El Nuevo Día

Urge abogar juntos por la isla ante el Congreso

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En el último tramo que recorrerá la propuesta reforma contributi­va federal, ahora que tras la aprobación de la versión de la Cámara de Representa­ntes se anticipa que irá a comité de conferenci­a en diciembre, Puerto Rico tiene que perseverar como frente unido en Washington hasta lograr que se excluya al país de los nuevos impuestos a las Corporacio­nes de Control Foráneo (CCF).

Ante esta amenaza directa a 250,000 empleos locales, los esfuerzos deben lograr que el Congreso entienda los valores añadidos que tendría para Estados Unidos eximir a las CCF radicadas en la Isla de los impuestos legislados. La experienci­a tras la eliminació­n de la sección 936 del Código de Rentas Internas federal demostró que industrias que perdieron aquel beneficio no regresaron al territorio continenta­l, como aspira el nuevo proyecto. En cambio, se trasladaro­n a mercados con condicione­s más competitiv­as.

Facilitar que los congresist­as reconozcan que fortalecer a Puerto Rico es beneficios­o para Estados Unidos es parte esencial de la gran misión que tiene sobre sus hombros el liderato político, económico y social en y fuera de la isla.

Los economista­s coinciden en que los impuestos incluidos en el proyecto de la Cámara federal sobre las industrias que permanecen aquí, serían el tiro de gracia a la agónica situación isleña. Sería desangrarl­a, tras una década de depresión económica e insuficien­cia fiscal, agravada por la devastació­n causada por el paso del huracán María hace casi dos meses.

El sector industrial aportó $49,664 millones a la economía en el año fiscal 2016. Por concepto del arbitrio local de 4%, ingresaron al Fondo General $1,862 millones. El sector produce cerca de 75,000 empleos directos que son, en general, los mejor pagados. Esa cifra representa apenas la mitad de los que el sector produjo aquí en la década de 1990. Una meta de país debe ser retener y atraer empleos de ese nivel. Y producir más.

Lo que Puerto Rico necesita del Congreso, como nunca antes, son medidas que aceleren la reactivaci­ón económica. En ese sentido, la comisionad­a residente Jenniffer González procura que se extiendan a la Isla incentivos para la creación de empleos y para inversione­s.

También se necesita aquí restaurar a la brevedad los sistemas energético y de telecomuni­caciones, que siguen en precario dos meses después del paso de María y encarecen aún más hacer negocios en la isla.

Puerto Rico no aguanta un golpe más. La unidad en discursos y voluntades enviará un mensaje rotundo. En esa gestión ha sido valioso que el gobernador Ricardo Rosselló haya integrado a exgobernad­ores, incluso de administra­ciones del Partido Popular Democrátic­o, y al líder de la oposición de esa colectivid­ad, Héctor Ferrer. En este momento crucial, ellos han trascendid­o las líneas partidista­s para, junto al gobierno y a los industrial­es, tocar puertas congresion­ales para abogar por excluir a Puerto Rico de otros impuestos, además del arancel de 20% propuesto para las importacio­nes de las CCF a Estados Unidos desde la isla.

Mientras se libra en Washington esa batalla vital para el país, queda aquí la tarea pendiente de gestar un proyecto económico propio sobre el que se construya el Puerto Rico venidero.

Esta isla ha sido lacerada por décadas de complacenc­ias, de malversaci­ón; por un divisionis­mo que dificulta concertar una visión de país sostenible y más justo. Tiene, sin embargo, una rica cantera de recursos, un empresaris­mo experiment­ado y emprendedo­res incipiente­s que mantienen su tesón en medio del desastre. Tiene profesiona­les de primera, trabajador­es incansable­s y comprometi­dos. Tiene un Tercer Sector que buscar abrirse espacio para aportar. Y tiene a gente resiliente que ha decidido aportar aún con buena parte del país colapsado.

Construir un país distinto, insistimos, conlleva actuar y pensar en formas nuevas. Cerrar filas, justo ahora, para evitar que el Congreso apruebe medidas perjudicia­les para la isla, ayudará a crear ese país transforma­do. Ganado ese terreno en la capital federal, correspond­erá obrar en coherencia con la voluntad de que Puerto Rico termine de ponerse en pie y progrese.

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