Refugiada puertorriqueña vivió el paso del huracán Irma en un hospital en Santo Tomás
tuvo que dejar la isla de Santo Tomás para recibir atención médica aquí Una mujer
Maribel, una puertorriqueña de 46 años que vive en la isla de Santo Tomás desde que tenía 30 días de nacida, pasó el susto de su vida el miércoles de la semana pasada, cuando los fuertes vientos del huracán Irma interrumpieron la cotidianidad de este territorio de las Islas Vírgenes estadounidenses.
La mujer ya atravesaba un momento difícil pues estaba recluida desde el 1 de septiembre en el único hospital de esa isla caribeña por una infección de la fístula que tiene en uno de sus brazos para recibir, tres veces a la semana, un tratamiento de diálisis que la ayuda a filtrar la sangre.
Justo el día en que se esperaba el paso de Irma por Santo Tomás, los médicos decidieron operarla, lo que consternó a Maribel ante la posibilidad de que se fuera la luz en plena cirugía, la planta eléctrica no funcionara y el hospital y las personas que estaban en la institución no sobrevivieran.
“La tormenta empezó, y yo, en la sala de operaciones. Se sentía el edificio moverse. Estaba bien asustada”, reconoció la mujer, una empleada del gobierno de la isla de Santo Tomás que compartió su testimonio con El Nuevo Día, con la condición de que solo se la identificara con su primer nombre.
Según su relato, el mayor caos surgió al despertar de la intervención y escuchar el viento y los árboles golpeando la estructura del Hospital Roy Lester Schneider.
“Los cristales empezaron a romperse, el techo a gotear y a caerse los plafones, y se veía toda la cablería”, recordó.
Entonces, médicos y enfermeros mudaron a los pacientes del cuarto piso, incluyendo a Maribel, de ese nivel -el más alto del edificiohasta el tercero. Allí, aglutinaron a los pacientes en grupos de mujeres y hombres, hasta cinco por habitación.
“El área estaba devastada, llenándose de agua por la noche. El jueves sacaron casi todos los pacientes del hospital”, relató.
Los pacientes fueron trasladados a la isla de Santa Cruz en helicópteros de la Marina de Estados Unidos. Luego, cuatro aviones transportaron a los pacientes a Puerto Rico, en un operativo coordinado por el Departamento de Salud de los Estados Unidos y el gobierno federal, se informó.
Durante el corto vuelo entre la isla de Santa Cruz y San Juan, Maribel dice que enfrentó “emociones mixtas”, ya que sabía que podría continuar el tratamiento de diálisis que necesita, pero dejaba atrás a su hijo de 16 años.
“Gracias a Dios, en mi casa no pasó nada y él se quedó con una compañera de trabajo que perdió todo”, dijo la mujer, quien resaltó que llegó a Puerto Rico prácticamente con lo que tenía puesto y un peluche de un perro que le recuerda su casa.
Ahora, Maribel se encuentra en la incertidumbre de pedirle a su hijo que viaje a Puerto Rico para reestablecerse junto a familiares que viven aquí o mudarse a Estados Unidos. Tomará la decisión en un mes, cuando sepa si el centro de diálisis donde recibía servicios en Santo Tomás renueva operaciones, así como la escuela donde su hijo estudia.
“Me hace falta el nene, pero estoy bien y muy agradecida de toda la ayuda que nos han dado aquí”, dijo la paciente, recluida en el Hospital HIMA San Pablo, en Caguas, donde continúa bajo tratamiento de antibióticos y sus diálisis tres veces a la semana. Ayer, Nilda Rodríguez Figueroa, directora de seguridad institucional y manejo de emergencias del Grupo HIMA y Margarita
Rodríguez, directora de turismo médico de la institución, relataron que continuarán brindando ayuda a varias de las islas afectadas.
Jaime Rivera Dueño, director médico del Grupo HIMA, indicó que atienden 20 pacientes de Santo Tomás, incluidos varios pacientes de diálisis, de cáncer y quemados, y además recibieron tres embarazadas de Culebra.
“El área estaba devastada, llenándose de mucha agua por la noche”. “Se
sentía el edificio moverse. Estaba bien asustada”. “Me hace falta el nene, pero
estoy bien y muy agradecida de toda la ayuda”. MARIBEL PACIENTE DE DIÁLISIS PROVENIENTE DE SANTO TOMÁS