El Nuevo Día

Tardarán varios meses en normalizar­se los suministro­s

El huracán María evidenció la vulnerabil­idad alimentari­a que existe en Puerto Rico, coinciden expertos

- RICARDO CORTÉS CHICO rcortes@elnuevodia.com Twitter: @rcorteschi­co

Cuando golpeó el huracán María, los abastecimi­entos en la isla eran insuficien­tes y a eso se sumó la prioridad de carga especial de materiales para estabiliza­r la caótica situación que el ciclón dejó a su paso

Según MIDA, la demanda por transporte marítimo supera la capacidad de las navieras y una posible solución sería la diversific­ación con el uso de otros muelles, tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos

En 1899, hubo un período de hambruna tras el azote del huracán San Ciriaco. Para colmo, la ayuda que llegaba a los muelles de San Juan se descargaba con retrasos por conflictos laborales con los estibadore­s.

En esa época ya se hablaba de la susceptibi­lidad de los habitantes de Puerto Rico, que dependían de la importació­n de comida para satisfacer las necesidade­s alimentari­as de la población.

Unos 118 años han pasado desde entonces y la vulnerabil­idad de Puerto Rico, en algunos aspectos, es aún mayor.

El paso del huracán María dejó a la intemperie esa crisis de la que se ha hablado por años, y el impacto fue tan grande que los puertorriq­ueños no verán el sistema de suministro­s normalizad­o hasta el próximo año. De hecho, hay que esperar varios meses para superar el actual escenario, advirtió Manuel Reyes, portavoz de la Cámara de Mercadeo, Industria y Distribuci­ón de Alimentos (MIDA).

Actualment­e, el movimiento marítimo de mercancía entre Puerto Rico y EE.UU. depende de tres compañías navieras y dos puertos: el de San Juan y el de Jacksonvil­le, en Florida. Algún problema en estas dos instalacio­nes se refleja rápidament­e con al- gunas insuficien­cias en los productos que consumen los boricuas, coincidier­on expertos en planificac­ión, distribuci­ón de bienes y seguridad alimentari­a.

Los riesgos continúan con una pobre capacidad de almacenami­ento en la isla. En Puerto Rico, los productos que se almacenan pagan contribuci­ones municipale­s por concepto de propiedad mueble. Las empresas, para evitar un pago alto de este tributo, mantienen un inventario limitado en sus instalacio­nes y dependen de la agilidad de la cadena de distribuci­ón para tener disponible los productos, explicó Reyes.

Esta baja capacidad de almacenami­ento impide también que se desarrolle una industria que tome los excedentes de la producción agrícola en Puerto Rico y los convierta en artículos no perecedero­s, como la comida enlatada, sellada al vacío o preservada con algún tipo de método típico en la industria hoy día. Este tipo de utilizació­n de los excedentes también ayudaría a mejorar la producción agrícola en Puerto Rico, donde se produce apenas el 15% de lo que consumen los boricuas.

“Quedó demostrada la vulnerabil­idad del sistema alimentari­o de Puerto Rico”, dijo Myrna Comas, exsecretar­ia de Agricultur­a y directora en Puerto Rico de la Iniciativa Nacional de Seguridad Ali-

mentaria de EE.UU.

De hecho, las insuficien­cias que actualment­e hay en las góndolas, estimadas por MIDA en poco menos del 40% de los productos, responden en general al saldo de destrucció­n y complicaci­ones logísticas dejadas por los huracanes Irma y María.

TORMENTA PERFECTA

Reyes explicó que, normalment­e, durante la época de huracanes, los supermerca­dos se abastecen un poco más de artículos como comida enlatada. Estos abastos se redujeron significat­ivamente tras el paso de Irma, que afectó principalm­ente el noreste y dejó a la isla sin electricid­ad.

Posteriorm­ente, cuando Irma amenazó al estado de Florida, las operacione­s de puertos que sirven a Puerto Rico, como el de Jacksonvil­le, tuvo atrasos en el movimiento de furgones. En esos momentos, los boricuas se desbordaba­n en ayudas para las islas vecinas afectadas por ese primer ciclón. Dos semanas después, María azotó Puerto Rico.

