Robots hacen hallazgo en Fukushima.
PLANTA DE ENERGÍA NUCLEAR FUKUSHIMA DAIICHI — Cuatro ingenieros se encontraban inclinados sobre una hilera de monitores. Habían pasado un mes entrenando para lo que estaban a punto de hacer: pilotear a un pequeño robot hacia el corazón contaminado de la planta nuclear Fukushima en ruinas.
Robots anteriores habían fracasado, al quedar atrapados en los escombros o al sufrir desperfectos en los circuitos por el exceso de radiación. Pero la versión más reciente, llamada Mini-Manbo, o “pequeño pez luna”, estaba hecha de materiales endurecidos por la radiación con un sensor para ayudarle a evitar peligrosos puntos calientes en los inundados edificios de reactores.
El Manbo empleaba diminutos propulsores para moverse y deslizarse por el agua de manera similar a un dron aéreo.
Después de tres días de sortear un edificio de reactor hecho pedazos, el Manbo llegó al sumamente dañado reactor de la Unidad 3. El robot envió video de un enorme agujero en el fondo del reactor y, en el piso debajo de este, montones de lo que parecía lava solidificada: las primeras imágenes jamás tomadas del combustible de uranio derretido de la planta.
El descubrimiento de julio en la Unidad 3, y éxitos similares este año en la localización del combustible de otros dos reactores arruinados de la planta, marcan lo que las autoridades japonesas esperan que demuestre ser un parteaguas en el peor desastre atómico del mundo desde Chernobyl.
La suerte del combustible había sido un misterio perdurable de la catástrofe, ocurrida el 11 de marzo del 2011, cuando un terremoto y un tsunami de 15 metros destruyeron los vitales sistemas de enfriamiento en esta planta.
Al sobrecalentarse, tres de los seis reactores hicieron fusión. Sus barras de combustible de uranio se licuaron cual cera de velas, goteando al fondo de los recipientes del reactor en una masa fundida lo suficientemente caliente para atravesar las paredes de acero e incluso penetrar los pisos de concreto de abajo.
Nadie sabía con seguridad hasta dónde habían viajado exactamente esos núcleos de combustible derretido antes de que los desesperados trabajadores de la planta pudieran enfriarlos de nuevo al bombear agua a los edificios de los reactores. Con los niveles de radiación tan altos, el destino del combustible seguía desconocido.
Entonces las autoridades iniciaron una búsqueda del combustible desaparecido. Los científicos e ingenieros construyeron robots resistentes a la radiación, como el Manbo, y un dispositivo parecido a un enorme aparato de rayos X que utiliza exóticas partículas espaciales llamadas muones para ver las entrañas de los reactores.
Ahora que los ingenieros dicen haber encontrado el combustible, funcionarios del gobierno y de la compañía de energía que dirige la planta esperan persuadir a la opinión pública. Los funcionarios buscan convencer a un mundo escéptico de que la planta ha salido de la modalidad de crisis post-desastre y ha entrado en algo mucho menos amenazador: la limpieza.
“Hasta ahora, no sabíamos exactamente dónde estaba el combustible, o cómo estaba”, dijo Takahiro Kimoto, gerente en la división de energía nuclear del operador de la planta, Tokyo Electric Power Company, o Tepco. “Ahora que lo hemos visto, podemos hacer planes para recuperarlo”.
Tepco tiene mucho interés en retratar la planta como un gran sitio de limpieza industrial. Unas 7,000 personas trabajan aquí, construyendo nuevos tanques de almacenamiento de agua, trasladando desechos radiactivos a un nuevo sitio de eliminación de residuos, y erigiendo enormes andamios sobre los edificios de reactores despedazados por las enormes explosiones de hidrógeno que ocurrieron durante el accidente.
En septiembre, la oficina del Primer Ministro estableció como fecha límite el 2021 para que los trabajadores empiecen a extraer el combustible fundido de al menos uno de los tres reactores destruidos.
El gobierno admite que limpiar la planta tomará al menos otras tres a cuatro décadas y decenas de miles de millones de dólares.
En Chernobyl, los soviéticos simplemente sepultaron el reactor chamuscado bajo concreto después del mortal accidente de 1986. Pero Japón prometió desmantelar la planta de Fukushima y descontaminar el campo alrededor, que era hogar de unas 160,000 personas que fueron evacuadas tras el accidente.
Se ha permitido que muchas de ellas regresen a medida que los pueblos alrededor de la planta han sido descontaminados.
Las autoridades también confían en que el inicio de la limpieza les ayudará a obtener el consentimiento del público para volver a poner en operación las plantas nucleares no dañadas de Japón, la mayoría de las cuales sigue cerrada desde el desastre.