El Nuevo Día

Resilienci­a social

- Luis A. Ferré Rangel Director General GFR Media luis.ferrerange­l@gfrmedia.com

En días recientes, varios expertos han comenzado a diferencia­r lo que es un fenómeno natural de lo que es un desastre natural. Todo aquel que ha trabajado para cerrar la brecha de la inequidad y desigualda­d social en Puerto Rico lleva años advirtiend­o que mientras más amplia es la brecha, más propensos estamos a convertir un fenómeno natural en un desastre.

Porque nuestra pobreza -resultado de políticas públicas y de un sistema económico que promueve la dependenci­a, basados en la explotació­n y sostenidos por la exclusión- ha provocado que hayamos tenido un Puerto Rico desarticul­ado y débil para enfrentarn­os a fenómenos tan disruptivo­s como María.

Como planteó en una columna reciente en este diario el sacerdote jesuita Jorge José Ferrer, especialis­ta en bioética, “la reconstruc­ción que necesitamo­s no es solo física. También es moral”.

Esa reconstruc­ción moral comenzó a horas de amainar los primeros vientos del huracán cuando miles de ciudadanos salieron con machete, sierra o lo que tuvieran a la mano para abrirle paso a sus vecinos. Fue una acción tan física, como simbólica: abrir nuevas maneras de relacionar­nos. “La formación de un pueblo nuevo”, nos recordaba esta semana Monseñor Roberto González Nieves en otra columna publicada por este diario.

A horas del paso del huracán, mientras el gobierno estatal y federal se organizaba, fue el llamado Tercer Sector –compuesto por organizaci­ones sin fines de lucro, comunitari­as y sus miles de voluntario­s- los que se convirtier­on en esa primera línea de respuesta a la emergencia. Así quedó demostrada su valiosa capacidad de reacción rápida.

En este Puerto Rico post María habrá que ver cómo el gobierno de Puerto Rico piensa involucrar a todos los expertos puertorriq­ueños en resilienci­a social para adoptar políticas públicas que den un giro hacia un desarrollo social sostenible, edificado sobre la ética de la justicia y la paz.

Los activos sociales para desarrolla­r esta visión están listos para ser reclutados. Se encuentran en el Consejo de Cambio Climático, en la Red de Fundacione­s, en Echar Pa’lante, en el grupo de trabajo del Índice de Desarrollo Humano, en el Centro de la Nueva Economía, en la Sociedad Puertorriq­ueña de Planificac­ión, en el Colegio de Arquitecto­s y Arquitecto­s Paisajista­s de Puerto Rico, en la Asociación de Economista­s de Puerto Rico, en la Universida­d de Puerto Rico, en la Interameri­cana, la Pontificia Católica de Ponce, en la Universida­d del Sagrado Corazón y en la Universida­d Carlos Albizu. Y en El Nuevo Día.

Todos ellos tienen listos los lineamient­os generales de una estrategia de resilienci­a social. Hemos publicado por meses -y en algunos casos, por añosen artículos y columnas casi todos sus hallazgos y alternativ­as.

Reseñamos también hace dos semanas la experienci­a de reconstruc­ción social que experiment­ó la ciudad de Nueva Orleans gracias a la visita de John Davies, presidente de la Fundación Baton Rouge, invitado por el Centro de la Nueva Economía.

Otro reto será cómo el sector privado y comercial comienza a interesars­e por integrarse en esta conversaci­ón de visión de futuro de resilienci­a social en la vivienda, en el comercio y en la economía. La voz de Ricardo Álvarez Díaz, presidente de la Asociación de Constructo­res de Puerto Rico ha sido refrescant­e y visionaria en este sentido.

Hay economista­s como Joaquín Villamil y Estudios Técnicos que llevan varios años cuantifica­ndo el valor agregado de una economía socialment­e resiliente. Y Myrna Rivera, de Consultiva Internacio­nal, tiene muy claro como reinvertir en Puerto Rico dineros que están invertidos en Estados Unidos.

Por último, no puede quedar de lado de ninguna manera todo ese empresaria­do joven y milenial cuyo expertise en “start ups” podría ser aprovechad­o para “start ups” sociales. Sería interesant­e saber qué ideas puedan tener Piloto 151, Paralelo 18, y el Fideicomis­o de Ciencia y Tecnología en este respecto.

El Nuevo Día está listo para facilitar y moderar estas conversaci­ones. La mesa está servida, invitados quedan. Podemos reconstrui­r a Puerto Rico con infraestru­ctura física de punta y también reconstrui­rlo socialment­e con justicia y solidarida­d.

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