Cautelosos en el País Vasco.
GUERNICA, España — En lo profundo de las colinas del País Vasco, Luis Iriondo daba golpecitos a un puente con su bastón.
Iriondo, de 95 años, es uno de los últimos sobrevivientes de un ataque tristemente célebre a Guernica durante la Guerra Civil Española, en 1937. Tenía 14 años cuando aviones caza alemanes luchando por el general Francisco Franco redujeron su pueblo a escombros.
Fue debajo de este puente que, hace más de 80 años, Iriondo se ocultó durante el ataque.
Franco ganó la guerra y puso fin al autogobierno vasco, que volvería hasta 1979, tras la muerte del general. Aunque Iriondo aún espera mayor autonomía para la región, no quiere que los separatistas vascos sigan el ejemplo de sus homólogos en Cataluña, cuyo Parlamento acaba de votar a favor de separarse de España, incitando al gobierno español a tomar control de Cataluña.
“Todo lo que he tenido en mi mente durante toda mi vida es guerra”, expresó Iriondo. “Así que lo que espero con ansia es paz y unidad”.
Al tiempo que se profundiza la crisis de secesión en Cataluña, la atención se ha centrado en la región vasca del norte que, al igual que Cataluña, tiene su propio idioma, cultura y largo historial de separatismo.
Aún tras su restauración, el autogobierno siguió siendo insuficiente para algunos vascos, entre ellos un grupo miliciano, ETA, que cobró las vidas de más de 800 civiles, policías y soldados en una campaña de décadas por la independencia, que formalmente concluyó este año.
Sin embargo, un sondeo de opinión arrojó que casi el 63 por ciento de los vascos no deseaba imitar la estrategia catalana, mientras que solo el 22 por ciento estaba a favor.
En Bilbao —la ciudad vasca más grande y donde ha prosperado el turismo a medida que han menguado las tensiones separatistas— Andoni Ortuzar, líder del partido nacionalista más grande de la región, dijo que no había prisa por obtener la independencia.
“Tenemos nuestra manera y no podemos cambiarla a raíz de la situación catalana”, declaró Ortuzar, presidente del Partido Nacionalista Vasco, o PNV, un grupo conservador que ha encabezado al País Vasco, salvo en tres años, desde la restauración del autogobierno vasco en 1979.
En vez de agilizar un referendo divisivo, la “manera” de Ortuzar es establecer primero un consenso entre las instituciones y los partidos vascos respecto al tipo de autonomía que buscan. Entonces quiere presentar esta propuesta conjunta al gobierno central en Madrid, antes de llevar el acuerdo negociado a la población vasca en un referendo.
Si la crisis catalana ha cambiado algo, es en los pasillos del poder en Madrid más que en Bilbao, estimó Ortuzar. El gobierno español habrá aprendido la lección de no haber interactuado constructivamente con gobiernos regionales enfocados en la independencia, lo que podría brindarle al País Vasco “una oportunidad” en años venideros, señaló.
“La situación catalana es muy grave”, comentó. “Pero tiene una consecuencia positiva: Madrid ha visto cuál es el riesgo de cerrar la puerta”.
Los nacionalistas vascos más mordaces han concluido precisamente lo contrario.
La reacción violenta de Madrid al referendo catalán es una señal de cómo tratará cualquier esfuerzo por incrementar la autonomía vasca, dijo Arnaldo Otegi, una figura destacada al interior de la coalición de extrema izquierda conocida como Reunir al País Vasco, o EH Bildu.
Otegi espera “una reactivación” de interés pacífico en el nacionalismo vasco, particularmente entre los jóvenes.