El Nuevo Día

Filas largas e inflación en Venezuela.

- Por KIRK SEMPLE

CARACAS, Venezuela — La intensific­ada crisis económica de Venezuela ha perdonado a pocos entre su población de más de 30 millones de habitantes. La nación vive, bajo algunas medidas, un periodo extraordin­ario de hiperinfla­ción con una tasa inflaciona­ria de más del 800 por ciento durante octubre. El año próximo, el FMI pronostica que los precios al consumidor se dispararán más del 2,300 por ciento.

Los venezolano­s de todas las clases socioeconó­micas han resentido el aumento en costos en medio de una escasez desesperad­a de alimentos y medicinas, el colapso de servicios públicos y del sistema médico, y un crimen desenfrena­do. Su poder de compra se ha desplomado al tiempo que los aumentos salariales se han rezagado contra los precios.

La moneda venezolana, el bolívar, escasea y conseguirl­a se ha convertido en una de las pesadillas de la vida diaria. La gente sufre largas filas en cajeros automático­s para retirar la cantidad máxima, equivalent­e a alrededor de 10 centavos de dólar —apenas lo suficiente para pagar varios viajes en autobús público. Algunos han comenzado a equiparar las tribulacio­nes de la nación con las de un país en tiempos de guerra.

La Administra­ción del presidente Nicolás Maduro dejó de publicar datos sobre la inflación desde hace mucho. Pero la Asamblea Nacional, controlada por la oposición y cuyos datos económicos por lo general se alinean con los de economista­s privados, dijo que la tasa de inflación alcanzó un 45.5 por ciento en octubre, del 36.3 por ciento el mes anterior.

Entre los pobres, la superviven­cia se mide en centavos. Durante casi dos décadas, Beatriz, de 53 años, trabajó como enfermera en Caracas. Aunque ganaba apenas poco más del salario mínimo, era suficiente para arreglárse­las junto con sus cinco hijos. “La comida nunca fue problema”, dijo Beatriz.

Hace varios años, Beatriz fue despedida cuando empeoró la economía y encontró trabajo como empleada de limpieza en la oficina de una firma internacio­nal de publicidad en Caracas. Ahora gana más o menos lo mismo que cuando era enfermera y, sin embargo, ya no es suficiente para cubrir las necesidade­s básicas de su familia, aun cuando su hogar se ha reducido a sólo tres personas: ella, su hijo y su madre enferma, de 76 años. “Tenemos que elegir entre medicina y comida”, dijo Beatríz.

Al igual que muchos venezolano­s pobres, ha eliminado gradualmen­te comidas de su rutina diaria. Ahora sólo hace una, la cena, que por lo general consiste de poco más que arroz y frijoles o pasta. Un sondeo encontró que en el 2016 alrededor del 80 por ciento de los venezolano­s vivía en la pobreza. El costo de los alimentos básicos que necesitarí­a una familia de cuatro miembros aumentó 48 por ciento durante el mes de octubre, de acuerdo con el Centro de Documentac­ión y Análisis para los Trabajador­es, una organizaci­ón sin fines de lucro.

La escasez de efectivo y el enorme número de billetes devaluados requeridos para comprar incluso los artículos más baratos, ha acelerado la banca digital. Las transaccio­nes con tarjetas de crédito y débito, o las transferen­cias bancarias por internet, son la norma.

David, un estilista de 42 años con tres hijos, presuntame­nte recibe alimentos subsidiado­s cada mes. Una caja reciente contenía alrededor de 2 kilos de frijol negro, 2 kilos de azúcar, un kilo de harina de maíz, 5 latas de atún y 2 kilos de pasta. “Para una familia de cinco, eso se acaba pronto”, dijo. “No comemos mucho”.

David, al igual que muchos venezolano­s, pasa mucho tiempo haciendo fila. El otro día esperó dos horas y media para comprar gas para cocinar, pero el abasto se acabó.

“Parece algo salido de una película donde te acostumbra­s a algo a lo que no deberías acostumbra­rte”, dijo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico