El Nuevo Día

Celebran su legado

En pleno corazón de la montaña borincana nace el sabor que se saborea todas las mañanas en cada hogar de la isla. El lugar invita a conocer más del café y de su conexión con nuestra historia

- Texto Camile Roldán Soto camile.roldan@gfrmedia.com Fotos Tony Zayas

JAYUYA.- Existe un lugar en el área metropolit­ana que todo buen amante del café puertorriq­ueño conoce o visita con cierta frecuencia. Ubica en la Avenida De Diego, en Santurce y, aunque parezca increíble, hace nueve años su propietari­a, Rebecca Atienza, llegó a temer que allí no entraría nadie.

Hoy -junto al resto de la familia Atienza- se ríe de aquella idea mientras celebra el logro de mantener abierto el Café Hacienda San Pedro, primer “coffee shop” de la marca en la zona metropolit­ana.

Establecer este lugar fue una idea de Rebecca al integrarse al negocio de su familia, tras dedicarse durante seis años a trabajar en la industria farmacéuti­ca. Al igual que sus tres hermanos, ella creció rodeada de las plantas de café de su padre, Roberto Atienza, pero precisamen­te por atestiguar los sacrificio­s que él hacía nunca pensó seguir sus pasos.

Pero un día se cansó de su empleo y decidió ofrecerle ayuda con el mercadeo del café, que entonces tenía otro logo y solamente se vendía en la finca. Con su aprobación, llenó su carro de bolsitas de café que llevo a tantos lugares como pudo en el Viejo San Juan y otras zonas turísticas. Al principio, muchos lo despreciar­on porque ya tenían una marca o porque lo encontraba­n muy caro. Sin embargo, a medida que algunos tuvieron la oportunida­d de probarlo, no quisieron dejar de consumirlo.

“Fue un trabajo bien arduo y de muchos años hasta lograr que la gente tuviera interés en el producto”, detalló Roberto sobre la gestión liderada por Rebecca.

El café Hacienda San Pedro es dulce, suave, achocolata­do, poco cítrico y con notas de especias, según lo describe su propietari­o. Opina que si tantas personas siguen fieles al grano, a pesar de la situación de la economía en Puerto Rico, es porque aprecian la consistenc­ia en el producto que se elabora de principio a fin en la Hacienda San Pedro del barrio Coabey en Jayuya.

El primer “coffee shop” en una finca se estableció allí (el año que viene se cumple una década) y fue el laboratori­o para sentar las

bases de la tienda en la Avenida De Diego.

“La gente nos decía: ustedes están locos. ¿un café?”, recordó entre risas, Rebecca. Sin embargo, su papá la apoyó totalmente y le afirmó que el concepto sería exitoso. Durante tres meses empleados de la finca en Jayuya viajaron a Santurce para construir el sitio, cuya atmósfera es sencilla y relajada.

“Yo decía: ‘aquí no va a entrar nadie...’ Después la gente hacía fila y ahora la gente no cabe”, destacó la empresaria, quien ya no puede imaginarse haciendo otra cosa que no sea trabajar en la industria del café boricua.

Hacienda San Pedro también tiene otro establecim­iento en Hato Rey y dos pequeños espacios adentro de los establecim­ientos La Hacienda Meat Market en Miramar y Guaynabo.

EL CORAZÓN DE HACIENDA SAN PEDRO

La finca en el centro del País sigue siendo el lugar donde nace cada grano que llega a los distintos negocios de la marca y otros que compran su producto para prepararlo en sus cafés y restaurant­es.

Hace algunos años el café se exportaba a Estados Unidos, Europa y otras partes del mundo, pero esta actividad cesó casi totalmente debido a que apenas hay café para satisfacer la demanda local.

Anualmente, Hacienda San Pedro vende aproximada­mente 1,200 quintales de grano arábiga totalmente cultivado y elaborado en su propiedad.

El sello es tan poderoso que, según cuentan los Atienza, turistas llegan del aeropuerto directamen­te a la finca en Jayuya para conocer la siembra, la historia de la marca y probar el café. También hay quien se sienta a disfrutar una taza en alguna de las propiedade­s de la familia y afirma “yo quiero un negocio como este”.

No es que sea imposible, pero Roberto aclara que quien quiera cultivar café de alta calidad para servirlo en un establecim­iento propio tiene que tener “corazón, empeño y pasión” para realizar un trabajo intenso, constante y arriesgado.

“Una onza de perfume puede echar a perder 1,000 quintales de café, porque el café lo absorbe todo”, dijo para ilustrar acerca del reto de mantener un almacén donde el producto conserve sus propiedade­s.

Para Rebecca y su padre el esfuerzo vale la pena cada vez que alguien halaga el sabor del café o incluso exclaman que es el mejor que han probado. O cuando reciben pedidos o visitantes de diferentes partes del mundo, desde Europa hasta Japón.

“Ha sido bien fuerte, pero al final, el resultado es muy bueno”, aseguró Rebecca con mucha satisfacci­ón.

“Ha sido bien fuerte, pero al final, el resultado es muy bueno” Rebecca Atienza Creadora del concepto de “coffee shops” de Hacienda San Pedro

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El corazón de la Hacienda San Pedro recibe al visitante con un “coffee shop” y museo.
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Rebecca Atienza está orgullosa de haber aportado una nueva dimensión a la empresa de su padre.
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Don Roberto Atienza representa la pasión y el compromiso necesarios para salir airoso en el cultivo del café.

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