El Nuevo Día

El costo material del temporal en Cuba aún es imposible de medir

Se confirmaro­n 10 muertos y daños tan severos que todavía no han podido ser calculados por el gobierno cubano

- BENJAMÍN MORALES MELÉNDEZ El Nuevo Día

LA HABANA, Cuba.- El paso del huracán Irma por tierras cubanas provocó la muerte a una decena de personas en Cuba y causó daños tan severos en la infraestru­ctura que ha sido imposible cuantifica­rlos hasta el momento por el gobierno cubano, el cual intenta retornar el país a la normalidad en un escenario muy complicado.

Los efectos de Irma causaron directamen­te la muerte a 10 personas, la mayoría en la capital, La Habana, en diversos incidentes que van desde derrumbes hasta ahogamient­o. La Defensa Civil de Cuba confirmó los decesos, que se registraro­n en cuatro provincias del país.

“Después del paso del peligroso huracán Irma por el territorio nacional se han reportado hasta el momento la lamentable pérdida de diez vidas humanas, en los territorio­s de La Habana, Matanzas, Camagüey y Ciego de Ávila”, dijo el gobierno en un comunicado.

Siete de los muertos se registraro­n en La Habana por diversas razones, que incluyen electrocuc­ión, caída de poste, derrumbe de viviendas y ahogamient­o. Dos casos llamaron la atención.

El primero fue el de María del Carmen Arregoitía Cardona, de 27 años, y Yolendis Castillo Martínez, de la misma edad, quienes falleciero­n cuando se derrumbó el balcón del cuarto nivel de un edificio en Centro Habana y los escombros cayeron encima del ómnibus en que viajaban.

El segundo fue el de los hermanos Roydis Valdés Pérez y Walfrido Antonio Valdés, quienes murieron en Centro Habana al derrumbars­e el techo del edificio donde vivían.

Los daños se suman a una interminab­le lista de costos materiales, pues el huracán Irma causó tal destrucció­n que demolió pueblos enteros, tiene a casi todo el país sin energía eléctrica y provocó severos daños en los rublos económicos más importante­s de la economía.

La estela de destrucció­n es tal, que el presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz, la calificó como “severa” y confesó que es tan abrumadora que todavía no ha podido ser cuantifica­da en términos económicos.

“Este fenómeno meteorológ­ico causó severos daños al país, los cuales, justamente por su envergadur­a, aún no se han podido cuantifica­r. Una mirada preliminar evidencia afectacion­es en la vivienda, el sistema electroene­rgético y la agricultur­a. Además golpeó algunos de nuestros principale­s destinos turísticos”, dijo Castro Ruz en un mensaje al país publicado por los medios oficiales cubanos.

“Han sido días duros para nuestro pueblo, que en solo pocas horas ha visto como lo construido con esfuerzo es golpeado por un devastador huracán… Las jornadas que se avecinan serán de mu- cho trabajo, donde volverá a quedar demostrada la fortaleza de los cubanos y la confianza indestruct­ible en su Revolución”, agregó el general de Ejército en el escrito.

Castro Ruz reveló que ha recibido múltiples muestras de solidarida­d de todas partes del mundo y que múltiples jefes de Estado, organizaci­ones políticas y movimiento­s de solidarida­d han expresado la intención de ayudar a Cuba en la fase de reconstruc­ción.

Uno de ellos es el presidente ruso, Vladimir Putin, quien confirmó que su país ofrecerá ayuda a Cuba tras el paso del poderoso huracán Irma.

“No es tiempo para lamentarno­s, sino para volver

a construir lo que los vientos del huracán Irma intentaron desaparece­r” RAÚL CASTRO RUZ PRESIDENTE DE CUBA

CIFRAS ATERRADORA­S

Las primeras cifras ofrecidas por los organismos oficiales son espeluznan­tes.

Seis centrales energética­s fueron perjudicad­as, algunas de ellas porque entró agua en sus instalacio­nes, mientras que 50 líneas de alta tensión cayeron y muchas miles de menor voltaje también están en el suelo a través de todo el país.

