricardo

Cortés Chico analiza la experienci­a que han vivido Detroit, Grecia y Argentina en sus respectivo­s procesos de renegociac­ión.

Los siento. No son temas placentero­s. No es la alegría de Lin-Manuel, ni la emoción del Mundial. Sin embargo, es vital que todo aquel que le preocupa Puerto Rico y su futuro, se instruya sobre la crisis que estamos viviendo y sobre las posibles opciones para superarla.

Enajenarse no es la opción. Hemos estado encapsulad­os en esa nociva burbuja por demasiado tiempo y nada bueno nos ha dejado. Llegó la hora de despertar.

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