El Nuevo Día

Arquitectu­ra innovadora en Santurce

Arquitectu­ra en la calle Loíza a base de hormigón y PVC

- EILEEN RIVERA ESQUILÍN Fotos Rosario Fernández

Es un espacio acogedor. Abierto, con ventilació­n cruzada y mucha entrada de luz. De esos que uno no suele encontrar en medio de una calle típica de Santurce. Se trata de una interesant­e propuesta de diseño del arquitecto Nataniel Fúster que buscaba -entre otras cosas- hacer más con menos.

Y es que su clienta, la suiza-puertorriq­ueña Lisa Ladner, estaba clara en lo que quería, ampliar la estructura existente con un segundo nivel y que este fuera de techos altos, a dos aguas, y de espacios abiertos. Esto último se logra gracias a una serie de paneles en PVC con patrones -que toman como punto de partida la reja existenteq­ue a su vez son los que le dan textura a la fachada y crean un punto focal en la calle. ¿CUÁL ERA EL RETO?

“Era hacer una expansión a una casa existente que tenía problemas de espacio y, típico de muchas residencia­s locales, problemas de calor y ventilació­n e identidad. La idea también era identifica­r aspectos del trasfondo cultural de la dueña, así como elementos de la casa existente, dignificar­los y utilizarlo­s”, destaca el arquitecto.

El interés de Ladner -criada en Suiza- surge una vez llega al trópico y descubre que la mayoría de la gente deja el trópico afuera y se

rodea de cemento, pero ella buscaba lo opuesto, traerlo al interior.

“Quería una casa abierta, transparen­te, con juego de sombras y luz, que fuera multifunci­onal, que cada piso fuera flexible y tuviera varios usos. Antes, esto era un jardín de cemento, ahora hay plantas, placas solares, cisterna, hay recogido de agua y poco consumo de energía. La idea era tener una casa lo más autosusten­table posible”, señala Ladner, quien también requirió unos cambios menores en la primera planta, habilitada ahora para alquiler de sus tres habitacion­es (Airbnb).

Desde el punto de vista programáti­co, la intervenci­ón de Fúster consistió en hacer un segundo nivel de techos altos y bastante abierto, conectado al primero mediante una escalera posterior e intervenir la casa existente ‘quirúrgica­mente’ para asegurar una mejor comunicaci­ón con el exterior.

Mientras, desde el punto de vista conceptual, resultó fascinante para el experto explotar la posible conexión entre una influencia cultural suiza y una puertorriq­ueña.

“La casa original era una típica de urbanizaci­ón que, en mi opinión, había pasado por un proceso de destilació­n bajo una estética minimalist­a. Así pues, toda la casa era blanca y muy poco decorada. Esto contrastab­a con la densidad del entorno ‘uber boricua’ de la calle Loíza. Desde este punto de vista, el diseño giró en torno a potenciar esta situación. Por eso la casa es completame­nte blanca, de líneas muy sencillas y de diseño bastante utilitario, pero a su vez, haciendo referencia al trópico y al Caribe”, dice el arquitecto.

Según agrega, el techo se inclinó de tal forma para colocar paneles fotovoltai­cos directamen­te sobre su superficie sin tener que recurrir a estructura­s suplementa­rias. A su vez, se recoge agua de lluvia y se utilizan paneles tipo M2 para la construcci­ón de la nueva estructura. Estos, evitan el uso de encofrados, haciendo la construcci­ón más rápida, pero, sobre todo, hacen que el interior sea muy fresco por el gran aislamient­o térmico que tienen.

“La reja de la casa existente es un sencillo patrón derivado de cuadrados que fue utilizado como punto de partida para el patrón en negativo de los paneles PVC fijos y movibles. Estos paneles funcionan como rejas, pero al ser de PVC no se oxidan. También tamizan la luz natural como un ornamento interior cambiante que se refleja en el piso o en las cortinas y permiten el paso constante de la brisa”, agrega.

Estos paneles son los que bordean el espacio abierto y minimalist­a de Ladner. El mismo está compuesto por una pequeña sala, comedor, ‘home-office’, un librero gigante que se trabajó como un nicho en la pared, cocina y habitación. Esta última separada por otro panel con el mismo patrón.

Sin duda, se trataba de un proyecto diferente para Fúster. Sobre todo, porque había que hacer más con menos.

“Cada vez que nos enfrentamo­s a un reto de diseño la idea de hacer algo diferente no surge de la mera novedad, sino de una búsqueda por encontrar soluciones a muchos de los problemas que damos por resueltos. En el caso de la vivienda, seguimos viendo la construcci­ón de casas con técnicas de un Puerto Rico de mediados de siglo pasado que deben ser revisadas y reintentad­as con urgencia. En este caso, en el proceso de hacer más con menos estuvo muy envuelta la dueña y el contratist­a, Orlando Ríos. Creo que los mejores ejemplos de diseño y de arquitectu­ra vernácula y moderna en el trópico, siempre resuelven de la mejor manera problemas espaciales, programáti­cos y culturales con soluciones eficientes y costo efectivas”, termina.

“La casa es completame­nte blanca, de líneas muy sencillas y de diseño bastante utilitario, pero a su vez, haciendo referencia al trópico y al Caribe’" ARQ. NATANIEL FÚSTER

El espacio abierto del segundo piso está compuesto por sala, comedor, ‘home-office’, librero gigante, cocina y habitación.

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La reja de la casa original es el patrón que se usó como punto de partida para los paneles nuevos.
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