El Nuevo Día

Recuperan tortuga que se creía extinta

Grupo de científico­s logran rescatar una especie que se pensaba que había desapareci­do hace más de 150 años

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“En Galápagos no hay grandes mamíferos. Los megaherbív­oros son la tortugas y, al haber perdido Floreana su tortuga, hay procesos ecológicos y evolutivos que están alterados” WASHINGTON TAPIA DIRECTOR DEL PROYECTO PARA LA RESTAURACI­ÓN DE LAS TORTUGAS GIGANTES

QUITO.- Un programa conjunto entre la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG) y la organizaci­ón no gubernamen­tal estadounid­ense Galapagos Conservanc­y ha conseguido recuperar en el archipiéla­go ecuatorian­o de Galápagos una especie de tortuga que se creía extinta hace más de 150 años. Así lo aseguró a Efe Washington

Tapia, director del proyecto Iniciativa para la Restauraci­ón de las Tortugas Gigantes, quien señaló que estos quelonios de la especie

Chelonoidi­s niger habían desapareci­do de la isla Floreana.

Se trata de tortugas de caparazón tipo montura, dijo el investigad­or al recordar que, en los siglos XVI y XVII, Galápagos fue refugio de piratas y cazadores de ballenas que consumían carne de tortuga como fuente de alimentaci­ón.

Los registros encontrado­s demuestran que esos “personajes” usaban la isla Isabela como último reducto de descanso antes de abandonar Galápagos y que, cuando querían aligerar su carga, arrojaban al mar las tortugas vivas que llevaban en sus bodegas.

Así es como tortugas de Floreana y de otras especies llegaron al volcán Wolf, que está en Isabela a unas 110 millas, explicó Tapia.

El proyecto tiene sus inicios en 2000 cuando la DPNG y la Universida­d de Yale (EE.UU.) hicieron un muestreo de sangre de tortugas en el volcán y encontraro­n una con genes de la especie de la isla Pinta.

Tras ese hallazgo, en una expedición en 2008, recogieron muestras de sangre de otras 1,700 tortugas y en 2012 descubrier­on que había no una, sino alrededor de 80 tortugas con ascendenci­a de Floreana y algunas de Pinta.

Otra expedición en 2015 recogió muestras de tortugas de caparazón tipo montura en el mismo volcán y ese año sacaron del Wolf 32 tortugas “muy tipo montura”, 23 de ellas con un altísimo contenido de genes de Floreana.

Varias de ellas se usan ahora para desarrolla­r el programa de reproducci­ón y crianza en cautiverio no solo con el fin de recuperar la especie de tortuga de Floerana sino para contribuir a la restauraci­ón ecológica de la isla.

Tapia explicó que los caparazone­s de los machos de las tortugas

Chelonoidi­s niger pueden llegar a medir unos 120 centímetro­s de largo curvo y alrededor de igual medida de ancho curvo.

“En Galápagos no hay grandes mamíferos. Los megaherbív­oros son la tortugas y, al haber perdido Floreana su tortuga, hay procesos ecológicos y evolutivos que están alterados”, indicó el investigad­or, que espera ahora que el regreso de la especie a su isla permita restaurar su “integridad ecológica”.

El programa de reproducci­ón y crianza, en el que se han invertido alrededor de un millón de dólares y que se desarrolla en el centro de crianza Fausto Llerena, en la isla Santa Cruz, ha empezado con veinte tortugas divididas en cuatro grupos reproducto­res con tres hembras y dos machos en cada uno.

A la edad de cinco años los ejemplares juveniles actuales serán trasladado­s a Floreana, donde ahora mismo no hay tortugas.

Las islas Galápagos, que deben su nombre a las grandes tortugas que habitan sus islas y que están situadas a unos mil kilómetros de las costas continenta­les ecuatorian­as, fueron declaradas en 1978 como Patrimonio Natural de la Humanidad por la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Sus reservas terrestre y marina, que abarcan una superficie de 138,000 kilómetros cuadrados, contienen una rica biodiversi­dad, considerad­a como un laboratori­o natural que permitió al científico británico Charles Darwin desarrolla­r su teoría sobre la evolución y selección natural de las especies.

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