GRACIAS POR LA VIDA… Y SUS BATALLAS
Como afirmara el recordado poeta y periodista puertorriqueño Juan Antonio Corretjer, “la vida es toda lucha”. Entonces, demos gracias por la vida y sus continuas batallas y viviremos mejor
NOTA DE LA EDITORA: Primera de una serie de tres entregas previas al Día de Acción de Gracias.
No necesito evidencia para saber que ser agradecida tiene un efecto positivo en mi estado de ánimo y en mi vida. Por eso, trato de transmitir ese modo de ver las cosas a otros, sobre todo a quienes más amo, especialmente en época de duras pruebas. Pero, antes de comenzar a escribir estas líneas, dediqué unos minutos a buscar literatura científica que sustentara mi impresión. La rápida búsqueda reveló al menos siete estudios que, en mayor o menor grado, documentaron efectos positivos de la gratitud en la calidad de vida, el estado de bienestar, la sensación de satisfacción y la disminución de los síntomas de depresión en distintas poblaciones. Ese fue el caso de niños cuyos estados de ánimo fueron auscultados y estudiados luego de los ataques terroristas de septiembre 11 de 2001 en Estados Unidos.
Otra investigación realizada por científicos de la Universidad de California encontró que “universitarios se mostraban más optimistas sobre su vida y con un sentido aumentado de bienestar subjetivo al documentar cinco eventos de gratitud una vez a la semana”. En China, otro trabajo con estudiantes de escuela superior mostró que su satisfacción con la vida aumentó tras completar un programa de gratitud. Mientras, en la Universidad de Corea, en Seúl, investigadores observaron que participar en un programa de promo- ción de la gratitud mediante la escritura de un diario, mejoró la calidad de vida en personas con esquizofrenia.
Reconozco que las desesperantes complicaciones ocasionadas en Puerto Rico por los efectos del huracán María, catalogado como la mayor catástrofe natural documentada en territorio estadounidense, por momentos me han chupado la alegría y el optimismo. Sin embargo, mi diario de lucha contiene una porción significativa de esfuerzo por cultivar la gratitud. En estas semanas previas al Día de Acción de Gracias compartiré las tres razones principales por las que agradezco. Comienzo agradeciendo por la vida, incluso la de aquellas personas amadas que ya fallecieron: abuela Aurora, abuela Boro, abuelo Colacho, tío Carmelo, Alejandro…
La vida es inicio y es continuo; es la oportunidad de dar y recibir. Cada ser vivo, sin procurarlo, produce energía, genera emociones que, a su vez, son reciprocadas. Ese poder es mayor cuando se producen y generan emociones de forma activa, ya sea consciente o inconscientemente. Si bien asumir la vida con optimismo y gratitud produce sensaciones de bienestar, no es un ejercicio automático, hay que proponérselo y practicarlo. Estudios como los citados emplearon estrategias que pueden ser replicadas en el día a día: pensamientos regulares de gratitud, memorias gratas, escribir un diario de gratitud, escribir una carta de agradecimiento en papel o en internet, e incluso participar en un programa de promoción de la gratitud.
De adolescente solía repasar mentalmente los buenos momentos del día justo antes de cerrar mis ojos para dormir. De adulta busco motivos para dar gracias cada mañana y cada noche como parte de mis oraciones, pero no hay que orar o ser creyente para hacerlo. En esencia, se trata de apreciar y valorar lo bueno y lo no tan bueno, pues también nos hace crecer, ser más sabios y más fuertes.