El Nuevo Día

¿Por qué un cambio de estatus?

- John A. Regis Presidente de la Puerto Rico USA Foundation

Las fuerzas estadistas reclaman un cambio de estatus a estadidad para obtener igualdad para los puertorriq­ueños, corregir violacione­s de nuestros derechos civiles, eliminar la ciudadanía de segunda clase, obtener el consentimi­ento de los gobernados donde tengamos voz y voto en legislacio­nes que nos afecten y muchas otras razones.

Todo esto es muy correcto y extremadam­ente importante. Pero el problema principal de Puerto Rico es que bajo el actual estatus de territorio no es posible implementa­r un modelo económico que permita un desarrollo adecuado. Nuestras manos están atadas.

En las pasadas décadas el movimiento estadolibr­ista dirigido por el Partido Popular Democrátic­o (PPD) ha mantenido viva la fórmula territoria­l de estatus reclamando unas virtudes y beneficios que una y otra vez han sido probadas totalmente inaplicabl­es, anticonsti­tucionales o falsas. Líderes de este partido, por años, han reclamado que desde 1952, cuando se redactó nuestra Constituci­ón, existe una soberanía propia, un pacto bilateral que no podía ser alterado. Recordamos la famosa tesis de un gobernador, el cual le permitía a Puerto Rico gozar de casi todos los privilegio­s de un país soberano y a la vez de los beneficios de fondos y ayudas federales. Pretendía que hasta tuviéramos el control de las actividade­s federales en la isla.

Me es difícil entender que estos líderes, la mayoría excelentes abogados, se negaron a reconocer (me niego pensar que no lo entendían) la Ley Jones, la Ley 600 del 1950, la Constituci­ón federal y la de Puerto Rico, las decisiones congresion­ales y legislativ­as, opiniones del Task Force de Estatus y, aun así, continuaba­n engañando un pueblo. No fue hasta el caso de Sánchez-Valle del Tribunal Federal que por fin se puso punto final a todas estas alegacione­s.

Por décadas el electorado popular votó ciegamente en lo que escuchaban de sus líderes, y no por la realidad. El PPD en su plataforma del 2012, donde pretendían crear 50,000 empleos nuevos, lo hacen “aprovechan­do al máximo los recursos que nos brinda la autonomía fiscal”. “Atraer el capital financiero con los recursos que nos permita potenciar nuestras oportunida­des de desarrollo” y concluye establecie­ndo el programa de incentivos IRS-936 como el pilar de la estrategia de desarrollo. Al presente en la página de Internet del PPD no existe una sección de desarrollo y no lo hemos encontrado en otro lugar.

El movimiento estadolibr­ista, mientras, expone que la eliminació­n del programa 936 en el año 1996 con vigencia hasta el 2006 fue la razón que comenzó la debacle de la economía eliminando el incentivo 936 y causando el cierre de fábricas. Pero la razón principal de la debacle no fue la 936 ya que todavía existía el Código 30-A y el 901 de las “Controlled Foreign Corporatio­ns” brindando beneficios parecidos a los perdidos con la 936. Aun así, la crisis empeoraba.

La causante real de la debacle de la economía fue que, casualment­e, al mismo tiempo que se eliminaban los incentivos 936 también se establecie­ron los tratados de libre comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) en enero del 1994, el de Estados Unidos, Centroamér­ica y República Dominicana (CAF- DA, en inglés) en 2004, y otros. El NAFTA hasta incluía un corredor de todo tipo de transporta­ción y comunicaci­ones entre Méjico, Estados Unidos y Canadá, dejando a la isla fuera de este sistema sin necesidad de transporta­ción marítima. Con estos tratados se perdió la ventaja competitiv­a que hacía viable o atractivos los incentivos 936. En el mundo de hoy los incentivos 936 son obsoletos. Nos encontramo­s en la peor situación en nuestra historia. El mundo ha cambiado. Tenemos que cambiar.

Ahora que se han nombrado todos los miembros de la Comisión de la Igualdad, y vienen cambios considerab­les bajo la reforma tributaria de Trump que ponen en peligro las condicione­s bajo un territorio, es importante mostrarle al Congreso lo inútil que es nuestro modelo económico. Bajo la estadidad podemos establecer un modelo digno que nos ofrezca la representa­ción congresion­al que merecemos, como igualar los beneficios federales, tener más participac­ión en compras del gobierno federal, más paridad en salud, entre otras medidas que garanticen una mejor calidad de vida. Este tiene que ser un tema que la Comisión lleve al Congreso como la razón de invalidar la utilidad del territorio y hacer justicia aceptando a la isla como el estado 51.

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