Se baña de luz y color
la nueva iglesia Stella Maris
Cuando el artista Eddie Ferraioli tenía 22 años se embarcó en un viaje a Europa con el propósito de encontrarse. Había completado su bachillerato en psicología, pero no estaba satisfecho, buscaba algo más. Sabía que le gustaba trabajar con sus manos, pero qué hacer era la gran interrogante.
La contestación apareció una tarde nublada en la Catedral de Notre Dame en París. Mientras miraba el impresionante rosetón de la estructura, las nubes desaparecieron y un baño de luz lo arropó de pies a cabeza. “Ahí encontré el mensaje. Supe que eso era lo que iba a ser”, narra sobre el momento en que supo que se convertiría en vitralista.
Cuatro décadas después de aquella experiencia, Ferraioli observa el rosetón de ocho pies de diámetro que acaba de confeccionar para la parroquia Stella Maris, en Condado. Es el primero que realiza en su carrera y es la primera vez que confecciona vitrales para una iglesia. En total, el artista llevó a cabo 70 obras para la renovada parroFerraioli, quia, diseñada por el veterano arquitecto Federico Montilla López y desarrollada por QB Construction, la cual podría abrir sus puertas en octubre.
Cada uno de los vitrales fue perfectamente diseñado por Ferraioli, quien tardó 400 días en completar esta impresionante obra, con la cual vuelve a sorprender por su atención al detalle, vibrantes colores, pero, sobre todo, por romper con lo tradicional. En este trabajo el artista se aleja de las imágenes y figuras religiosas que abundan en las iglesias, para explorar la naturaleza como conexión espiritual.
Por eso en los 54 vitrales de la fachada resaltan trinitarias de colores vivos -rojas, amarillas y anaranjadas-, que hacen referencia a la Santísima Trinidad. Luego están los 12 vitrales en el interior, donde se destacan cruces sencillas envueltas en una especie de enredadera de las que brotan flores rojas, y finalmente, el rosetón, el cual se compone de cuatro grandes y hermosos vitrales con diversas tonalidades azules, así como detalles verdes y dorados, que recuerdan a la estrella del mar, a la Stella Maris.
quien ha dedicado su trabajo a resaltar la naturaleza, destaca que al inicio del proyecto presentó unos diseños abstractos que no complacieron del todo al comité de la parroquia. Buscando nuevas ideas recordó el Laudato del Papa Francisco sobre el cuidado de la naturaleza y la importancia de integrarla a la vida, el cual había leído antes de iniciar el proyecto. Fue entonces que todo cayó en su lugar.
“Hay evidencia de que la na-
“Creo que lo novedoso es ver una iglesia con flora”
turaleza, aún la representación de la naturaleza, te baja los niveles de ansiedad, baja la presión, las tensiones. También creo mucho en los poderes sanadores de los colores, de la luz, así que decidí hacer los vitrales con unos colores que nunca había usado. Colores bien bien vivos que capturaran más o menos el famoso prisma que divide la luz en siete colores. De lo primero que te dice la Biblia -seas creyente o no seas creyente - es ‘y se hizo la luz’ y básicamente la luz no ha dejado de hacerse. Somos parte de esa luz”, explica sobre su inspiración.
Para Ferraioli trabajar en este proyecto ha sido un descubrimiento, ya que sus trabajos anteriores habían sido comisionados para residencias y no para iglesias. En el pasado, dice, recibió invitaciones para proyectos similares, pero declinó por no contar con plena libertad creativa. En esta ocasión fue diferente.
“Acepté este trabajo porque me dieron mucha libertad. Eso permitió algo novedoso y es ver una iglesia con flora. Casi siempre los vitrales de iglesias son abstractos o con figuras, pero ellos (el comité de la parroquia) me permitieron ‘imponer’ mi estilo, mi visión de mundo, por decirlo de alguna manera. Con esa libertad fue que acepté el reto”, manifiesta el artista, a la vez que recuerda que al inicio del proyecto se pensó contratar a un vitralista extranjero para la confección de los vitrales, pero el Padre Tito y María Teresa Calderón, de la misma parroquia, fueron los que lo recomendaron porque entendían que debía ser un puertorriqueño el que dejara ese legado artístico.
Ferraioli señala que en ese sentido la iglesia sigue siendo mecenas para los artistas. Confiesa que cuando recibió la invitación para este proyecto se encontraba prácticamente desempleado y que este trabajo le “cayó del cielo”. Dice, además, que es el primer reconocimiento a su trabajo que le hace una institución como la iglesia católica.
¿Piensa en su arte como una expresión espiritual?, se le pregunta. “Definitivamente. Yo siempre, y no lo digo por falsa modestia, he creído que soy un instrumento de las musas. Simplemente pongo mis manos a la disposición de la inspiración”, expresa, mientras al al fondo se ilumina el rosetón azul que le provoca tanta emoción y que marca un nuevo ciclo en su vida.
EDDIE FERRAIOLI ARTISTA 70 TOTAL DE VITRALES confeccioandos por Eddie Ferraioli para la parroquia Stella Maris. Son 54 en la fachada, 12 en el interior y cuatro en el rosetón.