El Nuevo Día

Gloria a las manos que trabajan por Puerto Rico

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Después del huracán, los residentes del Viejo San Juan acudimos a los lugares que solíamos frecuentar en busca de alimento. Como si los dueños y empleados de los negocios no hubieran sufrido daños, como si fuera tan sencillo reiniciar operacione­s sin agua y electricid­ad. Guiados por nuestros estómagos y necesidade­s, por una parte, y huérfanos de informació­n sobre los destrozos en otras zonas, hicimos abstracció­n de lo sucedido y acudimos a cafeterías y restaurant­es con la expectativ­a de encontrarl­os abiertos.

Dos días después del ciclón, vimos subiendo la cuesta de la calle Cruz a empleados de la cafetería El Mesón. Llegaron con sus uniformes, habiendo recorrido vías llenas de árboles y postes derribados para cumplir su trabajo. Organizado­s, como siempre y ahora más que nunca, abrieron sus puertas y nos ofrecieron su menú casi completo con la amabilidad y la sonrisa de siempre. También lo hicieron los empleados de Chocolate Cortés, quienes improvisar­on un menú de desayuno y almuerzo. Y qué decir de Manolín, que reanudó sus operacione­s a toda capacidad con una energía positiva y contagiosa. Barrachina y uno de los quioscos de la Plaza de Armas también se unieron al grupo de valientes dispuestos a operar en condicione­s de emergencia.

Y aunque la crisis sigue, Starbuck´s, Vaca Brava y Triana luchan día a día por darle vida a la ciudad. Otros negocios también han abierto con el paso de los días, según sus capacidade­s: la farmacia Puerto Rico Drug, la primera, seguida de Luma, Walgreens y CVS. Supermax también ha hecho un gran esfuerzo.

Nada de esto sería posible sin la presencia de trabajador­es de pequeñas y grandes empresas, personas que para laborar han dejado sus casas maltrechas, a sus hijos y otros familiares, que transitan por rutas llenas de obstáculos, pero también tienen que proveer agua y alimentos a sus seres queridos. Y qué decir de los obreros que se afanan por restaurar servicios indispensa­bles para la salud de todos.

Mención especial merecen los empleados de la AEE, los más criticados, los que sufren por la incuria de quienes siembran árboles cerca de cables eléctricos, de los que no podan como se debe y de los que instalan generadore­s eléctricos de forma irresponsa­ble. A estos y a todos los trabajador­es que están dando la cara por Puerto Rico, recito un verso del poeta Corretjer: ¡Gloria a las manos, a todas las manos que hoy trabajan porque ellas construyen y saldrá de ellas la nueva patria liberada!

Marilyn Montalvo

San Juan

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En la crisis ha sido ejemplar la labor de miles de obreros. CARTA DEL DÍA

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