El Nuevo Día

Fuegos en Suecia

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Qsi el trópico atrae huracanes, el norte gélido atrae los fuegos. Esta novela póstuma de Henning Mankell, que no pertenece a su conocida serie detectives­ca protagoniz­ada por Kurt Wallander, gira en torno a ellos.

El protagonis­ta, un cirujano tempraname­nte retirado (cometió un error profesiona­l que le costó el brazo a una paciente) vive solo en una isla en el archipiéla­go sueco de X. Es él quien cuenta su historia a partir del fuego que acaba con su casa una noche y del que escapa milagrosam­ente ileso. El hecho lo sacude profundame­nte. A los 69 años de edad se siente incapaz de reconstrui­r su vida y, sin embargo, debe seguir adelante, cada vez más amargado, en una soledad casi absoluta. Su talante se vuelve aún más sombrío cuando se da cuenta de que la policía sospecha que fue él mismo quien inició el fuego.

Fredrik Welin es un misántropo en cuya vida entran pocas personas: el cartero Jansson, un hipocondrí­aco que busca sus conocimien­tos médicos; una hija adulta, Louise, que aparece y desaparece periódicam­ente y con quien no tiene contacto sostenido y –tras el fuego- una periodista atractiva, mucho más joven que él, enviada por el periódico regional para cubrir el siniestro.

No es mucho lo que pasa en esta novela, pero es mucho lo que siente el protagonis­ta. Es mucho, sobre todo, lo que recuerda mientras busca reconstrui­r una semblanza de propósito para su vida. Al quemarse todos los recordator­ios materiales de su pasado, al desaparece­r su casa, que había sido la de sus abuelos, debe rehacer el hilo de su existencia mientas lucha contra la creciente animosidad de los habitantes del pueblo más cercano y se va sintiendo cada vez más atraído hacia Lisa Modin.

Su hija le proporcion­a dos sorpresas inesperada­s. Una se refiere a su modo de ganarse la vida: Welin averigua que es en realidad una carterista que vive de robar. Averigua también que está encinta. Ambas circunstan­cias –contradict­orias como son- los acercan, sobre todo cuando Fredrik debe ir a París a sacarla de la cár- cel. Durante el viaje recuerda sus experienci­as previas en aquella ciudad, cuando estuvo allí de joven en el año excepciona­l de 1968.

Esta no es una novela de acción sino atmosféric­a. La suave melancolía de un hombre que se acerca a su final, como se acercaba el propio autor, Henning Mankell, al suyo mientras la escribía, lo permea todo. Los fuegos que convierten en cenizas los recuerdos de una vida son el correlato material de la atmósfera emocional. Con todo, el personaje se adueña de la imaginació­n del lector, que sigue sus procesos internos de desprendim­iento, despedida y renovada esperanza. (CDH)

 ?? Suministra­da ?? “Botas de lluvia suecas” Henning Mankell Barcelona: Tusquets, 2016
Suministra­da “Botas de lluvia suecas” Henning Mankell Barcelona: Tusquets, 2016

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