El Nuevo Día

Cuando el corazón dice ‘basta’

- RAYMOND PÉREZ Columnista

La jugadora de baloncesto Angelica Bermúdez recién contó a la prensa deportiva del país cuanto ha llorado luego que, tras un examen físico rutinario, se le diagnostic­ara una condición llamada cardiomiop­atía hipertrófi­ca, la cual la llevó a retirarse como profesiona­l.

La joven de 28 años y de 6’1” le dijo adiós al sueño de jugar el año entrante con Puerto Rico en el Mundial de Baloncesto. Pero, para Bermúdez, era eso… jugar o poner su vida en riesgo.

La cardiomiop­atía hipertrófi­ca no es cosa para vacilar. Le dicen la enfermedad de los atletas, aunque le puede dar a cualquiera, y en cualquier edad. Se define como una afección en la cual se presenta el engrosamie­nto del miocardio. El engrosamie­nto puede dificultar que haya una buena fluidez de la sangre que sale del corazón, lo cual fuerza a este músculo a trabajar más para poder bombear la sangre.

Por lo general, es una condición hereditari­a y uno de los síntomas más comunes que presenta es el desmayo durante una sesión intensa de ejercicios. Otros síntomas son falta de aliento, cansancio y dolor en el pecho.

Muchos jóvenes atletas mueren de esta condición sin saber que la tienen.

En el mundo deportivo, suman ya varios casos de atletas de alto nivel que fallecen por problemas cardiacos y muchos de ellos ni saben que tienen el problema.

El caso de la exjugadora de voleibol de Estados Unidos, Flora Jean ‘Flo’ Hyman, fue uno que hizo que las autoridade­s médicas a nivel internacio­nal le dieran mayor atención a los exámenes físicos de los atletas.

Hyman, de 6’5”, fue una destacada jugadora estadounid­ense a nivel colegial y vio acción en la Olimpiada de 1984 en Los Ángeles, en donde Estados Unidos ganó plata al caer ante China.

Tras esa Olimpiada, Hyman se fue a jugar a nivel profesiona­l en Japón, y durante un partido celebrado el 24 de enero de 1986, tras ser sustituida, se sentó en el banco y segundos más tarde se desplomó al piso, muriendo en el acto.

Una autopsia reveló que padecía, sin ella conocerlo, del Síndrome de Marfan, el cual causa una ruptura abrupta en la vena aorta. El corazón de Hyman estaba perfecto, pero dos semanas antes de su muerte, su aorta había empezado a sufrir un tipo de lesión del tamaño de una moneda de diez centavos y había vestigios de sangrado.

Los especialis­tas fueron claros en que Hyman tuvo una larga carrera como voleibolis­ta y que a pesar de que se expuso a un prolongado entrenamie­nto a lo largo de su carrera, su condición no tuvo consecuenc­ias hasta sus 31 años.

Hyman no sabía que tenía esta condición, sino, muy probableme­nte, hubiese hecho lo que hizo Bermúdez, quien según contó, ha llorado como nunca, ya que su condición la ha privado de hacer el deporte que tanto ama, pero… escogió vivir a jugar.

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