Resiliencia social
En días recientes, varios expertos han comenzado a diferenciar lo que es un fenómeno natural de lo que es un desastre natural. Todo aquel que ha trabajado para cerrar la brecha de la inequidad y desigualdad social en Puerto Rico lleva años advirtiendo que mientras más amplia es la brecha, más propensos estamos a convertir un fenómeno natural en un desastre.
Porque nuestra pobreza -resultado de políticas públicas y de un sistema económico que promueve la dependencia, basados en la explotación y sostenidos por la exclusión- ha provocado que hayamos tenido un Puerto Rico desarticulado y débil para enfrentarnos a fenómenos tan disruptivos como María.
Como planteó en una columna reciente en este diario el sacerdote jesuita Jorge José Ferrer, especialista en bioética, “la reconstrucción que necesitamos no es solo física. También es moral”.
Esa reconstrucción moral comenzó a horas de amainar los primeros vientos del huracán cuando miles de ciudadanos salieron con machete, sierra o lo que tuvieran a la mano para abrirle paso a sus vecinos. Fue una acción tan física, como simbólica: abrir nuevas maneras de relacionarnos. “La formación de un pueblo nuevo”, nos recordaba esta semana Monseñor Roberto González Nieves en otra columna publicada por este diario.
A horas del paso del huracán, mientras el gobierno estatal y federal se organizaba, fue el llamado Tercer Sector –compuesto por organizaciones sin fines de lucro, comunitarias y sus miles de voluntarios- los que se convirtieron en esa primera línea de respuesta a la emergencia. Así quedó demostrada su valiosa capacidad de reacción rápida.
En este Puerto Rico post María habrá que ver cómo el gobierno de Puerto Rico piensa involucrar a todos los expertos puertorriqueños en resiliencia social para adoptar políticas públicas que den un giro hacia un desarrollo social sostenible, edificado sobre la ética de la justicia y la paz.
Los activos sociales para desarrollar esta visión están listos para ser reclutados. Se encuentran en el Consejo de Cambio Climático, en la Red de Fundaciones, en Echar Pa’lante, en el grupo de trabajo del Índice de Desarrollo Humano, en el Centro de la Nueva Economía, en la Sociedad Puertorriqueña de Planificación, en el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico, en la Asociación de Economistas de Puerto Rico, en la Universidad de Puerto Rico, en la Interamericana, la Pontificia Católica de Ponce, en la Universidad del Sagrado Corazón y en la Universidad Carlos Albizu. Y en El Nuevo Día.
Todos ellos tienen listos los lineamientos generales de una estrategia de resiliencia social. Hemos publicado por meses -y en algunos casos, por añosen artículos y columnas casi todos sus hallazgos y alternativas.
Reseñamos también hace dos semanas la experiencia de reconstrucción social que experimentó la ciudad de Nueva Orleans gracias a la visita de John Davies, presidente de la Fundación Baton Rouge, invitado por el Centro de la Nueva Economía.
Otro reto será cómo el sector privado y comercial comienza a interesarse por integrarse en esta conversación de visión de futuro de resiliencia social en la vivienda, en el comercio y en la economía. La voz de Ricardo Álvarez Díaz, presidente de la Asociación de Constructores de Puerto Rico ha sido refrescante y visionaria en este sentido.
Hay economistas como Joaquín Villamil y Estudios Técnicos que llevan varios años cuantificando el valor agregado de una economía socialmente resiliente. Y Myrna Rivera, de Consultiva Internacional, tiene muy claro como reinvertir en Puerto Rico dineros que están invertidos en Estados Unidos.
Por último, no puede quedar de lado de ninguna manera todo ese empresariado joven y milenial cuyo expertise en “start ups” podría ser aprovechado para “start ups” sociales. Sería interesante saber qué ideas puedan tener Piloto 151, Paralelo 18, y el Fideicomiso de Ciencia y Tecnología en este respecto.
El Nuevo Día está listo para facilitar y moderar estas conversaciones. La mesa está servida, invitados quedan. Podemos reconstruir a Puerto Rico con infraestructura física de punta y también reconstruirlo socialmente con justicia y solidaridad.