El Nuevo Día

Familia puertorriq­ueña muere intoxicada en Orlando

Integrante­s de una familia boricua mueren intoxicado­s por las emisiones de un generador de energía

- JOSÉ JAVIER PÉREZ josej.perez@gfrmedia.com Twitter; @josejav ierperez

ORLANDO, Florida.- Tres miembros de una familia puertorriq­ueña falleciero­n por intoxicaci­ón con las emisiones de un generador de energía que ubicaron dentro de su casa la noche del martes.

Esa noche, horas antes de la tragedia, Desiree Díaz, sus tres hijos, una pariente y dos amigos que vinieron de Puerto Rico habían sacado todas las carnes que tenían en el congelador y las cocinaban en una barbacoa apostada frente a la casa.

Es lo que suelen hacer los boricuas tras un huracán: cocinarlo todo y repartir al vecindario. Dentro de la casa, ubicada en el 5618 de la avenida Eggleston en Orlando, funcionaba el congelador, la nevera y dos ventilador­es gracias a la electricid­ad que producía un generador Coleman Powermate 5000.

En esta comunidad no hay luz desde la madrugada del lunes, cuando el huracán Irma pasó por esta ciudad de la Florida Central.

“La comida olía tan rica. Ellos estaban alegres cocinando y repartiend­o a todos. Eran una familia hermosa, feliz y normal”, dijo Sylvia Kittrell, quien vive justo al lado.

ERROR TRÁGICO

Tarde en la noche, alguien de la familia metió el generador de electricid­ad en el garaje de la vivienda.

El trágico error fue mantenerlo prendido toda la noche y madrugada. Cuando amaneció y Desiree se percató de que la casa estaba inundada de humo abrió la puerta y salió, pero cayó tendida sobre la grama, sin vida.

Al percatarse, Luis Lebrón Díaz, el hijo menor de la mujer y quien tiene 12 años, llamó al 911 reportando la situación.

Llegó un oficial de la oficina del Sheriff del Condado de Orange quien entró a la casa pero salió de inmediato afectado por las emisiones de gas. El policía también tuvo que recibir asistencia médica.

Minutos más tarde, llegaron los bomberos.

Entraron a la casa y hallaron sin vida a Jan Lebrón Díaz, de 14 años y a Kiara Lebrón Díaz, de 17, hijos de Desiree, cuyo cuerpo sin vida aún estaba sobre la grama.

“Cuando me retiré a descansar, el generador estaba afuera, pero ya cuando estaba en la cama, dejé de escucharlo. No imaginé que lo habían metido en la casa. Para mí, que lo habían apagado”, se lamentó la vecina Kittrell.

“Estamos sufriendo, eran muy buenos vecinos”, agregó la educadora ya retirada.

Las dos amistades que habían viajado desde Puerto Rico fueron identifica­das como Karis Colón Feliciano, de 17 años, y su madre, Mirta Feliciano, de 52. Ambos fueron llevados al Hospital Florida South.

También estaba recluida Evette Díaz, familiar de las víctimas, así como el jovencito Luis, quien reportó la emergencia al 911.

“Parece que el jovencito metió el generador en el garaje pensando que se lo podían robar”, contó Eddie del Valle, ministro y Capellán de la iglesia Ministerio With Love, y quien se encontraba en el área dando apoyo emocional y espiritual a los vecinos.

“Estamos generando una petición al gobierno para que se apruebe una ley de manera que cuando alguien compre un generador de emergencia tenga que adquirir también un monitor de monóxido de carbono”, dijo el pastor.

Estos dispositiv­os, como las alarmas de incendios, emiten un sonido fuerte, cuando detecta concentrac­iones de este venenoso humo.

Esta es una comunidad de clase media, indicó por su parte Carlos R. Torres, capitán de la Oficina del Sheriff del Condado de Orange, y quien es natural de Carolina.

Frente a la casa está estacionad­o un auto color blanco. En su retrovisor cuelga una pequeña bandera de Puerto Rico.

Vecinos desfilaban por la residencia en forma silenciosa y colocaban flores, velas encendidas y algún juguete de peluche. El escalón que da a la puerta de la entrada de la casa blanca lucía como un pequeño altar.

Un hombre acompañado con seis preadolesc­entes llegó a la acera frente a la casa y llamó al pastor. El ministro se acercó, pidió a todos que se tomaran de la mano y elevó una oración.

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Carla martínez/especial para el nuevo día El pastor Eddie Del Valle ora con niños de la comunidad donde ocurrió la tragedia.
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