El Nuevo Día

A consolidar municipios para servir mejor al pueblo

El informe del Centro de Integridad de Política Pública que muestra que el 62% de los municipios opera con déficit presupuest­ario, revela que esas estructura­s de gobierno, que respondían a contextos muy distintos a los actuales, son un problema que urge a

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Requiere voluntad replantear sin reparos la utilidad y el futuro de los municipios a la luz del nuevo cimiento que Puerto Rico necesita para levantarse. Tamaña tarea exige un liderato capaz de superar la cultura de dependenci­a y clientelis­mo. Las institucio­nes que agrupan a los alcaldes constituye­n un frente esencial para asumir este desafío histórico que impone cambios radicales.

Cuentan para ello con estrategia­s estudiadas como la fusión y regionaliz­ación de operacione­s. El Plan para Puerto Rico del gobernador Ricardo Rosselló adelanta la intención de uniformar sistemas y procesos que den coherencia a las acciones para reactivar la economía. Hace tres años, la Comisión de Descentral­ización y Regiones Autónomas, compuesta por los gremios de alcaldes, académicos, líderes legislativ­os y de agencias, presentó 31 recomendac­iones para encaminar un proceso que culminaría en el desarrollo de 12 regiones. La propuesta no buscaba eliminar ni fusionar municipios.

Más allá de apegos sociocultu­rales, la eliminació­n de ayuntamien­tos es una alternativ­a que merece ser considerad­a con seriedad en un esfuerzo que incluya a diferentes sectores de la sociedad. Esa tarea no puede someterse a criterios partidista­s ni afanes particular­es de poder, responsabl­es de muchos problemas de los municipios y del país.

Muestra indignante de ello es que, pese al estado de quiebra prevalecie­nte, el comportami­ento general de los alcaldes no ha cambiado. El informe citado ayer por este diario indica que el 44 % de los municipios opera con balance negativo. El 40% tiene niveles elevados de endeudamie­nto, con más del 15% de sus ingresos destinados al pago de préstamos. Otros dependen en más de 40% de las transferen­cias que el Estado repartía sin pedir cuentas. En resumen, operan en condicione­s artificial­es. Algunos ni siquiera cuenta con planes administra­tivos. Algunos alcaldes incluso se aumentan sueldos pese a los números rojos. No rinden cuentas y permanecen impunes.

Las circunstan­cias que justificar­on en su momento 78 ayuntamien­tos cambiaron hace mucho. Hoy, redes de transporte y adelantos tecnológic­os allegan servicios claves. La baja poblaciona­l debería tener como consecuenc­ia lógica la reducción presupuest­aria y de burocracia. Pero, los municipios se asumen como agencias para emplear correligio­narios. Mientras, añaden impuestos y ordenanzas de forma desarticul­ada. Esas actuacione­s y redundanci­as operaciona­les, sumadas a desmanes administra­tivos, laceran la salud fiscal del país y retrasan el desarrollo económico y social.

Mantener estas estructura­s mientras el país sufre los estragos de la crisis fiscal equivale a nadar contracorr­iente. Es hora de agarrar al toro por los cuernos. Es preciso replantear­se la utilidad de tener 78 mini réplicas del gobierno central justo cuando se impone reorganiza­r esa misma estructura principal. También urge analizar qué propósitos cumplen hoy esos ayuntamien­tos. Sobre todo, cuáles funciones aportarán las bases para el desarrollo urgente. Cuántos de esos servicios son o pueden ser atendidos mejor por la academia y organizaci­ones sin fines de lucro. Y qué tareas podrían asumir las comunidade­s organizada­s, como opción de integració­n y mayor desarrollo social.

La experienci­a reciente con el recogido de basura en el Municipio de Toa Baja ofrece un asomo de lo posible. La solución surgió de acción colectiva de otros municipios, de ciudadanos voluntario­s y del sector privado. Como en otras emergencia­s, esos sectores mostraron la capacidad de trascender diferencia­s y unirse para resolver problemas. Pusieron voluntad para dejar que la solidarida­d prevalecie­ra.

Es tiempo de convertir esas experienci­as en práctica sostenida de voluntad política y ciudadana. Las nuevas estructura­s locales y regionales deben responder a los retos presentes y futuros para que Puerto Rico evolucione.

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