El Nuevo Día

“Esta es una música de HUMANIDAD”

Labor de mentores Estos músicos reconocen la importanci­a de servir de guía a futuras generacion­es compartien­do sus conocimien­tos

- CAMILE ROLDÁN SOTO camile.roldan@gfrmedia.com

El dinero le faltaba, pero la pasión por el jazz le sobraba. Así es que cuando era un estudiante de música en Nueva York y no podía pagar la entrada a los clubes donde tocaban sus ídolos, Charlie Sepúlveda aguantaba el frío del invierno para arrimarse a una ventana y escuchar lo que pudiera. Hoy se ríe nostálgico de esa anécdota, que fue fundamenta­l para labrar una exitosa carrera musical.

Al igual que él, otros dos grandes exponentes del jazz, José “Furito” Ríos y Fidel Morales, pulieron su talento escuchando a sus músicos favoritos (Art Blakey y Dizzy Gillespie, incluidos) aunque fuera a lo lejos, memorizand­o las melodías de sus discos, tratando de imitarlas a la perfección y buscando encontrar “guisos” que les permitiera­n colarse entre sus colegas más experiment­ados.

Por eso hoy, cuando gozan de reconocimi­ento internacio­nal, Charlie, Furito y Fidel, valoran tanto los espacios donde pueden tocar jazz en vivo para el disfrute de quienes ya siguen el género o para atraer a nuevos admiradore­s.

Una de estas oportunida­des será el 13 Festival Internacio­nal de Jazz de Carolina, Native Jazz, que se llevará a cabo hoy y mañana en el Centro de Servicios Municipale­s de Isla Verde, José A. de la Torre. Allí, el menú musical incluirá la presentaci­ón de los tres músicos, de los estudiante­s de la Escuela de Bellas Artes de Carolina y de Luis “Perico” Ortiz Latin Big Band, con el trompetist­a venezolano Yturvides Vílchez como invitado especial.

Este año, el evento fue bautizado “Native Jazz”, porque todos los artistas son puertorriq­ueños que compartirá­n su pro-

“El jazz une a la gente. Va mucho más allá del ego y cosas superficia­les de otros géneros musicales” FIDEL MORALES MÚSICO Y PROFESOR DE BATERÍA

de raíces latinas, incluyendo música cubana, danza y plena.

“Va a ser una buena propuesta por cualquier lado que se vea”, aseguró Ríos, al observar que este tipo de evento “impacta positivame­nte a nivel cultural y educativo”. De acuerdo a su experienci­a como intérprete y organizado­r de otros eventos de jazz, son muchos los jóvenes que al exponerse a este tipo de música quedan impresiona­dos “y 15 años después los ves en tarima, tocando”.

Sus colegas coinciden con él y también señalan que el ambiente en los conciertos ha cambiado bastante, y para bien, en comparació­n con la época en que empezaron a tocar. En opinión de Morales, quien lleva once años desempeñán­dose como profesor de batería en el Conservato­rio de Música Puerto Rico, el jazz debe ser una música que la gente se siente a escuchar para tratar de entenderla y ese tipo de atención es la que se está dando aquí hace algún tiempo.

“Antes veía que los músicos tocaban muy bien pero los eventos no tenían mucho sentido. Iba mucha gente y se quedaba hablando, aunque estuvieran en tarima muy buenos grupos. Era como una fiesta rara y ahora eso ha cambiado bastante”, detalló el músico cubano residente en Puerto Rico.

Por su parte, Sepúlveda destacó que el jazz está en un buen momento y vaticinó que continuará ganando seguidores.

“Cuando yo me mudé a Puerto Rico, me acuerdo que tenía que mandar a callar a la gente. Me cogían odio, pero había que hacerlo. Ahora la gente está yendo a escuchar. Atiende los solos. Estamos creando esa conciencia de que hay que escuchar”, dijo el músico.

Así, escuchando a muchos artistas, nació la pasión de los tres músicos por el jazz. Aunque no necesariam­ente empezaron su carrera tocando el género, se engancharo­n con él desde la juventud temprana, según contaron. El primer disco que compró Charlie fue a los 15 años, en una tienda de la Parada 15 en Santurce.

“Aprendíamo­s a escuchar una misma canción todo el día. No sabíamos lo que estábamos haciendo pero tratábamos de imitar al que estaba tocando. A veces yo me creía que era una estrella. Estaba bien lejos de eso, pero era un buen sueño”, aseguró entre risas.

En el caso de Morales, quien estudió música clásica y trabajó una década con una orquesta sinfónica -más por necesidad que por interés-, la educación en el género fue autodidact­a, para perseguir su verdadera vocación musical. “Esto es algo pasional. Tocar música es otra cosa”, aseguró, por su parte, Ríos.

Los jazzistas lamentan que debido a la crisis fiscal del país se afecte el presupuest­o destinado a la producción de eventos musicales que entienden son un foro necesario para promover la cultura. Piensan que una forpuesta ma de apoyar al género es que los establecim­ientos ofrezcan una agenda consistent­e de música y la promuevan para que el público se entere.

“Los lugares deberían de identifica­rse más para que la gente sepa lo que está pasando. El jazz es una cosa que une a la gente. Va mucho más allá del ego y cosas superficia­les de otros géneros musicales. El que no esté en ese ‘track’ está perdido, porque esta es una música de humanidad, de amistad, de amor”, puntualizó Morales.

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Charlie Sepúlveda, Fidel Morales y José “Furito” Ríos comparten la pasión y el compromiso con la promoción, la valoración y el aprecio por el jazz como profesores e instrument­istas desde los escenarios.
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