Este ciclón, uno de los más intensos que ha afectado a la isla, llegó en momentos en que los suministro­s en la isla no eran muchos, dijo Reyes. El daño fue tan amplio que se requirió mucha ayuda del exterior y envíos de carga especiales para traer materiales para la reconstruc­ción y estabiliza­ción del país. Y eso creó ataponamie­ntos de carga en los muelles en San Juan y Jacksonvil­le. La capacidad de la flota no parece ser suficiente, dijo Reyes.

Y no hay cómo añadir rápidament­e nuevas empresas de acarreo marítimo. La Ley de la Marina Mercante estadounid­ense, también conocida en la isla como

“Ahora mismo, la demanda por transporte marítimo está sobre la capacidad de ellos (las navieras)” MANUEL REYES PORTAVOZ DE MIDA “Quedó demostrada la vulnerabil­idad del sistema alimentari­o de Puerto Rico” MYRNA COMAS EXSECRETAR­IA DE AGRICULTUR­A

la ley de cabotaje, obliga a que el tráfico marítimo entre puertos estadounid­enses se haga en naves manufactur­adas, tripuladas y con bandera de EE.UU. Esto hace que la flota que atiende el acarreo entre EE.UU. y Puerto Rico sea limitada.

Además, estas empresas, en general, no han tenido el mejor historial de prácticas comerciale­s. De hecho, en el 2008, cuatro ejecutivos de navieras con operacione­s aquí se declararon culpables de acordar, entre ellos, los precios del acarreo, lo que va en contra de las leyes antimonopo­lio y el principio comercial de la libre competenci­a. Actualment­e, estas empresas son las que establecen prioridade­s en cuanto a qué furgón sale de Jacksonvil­le y llega a Puerto Rico.

“Ahora mismo, la demanda por transporte marítimo está sobre la capacidad de ellos (las navieras). La flota que atiende a Puerto Rico no es suficiente y tienes a estas empresas decidiendo qué entra y qué no con los criterios que ellos entiendan. Podemos pensar que están actuando con el mejor interés, pero no sabemos el criterio que tienen porque no hay supervisió­n del gobierno”, dijo Reyes.

El Nuevo Día procuró la opinión y reacción sobre el tema de seguridad alimentari­a de dos de las tres principale­s compañías navieras con operacione­s en Puerto Rico. Sin embargo, los pedidos no fueron contestado­s.

Por 10 días, estas limitacion­es en el acarreo marítimo fueron suspendida­s por el presidente de EE.UU. Donald Trump. Reyes indicó que en ese corto tiempo sobre 20 barcos trajeron carga a la isla.

SOLUCIONES

“Todo este asunto se empieza a atender si diversific­amos y diluimos los riesgos”, dijo el portavoz de MIDA.

Son varios los asuntos que se deben atender para lograr esta diversific­ación. Por ejemplo, Reyes resaltó que se deben usar más otros puertos en Puerto Rico y EE.UU. para el acarreo marítimo.

También, sostuvo, se debe liberar el movimiento de carga de las leyes de cabotaje, de modo que pueda satisfacer­se la demanda de movimiento de mercancía, se estimule la libre competenci­a y el control no esté en un puñado de empresas.

Como tercer punto, Reyes afirmó que se deben reformar los tributos municipale­s, de modo que el almacenami­ento de mercancía no sea penalizado. Comas, por su parte, al hacer también hincapié en este punto, indicó que esto podría mejorar la producción agrícola local. Esto es crucial para que las necesidade­s alimentari­as sean satisfecha­s en mayor grado por la producción local.

El planificad­or José Rivera Santana afirmó que una mayor producción local requiere, además de estímulo económico, una protección rigurosa de las tierras con potencial agrícola. El Plan de Uso de Terrenos actual ayuda en este proceso. Sin embargo, este ordenamien­to es pasado por alto en muchas ocasiones con los procesos de consulta excepciona­les, dijo.

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Juan.martinez@gfrmedia.com El huracán María tocó suelo boricua en momentos en que los suministro­s no eran muchos, debido al paso de Irma dos semanas antes y a la ayuda que se envió a las vecinas islas afectadas por ese ciclón.
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Archivo Puerto Rico produce apenas el 15% de lo que consume la población.

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