Convertir gran reto en oportunidad sostenible
La recuperación paulatina de los daños causados por el huracán Irma le permite a Puerto Rico impulsar acciones de largo alcance para levantar las bases físicas, económicas y sociales de un país que sea responsable con sus habitantes y con el planeta.
Los daños son una radiografía de las vulnerabilidades locales. Esos riesgos han sido estudiados por el Consejo de Cambios Climáticos de Puerto Rico. Mediante procesos colaborativos entre profesionales de diversas disciplinas, de los sectores públicos, privado, comunitario y sin fines de lucro, el organismo ha puesto a disposición de gobierno, municipios y ciudadanos una guía de estrategias para la adaptación al cambio climático. Es hora de escucharlos y usar sus recomendaciones para que el país enfrente los retos pronosticados con las menores pérdidas posibles.
El sistema atmosférico pasó a millas de la Isla con vientos máximos sostenidos de menos de 100 millas por hora en su punto más cercano, en Culebra, según las mediciones. Con solo eso, el estimado oficial de pérdidas es de $600 millones. Doce municipios son zonas de desastre. Las cifras podrían aumentar. No actuar desde ahora tendrá un impacto exponencial en caso de que un fenómeno de la intensidad que alcanzó Irma se acerque a Puerto Rico. Asegurar que se reduzca la magnitud de ese impacto es prioridad.
Con apenas el roce del huracán, una vez más, el sistema de distribución eléctrica quedó expuesto como uno inadaptado a los cambios vaticinados. El propio sistema de generación acelera la amenaza. Y, otra vez, se desgarra el velo con el que se ignoran las dimensiones de la pobreza y la desigualdad, que le niegan a la mitad de la población su derecho a estar protegidos ante los inminentes cambios del clima.
Por tanto, el huracán Irma nos marca la ruta para levantar un país cuyos pueblos y ciudades, su economía e infraestructura y sobre todo sus ciudadanos estén preparados para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas.
De la mano de la adaptación, es necesario también que el país cumpla con su cuota de responsabilidad con el planeta, que es hacerlo con nosotros mismos. Urge mitigar los factores que aceleran las variaciones en la intensidad y frecuencia de estos fenómenos.
Los ciclones Irma y Harvey no son los únicos eventos recientes ocurridos en el globo. Fuegos forestales, inundaciones, récords de calor están asociados al calentamiento global que, según científicos, ya altera las corrientes marinas en el planeta.
El calentamiento global, señalan los expertos, es aún reversible si se toman acciones inmediatas. Una de las más importantes, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, por ejemplo, mediante el uso de fuentes de energía renovables a diversas escalas. Toca al gobierno y al sector privado convertir el reto en oportunidad sostenible. Y a los ciudadanos, apoderarse para que los principios de sostenibilidad rijan hábitos de consumo y estilos de vida.
En cada puertorriqueño y en cada organización, grande, pequeña, pública y privada, habita esa capacidad de transformarse para evolucionar ante situaciones adversas. Aflora en cada emergencia. El riesgo mayor es que, pasada la crisis, la comodidad de la costumbre se reinstale. Las sacudidas de la naturaleza llaman a abrazar prácticas distintas y mejores.
Queda tras el huracán el terreno fértil para la solidaridad, que hoy es ayuda a los damnificados. Esa solidaridad puede trascender. Debe crecer y fortalecerse en forma de planes para una reactivación económica centrada en el desarrollo humano, en políticas públicas que produzcan verdadera justicia social. Debe transmutar en forma de una economía que mitigue las emisiones de los gases de efecto invernadero, que proteja las costas y los cuerpos de agua y que genere empleos dignos.
Pasada la tormenta, podemos hacer surgir de la destrucción un país vibrante que sea puntero mundial en las mejores prácticas de mitigación y resiliencia ante el cambio climático. Un país que sea sostenible porque mantiene en justo balance los pilares del ambiente, la economía y el bienestar de todos sus ciudadanos.