A preservar la esencia cristiana de la Navidad
Cuando yo tenía ocho años, ya Don Abelardo Díaz Alfaro nos alertaba de las consecuencias de aceptar a “Santa Claus” en nuestras vidas, en su cuento “Santa Claus va a La Cuchilla.
La penetración cultural norteamericana ya se dejaba sentir en la televisión puertorriqueña. Poco a poco, Santa Claus fue sacando de los arbolitos de Navidad al tradicional pesebre y al niñito Jesús. En esa época usted visitaba un hogar pobre y por pobre que fuera lo menos que le obsequiaban era un plato del sabroso “arroz con dulce”.
Los arreglos u adornos de Navidad eran decorados con estampas campesinas o jíbaras.
Pero eso fue cambiando, y sustituimos el pesebre y al niño Jesús por Santa Claus y sus figuras gélidas del Polo Norte. Así, poco a poco, Jesucristo ha sido desplazado de nuestras vidas cotidianas para dar paso a la Navidad gélida, o fría.
Ahora ya no insisten tanto en la penetración cultural de Santa Claus, ahora se insiste en que obviemos decir “Feliz Navidad” y que digamos “Happy Holydays o Felices Fiestas”. La fijación norteamericana es sacar a Jesucristo de nuestras vidas.
En primavera, el norteamericano evita por todos los medios la Pasión de Cristo, alegando que el conejo de pascuas es menos sangriento y menos violento. ¿Si Jesús murió por mis pecados y los tuyos, porque no vamos a recordar su pasión?
Ahora usted visita un hogar adornado con figuras gélidas y ni una taza de café le ofrecen. No dejes que la corriente te arrastre.
Edwin Otero, Ponce