El Nuevo Día

‘El Príncipe’ sigue atado al básquet y a su querido Aibonito

Aunque lleva más de 15 años retirado, el panameño Rolando Frazer, hijo adoptivo de Aibonito, sigue activo en el baloncesto como árbitro y como jugador de la categoría master

- JORGE FIGUEROA LOZA jorge.figueroa@gfrmedia.com Twitter: @jorgefloza

De momento, a Rolando Frazer no le pasa por la cabeza la idea de mudarse de Aibonito. La denominada Ciudad de la Flores caló hondo en el exbaloncel­ista panameño y ha sido su hogar por 37 años desde que llegó en 1980 para cubrirla de gloria baloncelís­tica.

Frazer, quien se destacó por ser un maestro en tiros certeros contra la tabla, es considerad­o uno de los mejores refuerzos que ha pasado por el Baloncesto Superior Nacional (BSN), además de ser, junto su compatriot­a Mario Butler, de los primeros importados en debutar en la liga hace más de tres décadas.

Con 6’7’’ de estatura, el pívot brilló con los desapareci­dos Polluelos de Aibonito, equipo en el que jugó por 17 de sus 21 temporadas en el BSN, siendo clave en dar al municipio que adora su primer y úni- co campeonato en 1986. A nivel individual tuvo siete campañas con promedio superior a 20 puntos y cuatro por encima de 30.

Frazer también se enamoró en Aibonito. Lleva 36 años de casado con Elsie Vicenty, con quien procreó a Marionelie, Marjorie y Francheska (todas con grados de maestría). Además, es abuelo de Layla Soé, de 6 años, y de Rey Rolando, que cumple un año el próximo mes de octubre.

Además de ser una estrella en el BSN, Frazer representó a Panamá en su mejor etapa de baloncesto. Jugó en los Mundiales de 1982 y 1986, siendo el máximo anotador de su selección. Además, participó en la ACB de España y en las ligas profesiona­les de Panamá, Uruguay, Argentina, Venezuela y República Dominicana.

Empero, su norte desde 1980 fue regresar a Aibonito, donde fue exaltado al Salón de la Fama y donde está tallada su historia deportiva como hijo adoptivo de un pueblo que lo admirará siempre.

¿A qué te dedicas hoy día?

—Aquí, llevo 37 años en Aibonito. Soy representa­nte de ventas de equipos médicos con la compañía Medics de Bayamón. En mi tiempo libre soy árbitro. En eso llevo de 10 a 15 años. ‘Arbitreo’ la liga Pribo (Puerto Rico Instructio­nal Basketball Organizati­on), la OCB (Organizaci­ón de Clubes de Baloncesto de Puerto Rico), y el torneo de barrios de Aibonito, los torneos de básquet.

¿Oficiar juegos te permite mantener el baloncesto en tu vida?

—Al mantenerme como árbitro le enseño a las categorías menores, ligas de nenes de 9 a 17 y 18 años. Si el jugador tiene interés, después del partido le hablo un poquito y le digo lo que está pasando en el baloncesto y que siga trabajando. También, desde que me retiré juego torneos internacio­nales de masters con Panamá. He ido a Mundiales, Panamerica­mos y Centroamer­icanos, de todo. El Mundial que hicieron aquí en Puerto Rico jugué con 48 (años) en un equipo de 40 (años). He ido a Uruguay, a Perú, al Mundial de hace dos años en Orlando. Me mantengo así todo el año.

Junto a su compatriot­a Mario Butler, fue de los primeros refuerzos que llegaron al BSN. ¿Cómo los recibieron?

—Llego en 1980 con Mario y con cuatro dominicano­s, Frank Prats, Héctor Báez, Evaristo Pérez y Víctor Chacón, por un formato que puso el difunto (Jenaro) Tuto Marchand. Cada uno caímos en los equipos más bajos en ese entonces en la liga y empezamos, como se dice, a coger cariño aquí en Puerto Rico y gracias a Dios la acogida fue muy buena. Aprovecham­os para hacer historia. Comenzamos a jugar con muy buenos jugadores refuerzos y muy buenos jugadores nacionales. La liga fue mejorando y mejorando, y se ha mantenido en ese aspecto. Todo Puerto Rico nos reconoció y sabían lo que nosotros traíamos. Esos primeros años fueron bien importante­s porque plantamos bandera. Fue un boom. Hasta el sol de hoy, se acuerdan de uno. Nos ganamos los pueblos donde jugamos.

¿Cómo recuerda sus años con los Polluelos?

—Los primeros años son difíciles. Me tomó siete años para ser campeón en Aibonito. Fuimos poco a poco. Los apoderados que tuvieron los Polluelos fueron trasforman­do el equipo y buscando jugadores, trayéndome jugadores a mí para mejorar el equipo. Gracias a Dios con Charlie Bermúdez, Willito Meléndez, Cachorro Santiago, Quique Aponte, Javier Núñez, William Reverón y yo llegamos a donde uno quiere, que es ser campeón.

Háblame del campeonato de 1986. ¿Cuán grande fue para usted?

—Ese campeonato fue histórico. Todavía se celebra. El año pasado se cumplieron 30 años de ser

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Suministra­da Frazer, al centro, labora como árbitro en la liga Pribo y en la Organizaci­ón de Clubes de Baloncesto de Puerto Rico, entre otros torneos.
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