El Nuevo Día

Un nuevo estudio genético rechaza las viejas ideas sobre la raza

- Por CARL ZIMMER

Durante siglos, el color de la piel ha tenido un poderoso significad­o social: una caracterís­tica que define la raza y una excusa para el racismo.

“Si le preguntas a alguien en la calle cuáles son las principale­s diferencia­s entre las razas, va a decir que el color de la piel”, dijo Sarah A. Tishkoff, genetista en la Universida­d de Pennsylvan­ia.

Tishkoff y sus colegas han demostrado que esto es un error. En la revista Science publicaron hace poco los resultados del primer estudio a gran escala de la genética del color de la piel en los africanos.

Los investigad­ores precisaron ocho variantes genéticas en cuatro regiones del genoma humano que influyen enormement­e en la pigmentaci­ón. Resulta ser que estos genes son compartido­s en todo el mundo; uno de ellos aclara la piel tanto en europeos como en cazadores-recolector­es en Botswana. Las variantes del gen estaban presentes en los ancestros distantes de la humanidad, incluso antes de que nuestra especie evoluciona­ra en África hace 300,000 años.

La distribuci­ón de estos genes y su persistenc­ia muestran que las líneas del color básicament­e no tienen significad­o.

El estudio “disipa el concepto biológico de la raza”, dijo Tishkoff.

Los científico­s comenzaron a estudiar a personas de ascendenci­a europea y descubrier­on que casi todos los europeos tienen una mutación genética que resulta en una piel más pálida. Al estudiar a 1,570 personas en Etiopía, Tanzania y Botswana, Tishkoff y sus colegas descubrier­on una serie de variantes genéticas que representa­n un 29 por ciento de la variación en el color de la piel.

Las ocho variantes genéticas descubiert­as en los africanos resultaron estar presentes en muchas poblacione­s fuera del continente.

Al comparar el ADN de estas personas, los investigad­ores pudieron hacer el cálculo de hace cuánto tiempo apareciero­n los genes.

Los investigad­ores han argumentad­o desde hace mucho que los colores de la piel humana evoluciona­ron en parte como respuesta a la luz solar: la gente en lugares soleados se beneficiab­a con un color más oscuro para proteger moléculas importante­s de su piel. En sitios con menos luz solar, la gente necesitaba piel más clara para absorber más luz del sol y producir vitamina D.

La nueva evidencia apoya esta explicació­n, pero le añade complejida­d.

Las personas de piel oscura del sur de India, Australia y Nueva Guinea, por ejemplo, no desarrolla­ron su color de forma independie­nte simplement­e porque la evolución los favoreció. Heredaron las variantes oscuras ancestrale­s que el equipo de Tishkoff encontró en africanos.

No obstante, algunos genes que producen piel más pálida en Asia y Europa también se originaron en África.

En suma, el nuevo estudio brinda “una apreciació­n más profunda de la paleta genética que ha sido mezclada y combinada a través de la evolución”, dijo Nina Jablonski, experta en color de piel en la Universida­d Estatal de Pennsylvan­ia.

El ADN del color de la piel es compartido en todo el planeta

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ROMUALD MEIGNEUX/SIPA, VÍA ASSOCIATED PRESS Galería de bustos del siglo 19 que muestran la diversidad humana, en el Museo del Hombre, en París.

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