Brilla en íntimo recital “De Verdi a Serrat”
La soprano Anaïs Mejías demostró por qué es una promesa del canto lírico
La Sala Experimental “Carlos Marichal” del Centro de Bellas Artes en Santurce sirvió de escenario la noche del pasado sábado para el recital “De Verdi a Serrat” de la joven soprano puertorriqueña
Anaïs Mejías y sus artistas invitados.
Comenzó el ritual a dúo con el tenor Carlos Ortiz “Un di felice”, seguido del aria “E strano…sempre libera” (donde el tenor responde desde tras bastidores) de la ópera “La Traviata” de Giuseppe Verdi, respaldados por el experimentado pianista y coach vocal Pedro Juan Jiménez. De entrada, ambos cantantes demostraron dominio del fraseo con buena afinación, en armonía con su agradable presencia escénica.
Entonces, el cantante Carlos Ortiz con la colaboración el maestro Pijuán Jiménez se sirvieron de la creatividad en la programación de la velada para una grácil puesta en escena de la archiconocida aria “Una furtiva lagrima” de “L’elisir d’amore” de Donizetti, demostrando el juvenil tenor las destrezas histriónicas como vocales que le hicieron merecedor de una beca en el Conservatorio del Gran Teatre del Liceu de Barcelona.
Anaïs volvió al personaje de “La dama de las camelias” de “La Traviata” verdiana para reinterpretar el profundo sentimiento del dúo “Dite alla giovine” –aún más evidente para el público por la intimidad que ofrece la Sala Experimental-, contando con su mentor, el tenor de renombre internacional Antonio Barasorda en el rol de su padre Alfredo, logrando estampar otro momento glorioso para el arte vocal de esta Isla.
Sobrecogida por la emoción, la protagonista del recital se lanzó al aria “Arrigo, ah parli a un core” también de Verdi –del drama musical “I vespri siciliani”-, saltándose en el programa la coquetería del “Questa o quella” de “Rigoletto”, que Ortiz bordó a continuación con gracia.
Cerró la soprano la primera parte de su recital de vuelta al papel de Elena en “I vespri siciliani”, agradeciendo a los asistentes y al equipo de producción comandado por el gestor cultural Carlos Carbonell, su presencia y respaldo con la pertinente aria “Mercé dilleti amiche”.
Volver a la Sala Experimental Carlos Marichal me transportó a la inauguración por el joven tenor Alejandro Vázquez (entonces exitoso en Alemania) y el insigne pianista Jesús María Sanromá, que interpretaron los tres ciclos de canciones de arte de Schubert en sendos recitales, para la Serie de Conciertos Dominicales que producía el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Fallecidos a destiempo ambos artistas hace años, del Instituto cenizas quedan.
Después del intermedio, Anaïs Mejías cantó con salero “De España vengo” de la zarzuela “El niño judío” de Pablo Luna; la habanera del compositor cubano Ernesto Lecuona “Mulata infeliz” de la elocuente “María la O”; confiando a la estupenda voz del tenor Carlos Ortiz la conclusión de esta sección zarzuelera con la famosa aria de “La tabernera del puerto” del maestro español Pablo Sorozábal, “No puede ser”.
De la música puertorriqueña, Mejías escogió cantar la musicalización del compositor (de entre los siglos 19 y 20, también reconocido por la danza “Sara”) Ángel Mislán del poema “Tú y yo” del poeta romántico por excelencia de la literatura española, Gustavo Adolfo Bécquer. Y con el lujo del propio compositor Alberto Rodríguez Ortiz en la guitarra, estrenó la bella melodía de la canción de arte “En medio de la tierra”, sobre un poema del Premio Nobel chileno, Pablo Neruda.
Utilizando un registro bastante más grave, Anaïs cantó “Habaneras de Cádiz” de Carlos Cano, la “Balada para un loco” de Piazzolla y “A la luz de la luna” de Antón y Michelena, para concluir con una lectura en estilo clásico-romántico de la canción “Lucía” del cantautor Joan Manuel Serrat. El público complacido le propinó una ovación que fue correspondida con la copla española “Sin embargo te quiero”.