Los teléfonos celulares se han mantenido operando, sobre todo, para llamadas internas, pero la telefonía fija, muy usada en la isla por sus bajos costos, sufrió un golpe severo y unas 80,000 líneas están fuera de servicio.

En provincias como Camagüey y Ciego de Ávila los daños fueron tales que pueblos enteros quedaron destruidos.

Punta Alegre, un enclave costero en la provincia de Ciego de Ávila, sufrió tales daños que hasta la cruz de la iglesia católica del pueblo se perdió, mientras los residentes intentaban salvar lo poco que quedó tras la violenta entrada del mar. Bolivia, también en Ciego de Ávila, quedó irreconoci­ble.

El municipio de Yaguajay, en Sancti Spíritus, sufrió daños en el 40 por ciento de sus viviendas, mientras la infraestru­ctura básica está completame­nte colapsada.

En Jigüey, un pueblito pesquero de Camagüey, había unas 25 casas y vivían cerca de 60 personas, la mayoría pescadores. Todas las casas fueron destruidas por Irma y del pueblo sólo quedan los pisos de cemento de algunas residencia­s.

Los niveles de destrucció­n, que se extendiero­n desde el enclave de Baracoa, en Guantánamo, hasta La Habana, fueron notables, igualmente en la capital cubana.

El mar entró tierra adentro en las zonas del frente marítimo, en la que ha sido calificada como la peor inundación costera en La Habana en la historia, mayor, incluso, que la llamada “Tormenta del Siglo” en 1993. Caridad Ramírez todavía no sale de su asombro cuando reflexiona sobre la violenta entrada del mar en el barrio de Centro Habana.

“Esto parece Haití”, afirmó apesadumbr­ada sobre cómo va a enfrentar la destrucció­n de su propiedad y sus pertenenci­as. “Por lo menos estamos vivos”, agregó.

La incredulid­ad y el sentimient­o de impotencia que tiene Caridad se respira en toda esta zona de Centro Habana. La familia Rodríguez Cancel vivió otra tragedia. Su casa se llenó de agua y no quedó nada.

“No tengo qué ponerme, esto, que es lo que teníamos puesto los tres antes de irnos al refugio, fue lo que nos quedó”, dijo Lydia Cancel, quien asegura todavía está aterroriza­da por la noche que vivió.

“Nos dañó todo, los equipos eléctricos, mis máquinas para hacer helado, que es de lo que vivo. La verdad, ahora mismo estoy pensando en limpiar y botar todo lo que no sirve, para ver qué haré con la venta de helados”, afirmó un apesadumbr­ado Enrique Rodríguez ante su esposa y su hija de 15 años, Laura.

Al otro extremo del amplio sector del frente marítimo capitalino, las cosas no estaban mejores. En el área del barrio de Vedado, localizada entre las avenidas Paseo y G, el agua de mar seguía entrando como si fuera un río.

“Ha sido todo muy tenso, muy agotador. Han sido muchas horas, con el huracán, con la marea entrando. En mi casa alcanzó el sexto escalón de la escalera. No lo podía creer. Todo lo que tenía en el primer piso se perdió y estuvimos casi un día sin poder bajar del segundo”, explicó Amelia Ricardo, una de las muchas residentes que vio cómo el agua superó los seis pies de altura en toda la zona.

Los vecinos se pasan las horas escoba en mano en una batalla constante con el agua. Está previsto que todo mejore mientras avanza la semana, pero, como dijo

Yoendris Ramírez a El Nuevo Día, “habrá que seguir con la escoba, hasta que se seque el Malecón”.

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El ciclón demolió pueblos enteros en la costa cubana y en La Habana se registraro­n inundacion­es históricas por la entrada de agua de mar.
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Las calles de la zona frente al famoso Malecón en la capital cubana ayer todavía tenían agua producto de las inundacion­es.
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Una habanera muestra las marcas del nivel que alcanzaron las aguas en la ciudad, donde muchos perdieron todas sus pertenenci­as.

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