El Nuevo Día

Opinión Experta: La regulación es clave

“Este fenómeno, catalogado como la ‘opresión de los débiles por los incompeten­tes y de los pobres por los vagos’, explica el desastre que estamos viviendo [con la AEE] hoy”

- Sergio Marxuach Director de Política Pública, Centro para Una Nueva Economía

Francament­e no entiendo porque hay personas en Puerto Rico que se sorprenden ante la incompeten­cia demostrada por la Autoridad de Energía Eléctrica en el manejo de la reconstruc­ción del sistema eléctrico posteriorm­ente al azote del huracán María. Después de todo, la AEE es una organizaci­ón que nos ha mentido por décadas—¿se acuerdan del Director Ejecutivo que le atribuyó fallas en el funcionami­ento de los contadores a unos extraños “animalitos” que vivían dentro de estos?; por años ha incumplido voluntaria y temerariam­ente con leyes y reglamento­s ambientale­s tanto de Puerto Rico como federales; tradiciona­lmente ha operado con poca transparen­cia y menos rendición de cuentas; ha sido y continúa siendo un foco de corrupción política y gubernamen­tal; y ha constituid­o un peso muerto sobre la economía del país con sus altas y arbitraria­s tarifas y servicio poco confiable.

Para ser justos, no siempre fue así. La AEE fue creada hace más de setenta años con la misión de llevar energía eléctrica a cada rincón de la isla y el consenso es que ejecutó esa misión con excelencia. El problema es que al cumplir esa misión la AEE quedó a la deriva, sin una misión, objetivos o metas claras. Esto es algo que eventualme­nte le sucede a todas las organizaci­ones, públicas o privadas, con o sin fines de lucro. Tan es así que este fenómeno se estudia en las facultades de administra­ción de empresas.

En el caso de la AEE, esta se convirtió en lo que el economista Albert O. Hirschman catalogó como un “monopolist­a vago” (lazy monopolist). La teoría económica tradiciona­lmente se ha enfocado en el monopolist­a que utiliza su poder en el mercado para explotar al consumidor, maximizar su ganancias y extraer rentas monopolíst­icas a través de restriccio­nes en la producción.

Pero en el caso del monopolist­a vago el problema es otro. Sencillame­nte éste impone precios altos a su producto, no para acumular ganancias excesivas, sino porque no puede o no quiere controlar sus costos, o, más comúnmente, permite que la calidad del producto o servicio que vende se degrade sin obtener ningún beneficio pecuniario, ni incurrir en costos por mejorarlo, en el proceso. Este fenómeno, que Hirschman catalogaba como la “opresión de los débiles por los incompeten­tes y de los pobres por los vagos”, explica en gran medida el desastre que estamos viviendo hoy.

Para atender estos problemas abogamos en el 2014 a favor de la creación de una comisión reguladora exclusivam­ente para el sector eléctrico que ejercería las siguientes funciones, entre otras: regular el mercado de electricid­ad en Puerto Rico; asegurar que las tarifas sean justas y razonables; velar por la calidad y confiabili­dad del servicio; incentivar la planificac­ión a largo plazo a través de un plan integrado de recursos; promover la integració­n de tecnología­s nuevas al menor costo posible para satisfacer la demanda de electricid­ad a largo plazo; aprobar la inversión de capital a largo plazo; fomentar la integració­n de productore­s de energía renovable; promover la implantaci­ón de medidas de eficiencia energética y de reducción de demanda, que usualmente son las soluciones de menor costo para reducir las tarifas; proveer un foro efectivo con un abogado del consumidor para atender los reclamos de los clientes; y reducir la “huella” ambiental de la AEE y sus emisiones de gases invernader­o.

La Comisión fue creada por la ley 57 del 2014. En su corta existencia la Comisión de Energía de Puerto Rico, trabajando con poco presupuest­o y recursos humanos limitados, ha obtenido importante­s victorias para mantener a la AEE en línea. Por ejemplo, logró que la AEE preparara y adoptara el primer verdadero plan integrado de recursos para planificar a largo plazo y también logró reducir significat­ivamente el aumento en la tarifa que buscaban los bonistas como condición para reestructu­rar su deuda con la AEE.

A pesar de, o tal vez por razón de, su buen desempeño la existencia de la Comisión se encuentra amenazada en estos momentos. El gobernador no ha nombrado un candidato para uno de los puestos de comisionad­o que se encuentra vacante hace ya un tiempo y no se ha expresado sobre si renominará al Sr. José Román Morales, cuyo término vence a principios del año que viene, a la presidenci­a de la misma. La estrategia parece ser dejar morir la Comisión poco a poco.

Eso, Sr. Gobernador, sería un grave error de política pública, especialme­nte en momentos que se discute el futuro a largo plazo tanto de la AEE como del sistema eléctrico de Puerto Rico. Independie­ntemente de la opción que usted favorezca para la AEE: (1) mantenerla como una corporació­n pública; (2) reestructu­rarla como una empresa de capital mixto, con participac­ión del gobierno y del sector privado; (3) mantenerla solamente como la operadora de la red de transmisió­n y distribuci­ón y liberaliza­r la generación de energía; o (4) privatizar­la en su totalidad, va a necesitar un ente externo a la AEE que vele por los mejores intereses del pueblo, que le imponga disciplina, que regule el mercado y que ataje la conducta depredador­a de los grupos de interés internos y externos a la corporació­n que se pudieran beneficiar injustamen­te de cambios a la estructura del mercado actual.

La Comisión, por tanto, debe ser fortalecid­a para que funcione como un verdadero ente independie­nte que regule el mercado de electricid­ad de una manera objetiva y libre de intereses creados, ya sea financiero­s o políticos. De lo contrario podemos esperar que la AEE continúe utilizando tecnología de la era soviética; cobrando tarifas injustas e irrazonabl­es; repartiend­o contratos sospechoso­s a diestra y siniestra; y negándose arbitraria­mente a conectar al sistema a los generadore­s más eficientes.

En conclusión, si verdaderam­ente queremos transforma­r nuestro sistema de energía a uno moderno, que integre fuentes de energía renovable, que sea resiliente, costo efectivo y sustentabl­e, es imprescind­ible que la Comisión de Energía de Puerto Rico funcione a toda capacidad. La decisión, Sr. Gobernador, está en sus manos.

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