Santiago Villar
Muerte del reconocido joyero consterna el mundo de las artes
Con la partida el lunes del joyero Santiago Villar, Puerto Rico se queda sin un mecenas del arte y la cultura de este país. Un hombre sencillo que siempre compartió sus riquezas materiales y espirituales con todo el que necesitaba, en especial con todo lo que tuviera que ver con la niñez.
El propietario de la joyería Cartier y fundador de Paseo de la Fama de Puerto Rico en el Condado, murió a los 75 años en un hospital de San Juan dejando tras de sí mucho dolor entre la clase empresarial y artística, tanto en la isla como a nivel internacional.
Este cubano de nacimiento y boricua de corazón llegó a la isla en 1963 luego de un viaje por Estados Unidos a partir del exilio de su país natal en 1961. Arribó con los bolsillos vacíos pero con una gran ilusión en el alma que nunca lo abandonó.
Aquí en la isla comenzó una nueva vida junto a su familia convirtiéndose en un empresario exitoso.
Ayer era recordado como un amigo de verdad, de esos que llaman, que se preocupan por los problemas de los demás, y sensible hasta las lágrimas.
Fue padre, esposo y abuelo. Casado por casi medio siglo con su esposa, Glendys, de quien vivió enamorado y muchas veces comentaba lo afortunado que había sido por tenerla junto a él por tantos años.
“Yo no hubiera sido ni la mitad de lo que soy si no fuera por mi esposa”, solía decir.
La pareja tuvo dos hijos: Manuel, quien reside en Nueva York, y Glendys que lo ayudaba en su negocio, y sus cinco nietos que llenaban su vida.
Exitoso en todo lo que hizo e incansable trabajador, el empresario logró levantar y mantener dos establecimientos, Santiago Villar Joyeros y Cartier. Asimismo contribuyó a levantar las áreas abandonadas del Condado.
Villar tuvo la visión de que, el lugar que ocupaba el otrora Centro de Convenciones en el Condado, fuese convertido en un espacio de música y esparcimiento, idea que luego fue desarrollada por la gobernadora Sila María Calderón y que se convirtió en Ven--